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Tres estilos diferentes, pero con mucho en común, compartieron el escenario del Estadio Malvinas Argentinas de Buenos Aires junto a más de cuatro mil personas. Diversos instrumentos y artistas se desplegaron en un show irrepetible.
El sol se ponía mientras la música nacía. Tarde de sábado que ni el partido de Argentina-Colombia ni el frío permitían quedarse en casa. Existía una cita especial, esperada y recordada: Arbolito, Raly Barrionuevo y La Bomba de Tiempo juntos por primera vez en un escenario de Buenos Aires, en el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas.
La tarde se inició con los tambores, trompetas, timbales y bongos, instrumentos de percusión en manos de 14 personas de rojo. La participación del público era inusual: con gritos, aplausos y saltos conformaban uno más, el Nº15 del grupo. La noche se asomaba mientras que el estadio se llenaba.
En el murmullo del público se escuchaba “ahora viene Raly”, “Arbolito va tercero”, la emoción y las ganas crecían, las banderas iban apareciendo. Todo estaba preparado.
El micrófono presentado en el medio del escenario dio una pista, y él apareció. Con la Wipala de fondo, de su boca desbordaba su tradición, su origen, su tierra, su nostalgia.
Con “Mañanas de Navidad” llevó al público a un silencio estremecedor y allí comenzó un viaje hacia las canciones míticas de sus discos. Las personas comenzaban a moverse con ganas de bailar y con la llegada de “Como danza la esperanza” se empezó a sentir el calor de Raly y comenzaron a gritar las miradas.
Infaltable la mención a los compañeros del Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) en donde Raly expresa su comprometida lucha social por la tierra tanto en la acción como en sus letras: “El Activista”, “Baguala del desengaño”, y con “Esta historia”, dijo: “Esta canción va dedicada a todos los movimientos sociales que luchan todos los días en esta tierra, que le ponen el corazón a la adversidad y ante lo que propone día a día este sistema, la deshumanización”.
En el escenario el santiagueño se sentía seguro porque a su lado derecho se encontraba su gran compañero de ruta, Ernesto Guevara quién presentó canciones que hicieron bailar al público con “Luz compañera” y “Donde alguien me espera”. Así nacieron las chacareras, que continuaron con “La gente del Campo” y “La Rafa Touriño”.
El público luego del zapateo y el zarandeo, de las medias vueltas y los giros, se detuvo ya que se hizo presente un hombre a través de los acordes de “Mensajes del Alma”, Raly homenajeó a León Gieco. Sin embargo el show tenía que seguir y así llegaron los famosos enganchaditos donde se unió “Ey Paisano”, “Circo Criollo” y “Chacarera del exilio”.
Las chacareras se fueron transformando en saltos, en manos levantadas, en un público desbordado, “Oye Marcos” y “Hasta siempre” hicieron temblar el suelo, pero Raly debía terminar con una infaltable canción : “Somos nosotros”, así se despidió con interminables aplausos.
Dudas no quedaban, el que finalizaba esta noche inolvidable era Arbolito y así comenzó el ritual: personas repartían globos y los fanáticos en primera fila presentaban las banderas donde se veía a Arbolito sosteniendo la lanza, también frases como “Arbolito, no existe lima mejor”, “Esto es Arbolito” y Wipalas. Se abalanzaron al escenario al escuchar la primera canción “Chacarera de las cloacas” a la que le siguió “La mala reputación”, donde el público tenía su propia fe y puesta en Arbolito, fe en que esta banda popular los llevaría a una noche de resistencia, fiesta, sorpresas y emoción.
Así subió el primer invitado: Raly Barrionuevo, aquí a la emoción auditiva se le agregó la emoción visual y es que “Niña Mapuche”, con las imágenes de Lago Puelo, El Hoyo, tierras mapuches recuperadas por sus habitantes, moviliza el corazón de todos.
El público recibió al próximo invitado Daniel Buira al compás de “Como una luz” y “La recuperada”. Los amigos de Arbolito subían y bajaban del escenario, compartían su música con el grupo y el público, hasta que llegó el turno de una mujer de pelo negro y ojos oscuros, una voz privilegiada del folclore argentino. Verónica Condomí cantó “Zamba para mi guagüita”, escrita por su padre, representando su herencia.
Arbolito y su espectacular puesta en escena no dejaba de sorprender a su público, el color de los bailarines de la saya boliviana aparecieron en el escenario con un tema del último disco llamado “Saya del yuyo”, la energía y la fuerza se hicieron presente en el escenario. Los bailarines expresaron en sentidas coplas todos sus sentimientos, tanto alegría como tristeza, tanto pedidos como quejas al patrón desde las minas del Potosí, a través de “Amérika Bonita”, “La Costumbre”, “Estudio de charango” y “Sariri”.
En la letra de sus canciones Arbolito denuncia y pelea como en “Sobran”, canción que se sintió aún más por las próximas elecciones; pero también transmite dulzura narrando un sentimiento tan cotidiano como “La novia”.
En sus recitales existen prácticas que uno no puede dejar de hacer, son marca registrada que la persona que incursiona por primera vez en un recital de este grupo vivirá y nunca olvidará. Es bailar al compás de “El pibe de los astilleros”, son las manos levantadas y movedizas en “La arveeeeeeeeja esperanza”, y las personas en cuclillas cuando empiezan los acordes de “Si me voy antes que vos”, un mar de personas se calma y presta atención a esta letra que llega hasta lo más profundo del alma.
Eran las 00.05 y un día especial para el grupo y para un integrante en particular, Agustín, quien cumplía años. Cuatro mil personas lo despidieron cantándole el feliz cumpleaños y cansados pero felices porque Arbolito, una vez más con un show memorable, le devolvió a su público la fe puesta en ellos.