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Artistas invitados: Raly Barrionuevo, Roxana y Dipi Carabajal
El dúo santiagueño Presagio presentó en exclusiva en la Peña del Colorado su segundo trabajo discográfico, Tierra que Espera.
Nunca mejor puesto el nombre del disco para la larga vigilia que mantuvieron los seguidores hasta la salida de este nuevo disco y para el regreso al circuito folklórico de Buenos Aires, al que estaban debiendo su presencia desde hace rato.
A las 22.30, el local ubicado en el barrio de Palermo y abarrotado de público (se cerraron las puertas porque no había más lugar) escuchó los primeros acordes de Luz Compañera, uno de los cortes de este nuevo disco.
Manuel Orellana (guitarra líder y primera voz) y Rodolfo Lucca (guitarra base y segunda voz), acompañados por los músicos invitados Roberto “Viruta” Auat (músico de Demi y la Comisión) en percusión y Daniel Patanchon, de la banda de Horacio Banegas, recorrieron así en la primera parte del espectáculo su última producción discográfica, donde reafirmaron la calidad compositiva de estos santiagueños nombrados por los principales músicos de folklore como parte de la excelente camada de nuevos artistas.
Al tercer tema ya salieron a bailar las primeras parejas, mientras sonaban Claro de Luz, Chacarera del corazón, Fantasía de mi cantar, El Sacherito -de don Sixto Palavecino y Felipe Corpos-, Tierrita Seca, En Cada Mirada, Libertad de Amanecer y las zambas Milagro del Tiempo y Mi zamba para bailar, una composición de José Antonio Herrera.
Ahora vamos a descansar unos nueve minutos y medio, dijo Orellana, ante una platea compuesta por jóvenes, mayores, y muchos músicos amigos quienes contribuyeron a hacer esta fiesta santiagueña mucho más grande, una especie de ritual salamanquero en medio de la ciudad de cemento.
La segunda parte se vino con Alma Maternal, canciones de aquel primer disco del año 2002 que tímidamente se convirtió en uno de los más buscados y los hizo reconocidos en el ambiente de peñas, principalmente en la provincia de Córdoba y revelación en el festival de Añatuya en el 2003.
Así pasaron Alma Maternal, En la unión de las Almas, En una zamba, Nuestra tierra, Zamba del Caminante, El Milenario, Soy de los Pueblos, Corazón Salavinero, y Otra vereda.
Promediando el encuentro, un artista que los vio nacer, y de cuya banda Manuel formó parte, fue invitado a subir al escenario para acompañarlos: Raly Barrionuevo llegó directamente desde la cancha de Boca, donde participó de la fiesta del centenario del equipo de fútbol y cantaron juntos Chacarera del Exilio y Somos Nosotros, dos temas de su autoría.
Sin solución de continuidad, la siguiente invitada fue Roxana Carabajal. Junto a Dipi, otro integrante de la familia invitado, cantó Igual que Pájaro Herido. Pero un solo tema era poco para la ovación que recibió y se despidió con Qué más se puede Pedir.
El final se acercaba y la selección de temas fue monumental.
Mientras el clima de fiesta crecía, Presagio siguió sobre el escenario con Atamishqueando, Chacarera del Cardenal, La Estrella Azul y un final para una sentida versión –apoteótica- de Te Voy a Contar un Sueño.
La noche del domingo todavía era joven. Al término del concierto, se armó guitarreada en las mesas, como sucede habitualmente en la Peña del Colorado.
Nuevos rumbos para el folklore traen los Presagio.
Una banda joven, de músicos y autores excelentes y canciones que hablan de lo actual, de la historia de Santiago del Estero, del amor en los tiempos que corren, y de las justicias e injusticias que compartimos a diario. Los arreglos de voces impulsan un nuevo estilo en la canción, para renovados ritmos con sonidos de guitarras innovadores.
Una banda que merece ocupar el lugar que tiene actualmente, sin estridencias, sin sobresaltos, sin publicidad en demasía.
Por lo bajo se va presagiando un nuevo concepto en la música argentina.
Manuel Orellana y Rodolfo Lucca llevan la bandera adelante.