}
Los Manseros Santiagueños sacudieron con su encanto al Club Sarmiento, mientras que Melania Pérez abrazó la noche con su magia hecha garganta. Raly Barrionuevo retomó el legado de los grandes decidores y Néstor Garnica brilló bajo la lluvia. Aquí, todos los detalles de una noche bien santiagueña.
Una tercera jornada nublada no fue impedimento para que el Festival La Salamanca despierte a sus hijos predilectos. Tras la apertura a cargo de la academia La Chacarera, dirigida por el profesor Humberto Romano Marucci, el joven músico local Santiago Alvarado desplegó talento con los instrumentos piano, violín y acordeón en interpretaciones de su autoría.
La actuación siguiente atrapó a las miles de almas que ya poblaban el lugar. La salteña Melania Pérez pisó el escenario Jacinto Piedra acompañada de su caja y con canciones como “Adiós pueblito de Iruya”, “Chaya de la soledad” y “La Calladita”.
En un espectáculo sin desperdicios, aprovechó para repasar los nombres del gran Gustavo Cuchi Leguizamón y el poeta Manuel J. Castilla, amigos que siente el placer y la responsabilidad de cantar en cada uno de los festivales que visita.
Con el Ballet Nehuén, Frnaco Ramírez irrumpió a fuerza de guarachas santiagueñas y los temas “Lágrimas negras”, “Zambita del musiquero” y “Tus ojos”. Envuelto por el manto de los aplausos, se despidió con una potente versión de “Guadalupe”.
La Banda, cuna de poetas y cantores, se volvía a conmover al presentar a uno de los grupos iconos de la provincia: Los Manseros Santiagueños, en un recital con luz propia.
Con más de 45 años de trayectoria, Onofre Paz, Guillermo Reynoso, Alito Toledo y Martín Paz entonaron piezas emblemáticas, entre las que se destacaron, “Ciudad de La Banda”, “Añoranzas” y “Desde siempre y para siempre”.
La danza siempre fue protagonista de las noches salamanqueras. Ya era el turno entonces del destacado bailarín Juan Saavedra que colmó todos los rincones del Club Sarmiento con movimientos precisos.
Luego, la ciudad del dulce mistol siguió en guardia y poblada de bailarines. Con “Alma de rezabiale” Raly Barrionuevo inició su presentación arengado por ciento de parejas que se movían al ritmo de su chacarera.
La reflexión y compromiso, ya asumido desde hace un tiempo, aparecieron en canciones como “Ey paisano”, “Somos nosotros” y “Hasta siempre”. La polvareda se levantó otra vez a fuerza de “Chacarera del exilio” y “Gato del festival”.
Sobresale en la jornada otro trovador de las coplas de esta tierra. Marcelo Mitre ofrece como bendición una de sus creaciones más populares: “Camino a telares”. Entonces, los coros encendidos desde el público afirman la sospecha. Y si faltaba algo mas para confirmarlo, dispara “Digo la telesita”, tal vez una de las canciones de mayor interpretación del último año.
Caen del cielo pequeñas gotas de lluvia como caricias sobre cientos de rostros. Nada nubla la alegría de quienes contemplan ese violín embrujado. Néstor Garnica desafía las inclemencias del tiempo con “Chacarera del violín” y se anima a cantar “Desnudo y viejo”.
Su repertorio continúa con “La Manogasteña” y “El gato de la negra”, pero alrededor de las seis de la mañana, los locutores tienen la difícil tarea de anunciar que el festival se suspendía por la intensa lluvia reinante.
Así, este encuentro de brujos cantores coronó la tercera noche de la XVIII edición del Festival La Salamanca, que pese a bailar bajo la lluvia, tuvo un marco brillante de público y lo mejor de la sangre santiagueña.