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En la séptima noche de la 49º edición del Festival Nacional de Folklore, León Gieco presentó el espectáculo “Mundo Alas”, una embajada de emoción compuesta por personas con capacidades diferentes. El alto nivel artístico estuvo marcado por "Dos orillas", a cargo de Teresa Parodi y Liliana Herrero. Arbolito consiguió una respuesta consagratoria.
Fue la luna de calidad musical, pero sobre todo, de solidaridad y unión. León Gieco abrió el juego, o mejor dicho, cerró la noche acompañado de un grupo de artistas discapacitados -en su mayoría chicos- en un recital para soltar lágrimas que llegó al corazón.
Pasadas las 3 de la mañana, “Chachito, campeón de Corrientes” se escuchó en la Plaza Próspero Molina para agrupar, con el idioma universal de la música, a las generaciones congregadas: padres e hijos, abuelos y nietos. Todos juntos, cantando y de pie.
Tras “El ángel de la bicicleta” y un homenaje a Yupanqui con el tema “Guitarra”, la noche empezó a regalar sus destellos más preciados. Con Raúl Romero, locutor de la radio La Colifata del Hospital Borda, como presentador oficial del espectáculo “Mundo Alas”, los pibes aparecieron en el escenario mayor con una sonrisa pegada en la cara.
“Mundo Alas”, iniciativa que capitanea Gieco, busca cambiar la mirada de la sociedad sobre la discapacidad y los verdaderos límites de ciertas deficiencias físicas. En este Cosquín, intentó hacer un reconocimiento a la labor del arte. Y lo logró con artistas de un talento diferente.
Entonces, bailarines, pintores y cantores se iluminaron en felicidad y debutaron en el escenario en Cosquín. Alejandro, Demian, María Laura, Carlos, Pancho, Estelita, Rosita y Pablo acompañaron a León en la interpretación de “Todos los días un poco” y la Plaza entera se consternó.
Antonella y Carlos, mágicos pintores sin manos retrataron en vivo, durante la presentación, hermosos cuadros con el encanto serrano de Córdoba, donde pareciera que en tiempos de festival, todo es posible.
El desfile de verdaderos artistas era constante, al igual que la emoción. “Carito” y “Cinco siglos igual” fueron el epílogo de una noche para el recuerdo que se despidió con una versión interminable de “Solo le pido a Dios”.
Pero esta jornada también había empezado con calidad. Tras el himno, la ceremonia de danza y el saludo de los locutores, “Camino y piedra” sería el sendero musical que abrazaría a Teresa Parodi y Liliana Herrero para despuntar el exquisito espectáculo “Canto de Dos orillas”.
“Esa musiquita” puso de rodillas a Herrero, mientras que su compañera -dueña de la canción- no hacía más que vestir la interpretación con simpáticos arreglos vocales. Una reliquia en armonías y arreglos para un recital de lujo.
A 25 años de ser consagrada en Cosquín, Parodi anunció “La Celedonia Batista”, “Caminito” y un homenaje a Violeta Parra con “Y arriba quemando el sol”, para completar un repertorio con una vibración impecable.
Más adelante el riojano Pancho Cabral invitó a la bagualera Mariana Carrizo para ordenar un duelo de coplas que simpatizó al público. Ya con un clima agradable, pese a una Plaza cubierta apenas por la mitad, San Juan cobró misterio en la voz de Claudia Pirán, que brindó temas nuevos y clásicos como “Zamba del carnaval”, “Volveré siempre a San Juan” y la estocada final, con “Honrar la vida”.
La danza también se hizo notar. Koky y Pajarín Saavedra entrelazaron sus raíces santiagueñas con la danza contemporánea. Con un juego de metáforas, duendes, coplas y al ritmo de pistas de Peteco Carabajal y Horacio Banegas, entre otros, lucieron sus mejores coreografías.
Y el baile se armó nomás. Parejas agolpadas en los pasillos anunciaban la presencia en el escenario del Dúo Coplanacu, que presentaron -como lo hicieron a lo largo de todo el pasado año- canciones de su último disco Taquetuyoj, pero esta vez con un condimento extra: junto a un cuarteto de cuerdas (Magnolias) y a otro de percusión (La repercuta).
“Este es un lugar mágico para el folklore”, dijo Julio Paz, mientras que Roberto Cantos arremetía con el rasguido de “Desmonte”. Con una platea de pie y bailarines, acariciaron “Coplitas para mi aguatera”, “Corazón Atamishqueño” y “Pancho Raco”.
Ahora algo pasa en la Plaza. Jovencitas enfrentan el frío y dejan lucir sus musculosas y otros coloridos atuendos sobre sus cabezas. La señal es ineludible: La Chilinga irrumpe sobre el Atahualpa Yupanqui con tambores. Entonces, hace su entrada triunfal el grupo folk-rock Arbolito, que busca consagrarse, esta vez acompañado de una banda de percusión. Y no está lejos de ello.
Suena, con video clip de fondo, “La costumbre”. Invitan a Verónica Condomí en la canción “La recuperada”, uno de sus tantos temas con compromiso social que florece de su repertorio.
El termómetro se calienta con “Vinito y amor” y sacan de la galera un tema de Los Redonditos de Ricota para provocar pogos y coros. La fiesta se enciende; le conceden un bis, y se ubican en el primer lugar entre aquellos que sueñan con la consagración, luego de haber metido a la gente en el bolsillo.
El espectáculo integral La Pampa es un Viejo Mar (con Delfo Sombra, Edith Rossetti, Lalo Molina y Dúo Libre Sur), Suyay, Gustavo Troncoso (Ganador Pre-Cosquín 2009), Sebastian Coronel, La Delegación de Santiago del Estero y el pianista Joel Tortul, completaron la programación de la séptima luna coscoina.
Párrafo aparte merece la actuación de Paola Bernal, que introdujo su propuesta al ritmo de baguala, para continuar con “Corazón de lechiguana” y una potente versión de “La colina de la vida”. Con “El gato de Cosquín” acunó un homenaje a su tierr