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Si alguien se sitúa en la calle Presidente Perón al 800, cerca de la esquina podrá observar una multitudinaria muchedumbre inquieta por querer conseguir, aunque sea, una silla para poder entrar en la Confitería Real, un lugar distinto en Cosquín que ofrece lo mejor de la cultura argentina.
Por fuera, la imagen de un viejo bar porteño, totalizado con vidrios a media altura para permitir ver desde afuera la presentación de los artistas; por dentro, un lugar cálido forjado en los setenta, con paredes de madera prolijamente barnizadas, lo que permite que el sonido no se pierda en el vacío de los muros y decoradas con cuadros de variados pintores enseñando los paisajes hechos de diferentes elementos, como la caña.
Destacado en tragos y cafés nacionales e internacionales, es un sitio acogedor para la presentación de libros; por otra parte, “El Templo del Canto”, además de ofrecer conciertos de otra rama del arte como jazz y tango, brinda lo mejor del repertorio musical folklórico presentado con la voz experta de Claudio Suárez.
Grito chayero con “Carnaval de La Rioja”, soltó harina carnavalera en la voz de Daniel Argañaraz, quién se presentó en el Escenario Atahualpa Yupanqui y mientras tanto, produjo el delirio de un público especializado en la escucha y el respeto por el artista.
La sorpresa de la noche la regalaron Los Arrieros de Salta al invitar a cantar al ex integrante de Los Tucu Tucu Roberto Pérez, ya recuperado del accidente que significó la muerte de los líderes Romero-Bulacio. Su voz, intacta y eterna se manifestó en un abrazo de agradecimiento del público cuando interpretó “Luna Tucumana” y “La Oma”.
Desde Chascomús, Provincia de Buenos Aires, el Grupo Lauquen dejó sus instrumentos de viento en el alma de la confitería con canciones como “El Antigal”, “Adiós, que te vaya bien” y “Honrar la vida”. Luego era tiempo del Grupo Ceibo, conjunto coscoíno que desparramó su música para alimentar la tierra natal mientras esperan ansiosos la vuelta a la Plaza Próspero Molina para la décima luna.
Uniendo rutas, los cordobeses de Murmullos, demostraron con sus arreglos vocales, la seriedad y el compromiso para defensa y continuidad de nuestro folklore interpretando éxitos como “Marca Borrada”, “Puente Pexoa” y “Fuego en Anymaná”. Para su cierre, consagraron nuevamente a Roberto Pérez, cantando “Nada tengo de tí” de Horacio Guarany.
De Córdoba, la música se trasladó a Salta, donde La Legua dejó su juventud con canciones como “La Chaquipura”, “Del Chúcaro” y “Balderrama” y a continuación, la emoción de los jóvenes hermanos debutantes, “Nueve Lunas”, manifestando los nervios coherentes confundidos con la alegría por el debut con un desempeño para tener en cuenta.
Al viejo estilo de Cantoral o Grupo Vocal Argentino, por nombrar algunos, el octeto “Vocal y Arena” sorprendió con sus trabajos vocales, entre canones y contracantos brindando un color incomparable a las reversiones de clásicos como “Desarraigo”, "Carnavalito del duende”, “Añorando” y “De mis pagos”.
Puede que tengan algún reconocimiento por su desempeño en el escenario mayor del Festival, pero mientras tanto, Canto 4 regaló su música por “La Real”, difundiendo su nuevo material bajo el mismo nombre del conjunto.
Ya se estaba preparándose Cristian Guzmán, experto guitarrista que estuvo en la Próspero Molina en la primer luna; afuera de la confitería estaba llegando Claudia Pirán y aún quedaba mucho a pesar que el reloj pisaba las seis de la mañana.
El repertorio de una noche significa, ver y disfrutar un grupo tras otro, ya reconocido en el ambiente o nuevos valores queriendo mostrar lo que hacen, por eso Confitería Real es un lugar para sentarse y escuchar detenidamente las propuestas de la música popular.