}
Era casi el medio día. Llegando a la plaza 12 de Octubre, las melodías de marchas tradicionales bolivianas; el hacinamiento de personas frente a improvisados puestos de venta de todo tipos de productos que formaban una pequeña feria, niños apurados en busca de una pronta diversión, me permitían advertir que allí era día de fiesta. Cruzando la plaza; la inocente fachada de la Parroquia “Nuestra Señora del Trabajo” vestida de fiesta con coloridos arcos que conducían hasta su ingreso. Al frente, gradas con algunas personas reservándose un lugar “preferencial”. Sobre una de las calles adyacentes al templo, una gran feria de alimentos y bebidas, en su mayoría, típicos de Bolivia; donde además de comprar materias primas, se podía tomar asiento para disfrutar de exquisito almuerzo. En barrio Villa el Libertador de la ciudad de Córdoba, por vigésima primera vez, se celebraba la fiesta de la Virgen de Urkupiña. A pesar de que la fiesta religiosa mas importante de Bolivia es la de la Virgen de Copacabana, celebrada en la capital del país vecino, Villa el Libertador le rinde homenaje a Urkupiña, por ser la mayoría de sus habitantes provenientes de Cochabamba, ciudad boliviana donde se realiza esta celebración religiosa y popular. Desde 1985, la imagen de la Virgen traída al barrio cordobés por la familia Vargas, se ha convertido en testigo de una fiesta que no solamente crece en el tiempo y en la geografía, sino que también trasciende cada vez más en aquellas que personas que toman contacto con su nombre. El sol iluminaba y presenciaba con un color especial la tarde del sábado 19 de agosto. Una gran cantidad de personas (aproximadamente 5.000) se congregaban en las gradas y lugares posibles, próximos al templo, para recibir la imagen de la Virgen que llegaba en procesión por Av. Mayo. Encabezada por Urkupiña, seguida de otras varias imágenes que la acompañaban, al final la banda de música, la peregrinación se encontraba en su final. De frente a la calle quedaron las imágenes de las advocaciones de la Vírgen. Tras el saludo de las autoridades, en un breve momento, se elevaron hacia el cielo las banderas de Argentina y Bolivia, entonando los respectivos himnos nacionales. El izamiento de banderas se había realizado y daba paso a la bendición de los cargamentos; vehículos decorados con tejidos de colores que llevaban diferentes objetos que representaban pedidos a la Virgen, pertenecientes, en este caso, a diferentes familias como los Valverde, Carvallo, Ampero, Maldonado, Verdugues, Choque, Loyola, Arancibia, etc. El tiempo parecía transcurrir muy lentamente. La banda de música “Súper Linares” acompañaba cada momento. El cura párroco, cubierto de papel picado, bendecía los arcos que estaban en el ingreso del templo. Estos también habían sido realizados por diferentes familias. Seguía sonando la banda. Cada vez se notaba más la presencia del sol. Los grupos de baile comenzaban a desfilar frente al público y a Urkupiña, en su sangre corría cada uno de los ritmos que bailaban, en su corazón, ofrenda y promesa a la virgen. Nadie se quería perder ningún momento. Los niños y grandes buscaban el mejor lugar. Los estudiantes que presenciaban la celebración tomaban nota de cada detalle. Algunos personajes políticos también querían ocupar un espacio. Un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba tomaban imágenes de todo lo que sucedía (desde hace un año, ellos están preparando una documental de esta fiesta). Ya eran las 19:00 hs y había pasado bailando morenada el grupo “Ecos del Socavón”, la danza de la collahuada por “Raza de Bronce”, saya afro-boliviana en una representación de la esclavitud que conmovió lo mas profundo de mi ser. También había pasado “Bolivia Corazón de América” bailando caporal, además de “Acuarela boliviana”, “Yaguar Llajta” con el acompañamiento del grupo Uyariway, que desde un escenario móvil interpretaban tinku, “Real Urkupiña”, “La Diablada Siglo XXI”, “El Salay”, “Caporales Urkupiña” y muchas agrupaciones más. Todos los ritmos y danzas habían estado presentes, desde la saya, el tinku, hasta danza toba y la diablada. El sol ya no estaba. Tampoco la gente. Estaban, pero agrupados en otros lugares. Algunos tomaban chicha y comían tamales. Otros tomaban mate. Algunos observaban como bailaba la agrupación “Juventud Unida”, que según nos contó minutos después, Marcos, integrante de este grupo, era la primera vez que bailaban en esta fiesta, aunque el desde hace mucho tiempo bailaba en Bolivia. En ese momento, en que tomaba chicha y observaba que hacía el resto, fue cuando me encontré con Rodolfo Rodríguez, encargado de Prensa del Centro de Residentes Bolivianos en Córdoba. Allí él, con claras palabras me manifestó su alegría por la forma en la que se había llevado a cabo la fiesta, por la convocatoria y me aseguró que esta fiesta grande, en Córdoba, seguiría creciendo. Cuando había llegado a la plaza, no me imaginaba que me esperaba. Alguien me aseguró que desde hacía mucho tiempo las familias se venían preparando para realizar esta celebración. Aun no había terminado la fiesta, clara manifestación de sincretismo, en los “salones”, mas tarde habría más; pero en ese momento, estaba casi seguro que el próximo año regresaría, conociendo un poco mas de esta festividad pagana, tal vez, entendiendo un poco mas, los lazos que a ellas me unían./v/asweds.com/ur.php>