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La luna es uno de los temas más recurrentes de nuestro folklore, tal vez por su imponencia entre los paisajes más diversos ha sido homenajeada de diferentes maneras. Hoy, en pleno siglo XXI, el homenaje a esa “dama de plata” continúa, es que en el ciclo Lunas de Tucumán Juan Falú se presentó junto al pianista Calos Aguirre.
Seguramente, la luna estuvo esa noche tan enamorada como el público. A sala llena, e incluso con personas de pie, la música hechizó a la luna y se vistió de folklore.
En el ciclo organizado por la Casa de Tucumán en Buenos Aires, Juan Falú se da -varios viernes- el gusto de tocar con algunos de sus amigos más entrañables.
Carlos Aguirre es uno de los pianistas más talentosos del país, junto al mítico Juan Falú se animaron a mezclar zambas con aires de tango y ofrecieron también una novedosa y exquisita versión de “Agitando Pañuelos”.
La zamba siguió presente con “La chuscala” y “La resentida” que fue cantada a dos voces y sentida por el público con muchísima emoción, los valsecitos tuvieron su momento en una noche llena de postales de música y poesía, “Los abuelos” y “Pequeño” dejaron huella de un género tan entrañable como ancestral.
Las cuerdas de Falú se cruzaban con las teclas de Aguirre y las melodías se mezclaban con los aplausos del público. Un gesto cálido y preciso ante la música también cálida, que llegaba con la caricia del susurro y la intensidad del pentagrama.
La “Canción de cuna costera” se volvió una obra nueva con los arreglos con que la recrearon el tucumano y el entrerriano, “Pá qué la quiero redonda” y “Jangadero” cosecharon aplausos y alegría. Entre chistes y anécdotas los músicos dialogaban entre sí y con el público que les pedía canciones desde la platea “A don Ata, Juan”, “Una chacarera”, decían y ellos –gustosos- ofrecían su arte.
Durante todo el concierto se respiró un aire lleno de magia, como si la música por si sola trazara infinitos caminos con cada melodía y de la calma de la zamba el aire se mudaba en alegrías de chacarera. Entre el público alumnos y colegas de los músicos asistían a una velada de folklore que algunos podrían definir como erudito o académico, pero en el que -más allá eso- no faltaron los clásicos de siempre, claro está, transformados con nuevas armonías, transitando distintos senderos. “La López Pereyra” y “Pampa de los guanacos” cerraron una noche que llegaba a su fin -según un humorístico Falú- “por carestía de repertorio”.
Para los bises, cada uno de los músicos convocó -de manera totalmente improvisada- a uno de sus alumnos. Una muchacha le prestó su voz a la zamba apadrinada por Aguirre, Falú deliberó con su discípulo Gustavo sobre tonalidades y repertorio hasta que finalmente se decidieron por la “Zamba por vos”.
Los aplausos del público cerraron la segunda noche de un ciclo de luna y de folklore donde uno de los mejores guitarristas del país actúa junto a sus colegas más destacados. ¿El público? Tan agradecido como la luna que adorna el cielo porteño y que los vienes se duerme entre zambas y chacareras.