}

Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

La Celebración del Territorio


20/08/2005

Vistas : 2236

RECORDAR


A las 22.30 aproximadamente, la banda de sikuris del IMPA inició la celebración. En medio del salón mayor del Centro Región Leonesa, convertido en pista de baile, ya todo era alegría, mientras desde las mesas dispuestas en ronda en torno a ella, corría el vino y las empanadas, el locro y los tamales.

Un telón dispuesto como fondo de escenario nombraba a Jujuy el rostro de una cultura milenaria y daba la bienvenida a la celebración del territorio, una invitación más a compartir nuestras culturas ancestrales y los nuevos sonidos del folklore. La cita fue con la Peña La Salamanca, que tiene base en la ciudad de La Plata con su centro cultural, y que se viene para Capital Federal, en tres presentaciones: la primera fue el viernes 19 de agosto y las siguientes serán en octubre y noviembre.

Durante más de media hora los sonidos de los sikus inundaron el aire, mientras ya algunos se animaban a sumarse al baile que habían iniciado los músicos.
Mientras llegaba más y más gente, un locutor presentó desde el escenario a Balbina Ramos, la bagualera de Bacoya, un pueblito del departamento de Santa Victoria, al norte de Salta quien se sumó a la celebración con sus coplas y su voz, saliendo a cantar desde el público, con el acompañamiento de su caja y toda su simpatía. Regalando en el final una versión inolvidable de Vidala para mi Sombra, de Julio Espinoza.

Temprano, como suele hacerlo siempre, el gran Alfredo Ábalos se hizo presente en el salón. El público de pie, lo aplaudía mientras enfilaba para el escenario. Es que Alfredo es de esos artistas a quien todos respetan y festejan, alguien único, con esa voz que nos llega hasta el corazón.

Acompañado por su hijo Martín en guitarra, comenzó cantando una chacarera dedicada a Felipe Corpo, no sin antes quejarse por la oscuridad del salón. Si! ahí nomás hizo prender las luces, para que “se vean las caras mientras bailan chacarera”. Y siguió cantando: la Zamba del Ángel, la chacarera Como Urpillita Perdida, y el bailecito Viejo Corazón.

Después de una hora sobre el escenario decidió bajarse para “ir a tomar unos vinos con los amigos” (un poco incómodo por el ruido que hacía la gente, que no dejaba de hablar a los gritos) regalándonos aquella hermosa versión de Déjame Estar, de Oscar Valles y terminar con El Coyuyo y la Tortuga. A cualquiera que se acercaba a saludarlo y emocionado por la cantidad de gente joven que había en el lugar, le respondía: “seguí con el folklore que es lo único que va a salvarnos”.

Un rato de descanso para los bailarines, y el anfitrión de la noche ya estaba sobre el escenario con su banda: Los Duendes de la Salamanca, junto a Luis Salamanca, tocaron sayas, carnavalitos, bailecitos y cuecas con una primer parte instrumental de temas como Cerca del cielo, Tonada del duende y Viracocha, invitando a Balbina nuevamente al escenario para acompañarlos con sus coplas, y nombrando a algunos invitados mezclados entre el público, entre ellos, Musha Carabajal y Omar Cerasuolo, quien entregó al público con su especial voz un ratito de versos y poesías.

Un carnavalito más para la danza: el de Luis Salamanca y su pequeña hija, en la pista de baile, sumándose a ellos la banda de sikuris y el resto del grupo. Y el final a toda fiesta con selección de cuecas y sayas.

No hay final para esta noche mientras haya chacarera dice por ahí Peteco, y así fue, no hubo final mientras el santiagueño y talentoso Hugo “Cuervo” Pajón siguió en su bandoneón tocando gatos, escondidos y chacareras para los bailarines durante más de una hora. El cierre lo hizo el grupo El Tierral, comenzando con el instrumental Cenizas, de Sergio Suárez, líder de la banda y compositor junto a Gabriel Redín. El Tierral es una agrupación que hace años viene haciendo música, con un prestigio y una calidad inigualable.

Ya las cinco de la mañana y la noche emprendía la retirada dando paso al amanecer; sobre la calle Humberto Primo aún los sonidos de los sikus se dejaban oír desde La Salamanca. La celebración del territorio concluía con la dicha de saber que la misión estaba cumplida.


Comentarios

Registrarse



Ingreso de usuarios