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El recital duró dos horas y contó con Los Tekis y Natalia Pastorutti como invitados. Tuvo un imponente escenario, vestuario y un marco de público que no fue el esperado. El espectáculo quedó registrado para ser editado próximamente en formato DVD y CD. La banda de músicos y los arreglos vocales se lucieron sobre el resto.
La apuesta era muy jugada y se anunciaba como el evento del año. Y lo fue. De eso no hay dudas, ni quien lo discuta: tres de los artistas más exitosos del folklore versionando en forma conjunta sus más famosas canciones y cantando temas inéditos. Todo esto con una puesta en escena imponente, nunca antes vista en el género.
Fue el sábado en el Estadio Vélez, durante una de las noches más helada en lo que va del año, pero las bajas temperaturas no lograron retener la fiesta. La producción era impactante, con una tremenda pantalla gigante de alta tecnología donde se iban proyectando imágenes de paisajes y modernas animaciones, luces, flashes, parlantes por doquier y hasta pequeños monitores escondidos en el piso que iban soplando cada estrofa (más de uno se equivocó en las letras).
Y la fiesta por fin empezó -fue reprogramada para dos semanas después- con el ballet El Chucaro en la apertura y el tema “Somos el pueblo”, acompañado por una docena de músicos ajustados a la perfección.
“Esto es todo para ustedes”, dijo Rubén Ehizaguirre, mientras que Mario Teruel completó el saludo confesando: “Habíamos dicho que no íbamos a hablar mucho, pero si no lo hago no se me pasa el julepe”. Así, cada integrante del trío cedió protagonismo y la charla con el público estuvo medida.
“Mensaje de chacarera”, de Horacio Banegas, “De Simoca”, del Chango Rodríguez, ambas en versiones insuperables, dejaron en evidencia que el cráneo Mario Teruel había echado mano en ellas.
“Chaqueño, nos hemos quedado solos”, dijo La Sole y los duetos empezaron a florecer con “Puentecito de mi río”, de Buenaventura Luna. Luego, Palavecino hizo un recitado en la introducción de “Cueca del desengaño”, donde todo San Juan apareció en pantalla con sus coloridos paisajes.
Otra brillante versión a trío fue “Amor de los manzanares”, para dar paso al segundo cruce de la noche protagonizado por Los Nocheros y Soledad y así reversionar la exitosa “Canción del adiós”. En ese sentido, también interpretaron “El dedo en la llaga”, en donde los contrapuntos de Ehizaguirre-Palavecino no fueron los mejores, y “La yapa”, con un corte power.
El frío se hacía notar aún más, pero los clásicos lograron calentar un poco el ambiente. “Punta Cayastá”, “Carpas de Salta”, “Don Amancio”, sin Soledad en escena, antecedieron a la destacada interpretación de “Sembremos la chacarera”, de Carlos Carabajal.
Ya cuando todo parecía anunciar el final, para el primer intento de despedida arremetieron con “A Don Ata”, “Vuela una lágrima”, “El humahuaqueño” y “Fiesta del alma”, el tema compuesto por Kike Teruel y Teresa Parodi especialmente para esta reunión cumbre del folklore.
Los aplausos del público, que rondó en unas 20 mil personas, pusieron otra vez a los artistas sobre el escenario. Acompañados por Los Tekis en “Qué no daría yo”, Soledad y Álvaro Teruel cantaron el tema más meloso de la noche.
Tras “Nadie sepa mi sufrir”, la única mujer buscó reemplazo para que su hermana Natalia le ponga voz a la zamba “Jamás”. El final ya era inevitable y los artistas, todos vestidos de azul (hasta el Chaqueño lucía sombrero azul), se acercaron al borde del escenario para despedir a su gente.
La ovación fue tal que los bises se prolongaron con “Amor Salvaje”, “A Don Ata” y “La Yapa”, para coronar un show inolvidable que fue preparado durante varios meses y para el cual debieron resignar actuaciones por separado. Así y todo, la concurrencia no fue la esperada, pero el disfrute fue total.
Nota: Agustín Nanni
Fotos: Santiago Lofeudo