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La noche de apertura tuvo como epicentro musical a los santiagueños Raly Barrionuevo y Néstor Garnica. La sanjuanina Claudia Piran entregó cuecas e hizo bailar al público. También se destacó la Delegación de Jujuy con Tukuta Gordillo a la cabeza.
“Aquí vive el sol”, así recibía un cartel a los turistas que ingresaban a Cafayate por la Ruta Nacional 40, pero hace unos años, mejor dicho, desde que esa leyenda desapareció por obra del hombre, el Dios Inti cada tanto se toma vacaciones y sobrevuela otras montañas del Valle Calchaquí.
Es lunes -día atípico para iniciar una fiesta popular- y el desafío ya esta en marcha. Amanece nublado y la noche se vuelve cruda de frío en La Bodega Encantada. Entonces, la concurrencia al Festival de la Serenata a Cafayate no es la esperada. La crisis económica mundial, el mal tiempo y el posterior día laborable se frotan las manos. Sin embargo, Cafayate se alegra con su fiesta grande y sabe que tendrá revancha.
Ahora hablemos estrictamente de lo musical. Se cumplen 35 años de aquella primera edición y esta vez el festival tendrá… ¡seis jornadas! Le dicen La Serenata de lujo, ¿por qué? León Gieco, Jaime Torres, Alfredo Abalos, Raúl Barboza, El Chaqueño Palavecino, Claudia Pirán, Raly Barrionuevo, Melania Pérez, Los Tekis, Néstor Garnica, Mariana Carrizo, Sergio Galleguillo y Carlos Moscardini, entre otros, fueron convocados a esta vendimia de canciones.
El reloj marca las 22 y los fuegos artificiales inundan de brillo el oscuro cielo. Tras el tradicional grito ¡Alegrate Cafayate! pronunciado por los locutores locales, el maestro de ceremonias, Oscar Humacata, anuncia el vals “Mal de Luna”, icono del festival.
La Delegación de Jujuy, que ya se había hecho notar con los retumbos de los sikus por las calles céntricas de la ciudad, nos hizo creer -al menos por unos instantes- que estábamos envueltos por los siete colores de su alto cerro. El tilcareño Tukuta Gordillo y unos jóvenes instrumentistas autodidactas encendieron los primeros destellos de buen gusto.
“Que la Pachamama les siga besando la boca”, dijo Gordillo para introducir una bella versión de “Carnaval del duende”. Entre erkes, sikus y el “Ave María”, La Delegación daba paso a Los Copleros, que con sus matices y juego de voces llenaron de admiración a la penosa concurrencia.
Luego, San Juan dejó caer uno de sus frutos más dulces: Claudia Pirán. “Que mala suerte” y “Zamba del carnaval”, del Cuchi Leguizamón, le sirvieron para mostrar su gran sonoridad y talento.
Tampoco perdió oportunidad para lucirse con su versión de “Honrar la vida”, el tango “Nada”, “Chiquitita” y, a ritmo de carnavalito, la cumbia “Fuiste”, popularizada por Gilda. Así, Pirán se despidió en medio de un público eufórico y con una excelente recepción en su primera visita al encuentro máximo de los salteños.
Pese a la noche invernal, el clima levantaba temperatura con su violín. Nestor Garnica, otro artista que debutaba en el escenario Payo Solá, irrumpió con “El duende del bandoneón” y una fuerza que contagiaba alegría, ante la atenta mirada de su colega Raly Barrionuevo que lo admiraba desde un costado de las tablas.
“Entre ustedes -refiriéndose al público- anda mezclada mi hija. Para ella le escribí esta canción”, confesó Garnica antes de entregar “Mi niña” y un hechizo de zambas y chacareras. Para el final, eligió despedirse con “Desnudo” y las profundas estrofas de “El olvidao”.
Pero todavía quedaba mucho más Santiago del Estero por disfrutar. Raly Barrionuevo volvía a La Serenata después de diez años, tras alcanzar un importante reconocimiento en la escena folklórica y un talento que dejó ver al interpretar sólo con su guitarra “Luna Cautiva”.
En “Donde alguien me espera” se sumaron sus compañeros de ruta con la notable ausencia del reciente papá “Mono” Banegas. Entonces siguieron “Frías” y “Si acaso vuelves”, que provocaron delirio entre los bailarines aficionados agolpados en las distintas pistas improvisadas.
En nombre de los vecinos auto-convocados del Valle Calchaquí, dijo “NO a las Minas” y a la contaminación del medio ambiente. Así reafirmó su compromiso y “Ey paisano” se escuchó como reclamo en lo alto del firmamento.
Tras los bises con “Chacarera del exilio” y “Circo criollo”, el santiagueño se despidió homenajeando a esta tierra salteña. Rasgueando una zamba: “Con tu pollera que vuela, bailo esta zamba sin prisa. Tus movimietos me lleva como un cometa en la brisa…”, que fue coreada por todos lo que hicieron de esa fría noche inaugural, una Serenata de lujo.