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"Corre sobre las llanuras, selvas y montañas un infinito viento generoso...", recitaba una voz en off el poema de Atahualpa Yupanqui "La voz del viento", mientras, abajo del escenario, tras un humo y luces rojas, los bailarines del Ballet Nehuén comenzaban a mostrar su arte y a ponerle forma a la poesía.
El jueves 18 de junio en el Velma Café (Gorriti 5520) del barrio de Palermo Edith Rossetti deleitó durante dos horas acompañada por Leonel Iglesias (guitarra), Martín Pérez también en guitarra; Mario Chávez y Mariano Céspedez en violines; y Pablo Rodríguez en percusión.
Con el tema “La añoradora” Edith comenzó a cantar, a mostrar su obra. Continuó con “De ida y vuelta”, la zamba "La algarrobera" del primer disco Allpa-Kaspi (tierra y madera, en quichua), "Hermano coplero", de Marcelo Ferreyra y Cuti Carabajal, "La pampa es un viejo mar", de Ricardo Nervi y Alberto Cortez, "Romance del Río Dulce", de Lugones, J.C. Carabajal y H. Banegas.
Este ciclo en el Velma Café que finalizará el próximo jueves, tuvo diferentes invitados como Bruno Arias y Melania Pérez, entre otros, y para esta ocasión una de las primeras invitadas sería Patricia Lamberti. Junto a ella en el piano, Edith hizo "Zamba del Laurel", de Tejada Gómez y el Cuchi Leguizamón. El show siguió con la versión de "Salavina", recordada zamba de Mario Arnedo Gallo y "Camino a Laguna de los Pozos", de Tinco Andrada y Shalo Leguizamón.
Con una emotiva introducción Edith recordó a su madre y sus palabras (como, por ejemplo, que la llamó Edith en homenaje a la artista Edith Piaf), entonces cantó "Señalada por el índice del sol", de Bielsa y Pagura. También hubo tiempo para recordar la niñez, la magia primordial con la que cuando niños miramos al mundo y para seguir jugando a vivir con "Aquel tiempo de mi infancia", de Trullenque y Cuti Carabajal.
Más tarde, sería el momento de presentar al segundo invitado, José Ceña, compositor, guitarrista e intérprete, que tiene un disco llamado Canciones del mensajero en homenaje a Atahualpa Yupanqui. Con él cantaron “Coplas del Valle”. Luego, la acntante lo dejó solo en el escenario para que interprete “Zamba del Grillo” y “Canción para Doña Guillermina”.
"Por eso hay que hacerse amigo, muy amigo del viento. Hay que escucharlo. Hay que entenderlo. Hay que amarlo. Y seguirlo. Y soñarlo. Aquel que sea capaz de entender el lenguaje y el rumbo del viento, de comprender su voz y su destino, hallará siempre el rumbo, alcanzará la copla, penetrará en el canto", continuó diciendo Don Ata en su poema "El Canto del Viento", para ir cerrando una noche de la mano de Edith Rossetti, una artista que sabe llegar a la gente a través de la palabra y el canto.