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El santiagueño Peteco Carabajal presentó el miércoles 16 de noviembre en La Trastienda, colmada hasta el límite de su capacidad, su nuevo disco, El viajero, acompañado por la guitarra de Daniel Patanchón, batería de Demi (su hermano), voz de su hijo Homero, percusión de Ricardo Carabajal y el bajo de Juancho Farías Gómez.
Comenzamos a trasladarnos por el recorrido que ideó este musico que lleva treinta años haciendo chacareras con seis temas practicamente al hilo, siguiendo el misma orden de aparición que figura en la conformación del flamante material: "El viajero", “Aleluya”, "Bienvenidos", “Juan del Monte”, "Como la verdad" y "La guitarra" del duo Yupanqui-Valles.
Una mujer no aguantó más y al primer silencio que generó el grupo gritó: "¡¡estás hermso, Peteco lindo, te amo!!". "El dueño de la chacarera" sonrió y respondió en tono de broma: "este clamor me viene muy bien para contar que vino una comisión de damas a vernos y a decirnos que pongamos más fervor en nuestras letras, que seamos más románticos porque siempre le estamos cantando a las problemáticas sociales, al patio, a la comida, por eso ahora que es un tiempo de mujeres (aplausos) les vamos a hacer caso y preparamos 'Como arbolito en otoño' y 'La mataca ollera'", como para comenzar a hacer bailar hasta el cansancio al público.
Siguieron con el huayno acelerado “Amanecer revolución”. Y como hacer un viaje siempre es un relato de experiencias, llegaría el momento de revivir una anécdota: "resulta que fuimos con Demi a Shanghai invitados a una exposición industrial. Como ya estoy viejo, me levanto eso de las cinco, seis, y en eso lo despierto al Demi que me decía 'no, dejame, dormir un poco más', pero le insistí tanto que salimos a caminar para charlar con la gente (risas). Era un día de calor, casi como en Santiago del Estero en febrero, y mi hermano, más atento que yo, percibió un sonido familiar. “'Escuchá, ¡coyuyos!'. Comenzamos a ver hacia arriba y descubrimos que el sonido similar a una chicharra, un grillo, venía de los arboles,como en nuestro monte. Fui sin dudar a una casa de instrumentos, compre una flauta china de bambú e intenté tocarla sin exito en el cuarto del hotel. Apenas llegamos a Buenos Aires comencé buscar un músico chino para hacer sonar esa cosa complicada de dos cuerdas y mil sonidos. Y lo encontré, busque en internet y me salió la dirección y el teléfono del único chino que toca eso en la Argentina. Cuando lo llamé no entendía nada, pero le dije 'venite al ensayo, teneme confianza'", decía Peteco para presentar a Chao Xu, además toca en la orquesta sinfónica nacional, para dar paso a las primeras bases melódicas de “El coyuyo de Shan-ghai” y advirtió que debe bailarse por partes: con la coreografía de una chacarera tradicional y pasos improvisados de artes marciales.
"Es muy fuerte esta canción y me gusta mucho porque su letra rememora esos tiempos de lucha emblemáticos de los años '70 cuando los cantores populares asumían un compromiso genuino. Son esas las banderas que quiero rescatar para que sigamos andando y reclamando", así se expresaba Peteco antes que suene “Cuando tenga la tierra”, de Toro y Petrocelli, tema recientemente también versionado por Teresa Parodi.
Y las letras para viajar que disparaba Peteco no solo se referían a lugares físicos, sino también a un ser enamorado siempre de la musica con una potente voz propia y original manera de ver el mundo, por eso contaría una de sus historias más humanas: "Por la época que le hice a mi mamá (presente en la sala) el tema 'Las manos de mi madre', la tenía re comprada a la vieja, me prestaba el auto, me lavaba la ropa, en fin, estaba entregada...pero resulta que Demi ahora le escribió también una canción, 'Símbolo universal', y ahora ella me está dejando de lado (risas)".
El maximo referentes del folclore continuó con "Quimey Neuquén", "El bailarín de los montes" y con un momento conmovedor cuando podió "rogar por el milagro" en referencia a Gustavo Cerati antes de hacer el cover de "Corazón delator".
Luego vendría un tango tremendo de su hijo Homero “Agoniza bandoneón”, aunque paradojicamente lo tocaron sin ese instrumento. Al rato, sonó "Volver", "Chacarera del polear","Las coplas de la vida" y para cerrar con el repaso del nuevo disco nada mejor que una declaración de valores y buenos sentimientos con "Vamos a andar" de Silvio Rodríguez.
Para los bises, Peteco violín en mano sorprendió a todos bajando del escenario hasta las mesas para tocar un tema instrumental mientras recorría la sala rodeado de muchísimas cámaras que no dejaban de retratarlo.
Después, Roxana y Graciela Carabajal, que se encontraban entre el público, lo acompañaron en los coros para hacer juntos sus clásicos: "La estrella azul" y "Digo la mazamorra".
Y así nos dejamos llevar de viaje por diferentes facetas en un recorrido que inevitablemente sucedió de manera concreta en el cuerpo y alma gracias a Peteco que siempre nos sorprende con nuevas posibilidades para tener ojos y lengua más abiertos.