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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

UNA NOCHE ENTRE ROMANCES Y VUELTAS


26/01/2009

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RECORDAR


El Valle de Punilla se despertó con un clima casi invernal, muchos decidieron sacar sus abrigos del placard. Sin embargo, y a pesar de su persistencia, el frío no opacó a la tercera luna coscoína; tal vez porque el mejor abrigo para el alma es la música.

Una Plaza Próspero Molina repleta de gente: niños, abuelos, parejas de novios. Todos se dejaron conmover por el Ballet del Sudeste de Córdoba,  que presentó “Orígenes”, una propuesta que conjugó sonidos de la ancestral España con aires de milonga, malambo y pericón.

La danza persistía en magia, como protagonista de la noche, era el turno entonces del destacado bailarín y coreógrafo Iñaki Urlezaga. “El día que me quieras” colmó todos los rincones de la Plaza y  movimientos precisos y arrabaleros llegaron al escenario. Luego, emotivos acordes piazzolanos fueron el marco perfecto para las danzas que cautivaron a los presentes.

El romance de Piazzolla y Urlezaga concluyó con la ovación del público y en el escenario amaneció otro romance: el de la guitarra con la luna. Quien empuñaba las seis cuerdas era nada menos que Juan Falú. Con la declarada intención de “homenajear la posición del solista”, homenajeó también a Don Ata con “El bien perdido”. Desfilaron varias zambas, desde las plateas, se oían expresiones como “¡Vamos Juan!” o “¡Qué talento tenés!”, el público quería más deleite; y lo obtuvo. Falú se despidió con una encantadora versión de “La tristecita”. Los presentes tarareaban a coro y no dudaron en agradecer la virtuosidad de su guitarra con sentidos aplausos. 

El violín de “Lele”

La medianoche se expandía apenas y, ya en las filas de la tradición de los mejores violineros, Leandro Lovato le sacó chispas a su violín y encendió con su fuerza a toda la Plaza. “Rumor de Salamanca”, “Chacarera Ñaupa, ñaupa” y “Entra a mi hogar” fueron algunas de las canciones con las que el público y los bailarines vibraron junto al “Lele”.

El santafesino dijo que amaba al pago de Buenos Aires: “María Tamara Castro me hizo amar ese pago. A ella quiero brindarle un homenaje”. Las primeras notas de “El choclo” se fundieron con un sentido aplauso para Castro, elevado como plegaria y agradecimiento por su música.

Además, Lovato confesó: “Cosquín me ha traído más que suerte, me ha traído una serie de emociones indescriptibles. Por cábala, siempre estreno una canción aquí y quiero compartir con ustedes un gato que escribí para los bailarines, aquellos que educan a tantos de nuestros niños”.

Y al gato le siguió la última ofrenda del “Lele”: Una juguetona versión de “Santiago querido” donde “enfrentó” a los hombres y mujeres de la Plaza, invitándolos a cantar el estribillo. Luego de declarar un “empate técnico” el músico remarcó: “Estoy muy enojado porque en la selva de cemento no hay muchos lugares donde podemos tocar nuestra música. El año que viene este festival cumple sus bodas de oro y tenemos que pensar algo, tenemos que hacer mucho ruido para que allá se den cuenta de que el interior está vivo y que ama el folklore”. El público adhirió a la propuesta con un aplauso inolvidable.  

La vuelta del payador

Tras la huella del Martín Fierro de Hernández, como huella inalterable de nuestra tradición, la payada emergió como lumbre en la noche coscoína. La voz y la guitarra de Argentino Luna dejaron claro que el género de los octosílabos no ha perdido vigencia.

Múltiples bailarines danzaron “La huella” y todos los presentes escucharon los versos que Don Argentino dedicó a Yupanqui.

En un abrazo de generaciones que pone de manifiesto la actualidad de la payada, el cantor invito al escenario a su joven colega Nicolás Membriani, un decidor de 19 años que cautivó a las almas coscoínas con su arte y su espontaneidad.

Quiero Vale 4

Uno de los puntos más fuertes de la noche tuvo como centro a los salteños de Canto 4. Los jóvenes ofrecieron un particular e interesante repertorio. El puntapié inicial fue un desafío: los primeros versos de “Perfume de Carnaval” a capella, el visto bueno de la Plaza y entonces sí las guitarras y el bombo legüero. 

El cuarteto ofreció piezas de sus dos materiales discográficos: “La Pura verdad”, “Sombra herida”, “Cantores del alba”, “Recuerdo Salteño”. Los presentes ofrecieron una de las ovaciones más fuertes del Festival, ante la insistencia de los aplausos;  Rodrigo Villarreal, Iván Vera, Juan Peñalva y Facundo Rufino entonaron “una más” y los acordes de “La López Pereyra” fueron los indicados para cerrar una de las mejores actuaciones del grupo en tierra coscoína.

Más música

Radicada en España y por intermedio del acuerdo que tiene el Festival con el ayuntamiento de Cádiz, la argentina Anabella Zoch ofreció un variado repertorio. La intérprete, consgrada en Cosquín en 1997, cuando tan sólo tenía 17 años, recordó a su amiga Tamara Castro con “Justo ahora que me estaba enamorando”. “No pude despedirme y quiero dedicarle esta canción", dijo.

Además , Penke Pereyra ofreció una bella “Zamba pa´ Don Rosendo”, el grupo vocal ganador del pre-Cosquín 2009,  Alborada, dejó una muestra de su arte desde La Rioja, lo mismo que el conjunto Quebracho y Ariel Petrochelli e Ismará -que le sacaron brillo a la baguala con “El seclanteño”-.  

Desde Formosa, Mariano Fretes con su música y su voz inconfundibles, ofreció un cálido concierto y abrió la puerta para el último número de la noche.

El hijo pródigo de Cosquín

A las tres y media de la mañana y entre los gritos de cientos de fanáticas que colmaron la plaza, Luciano Pereyra llegó a Cosquín para festejar sus diez años de música.

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