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El festival bajó el telón de su edición 2009 con una Bodega Encantada desbordada por el sello Palavecino. La anfitriona Mariana Cayón fue recibida con fuegos artificiales que la ayudaron a lucirse. En la noche anterior, Los Huayra ocuparon el protagonismo que sabían acunar sus co-provincianos Los Nocheros.
Es el dueño del escenario Payo Solá. Al menos eso es lo que los organizadores y el público le demuestran. Es verdad, El Chaqueño Palavecino aquí convoca como nadie y por eso, todo, todo, gira a su alrededor. Pero tal vez, cuando esa raza que provoca delirio entre los serenateros se extinga, el festival vuelva a recurrir a otros artistas como Mercedes Sosa o Soledad -sólo por dar un ejemplo-, ya que este año reaparecieron prestigiosas figuras que hacía mucho tiempo no se pegaban una vueltita por Cafayate (Jaime torres, León Gieco y Melania Pérez, ente otros).
Ahora bien. La postal del sábado, o mejor dicho la del domingo a la madrugada, era impactante. Cientos de rostros trasnochados alumbrados por la luz del amanecer, sombreros, gorras y vinchas torcidas sobre las cabezas y bebidas espirituales para amortiguar la larga espera del ídolo, hacían de la jornada de cierre una ceremonia cuasi religiosa que oraba al ritmo de la música del Chaco Salteño.
Entonces el cantor aparece con su típico traje de gaucho, cuando el reloj luce las 5:35 y la Bodega Encantada el pico máximo de concurrencia que supera las 13 mil personas. Todos se ponen de pie para recibirlo y, entre clásicos de su repertorio, el recital termina tres horas después de su inicio con el sol en la nuca. Así, el final de la fiesta fue magistral.
Esa misma noche, las mujeres ocuparían un importante espacio. Tras la picardía de la bagualera Mariana Carrrizo, la hija predilecta de Cafayate, Mariana Cayón, hizo que el cielo del valle brillara de punta a punta por más de 10 minutos con los fuegos artificiales que festejaban su reciente Consagración en Cosquín 2009.
A continuación ya era el turno de Los Changos. “Espiritu de mi tierra”, “Ya no vendrás” y “Diablo de los bombos” fueron algunas de las interpretaciones que entregaron el dúo conformado por Luis Paredes y Franco Barrionuevo, los ex Carabajal.
Marcela Ceballos esta vez pisó sola el escenario -ya no como invitada de su tío Palavecino- y se destacó con su corte difusión “Mentime nomás” y “Chacarera del rancho”, que dejó a los serenateros con ganas de más.
El viernes, la Delegación de Salta impactó como lo hizo un mes antes en Cosquín. Federico Maldonado, Grupo Imán, Los Arrierros de Salta, entre otros, inundaron de paisaje, copla y danza al Payo Solá.
Otra hija de esa tierra, Melania Pérez regresó a La Serenata luego de una polémica carta enviada años atrás a la Comisión del festival, que reclamaba “un espacio para todos los artistas y no para unos cuantos”.
Luego de cantarle a Jujuy, Pérez se revindicó acariciando formidablemente “La calladita”, “Chaya de la soledad” y “El viaje de la pastorcita”, en un show que regó de prestigio al festival.
Algunas voces rinden honor a la música toda en su estado más puro. Su nombre florecía en talento, como protagonista de la noche, era el momento entonces de los otros consagrados en Cosquín 2009: Los Huayra.
El cuarteto ofreció piezas de sus dos materiales discográficos. “Cuando te vi”, “La Sixto violín”, “Soy el inca”, “Cuando llegue el alba”, “La voz del viento”, “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, entre otros. “Somos de acá, somos de ustedes”, dijo Juan Fuentes y del otro lado se escucharon aplausos interminables y suspiros de las más jovencitas.
Después de casi dos horas, y ante la insistencia de los aplausos; “Colo” Vasconcellos, Sebastian Giménez, Luis Benavidez y Juan Fuentes regalaron “una más” y los acordes de “Aurora” fueron los indicados para culminar una de las mejores actuaciones del grupo en tierra salteña.
Siempre mítica y encantadora la Serenata a Cafayate, con cantores y bailarines, entre historias pasadas y presentes y música al amanecer. Con un importante marco de público sobre el final y la amenaza de lluvia latente en cada jornada… Hasta el próximo febrero, hasta el próximo ¡Alegrate, Cafayateee!