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Un festival para gente como uno
En el teatro Coliseo todo está puesto en su lugar: desde las guardas en las alpargatas de los muchachos hasta los prolijos peinados de las señoras esposas de los hombres de campo. Las chicas van en grupos de tres o cuatro, comentando sobre los últimos movimientos de la moda, mientras esperan que el espectáculo comience.
Esta noche habrá tradición familiar para rato, empanadas, vino del mejor y en pantalla gigante, imágenes de caballos criollos, campo y jineteada. Oscar Gómez Castañón es el anfitrión, Juan Carlos Saravia será el homenajeado (a decir verdad, todos los grupos presentes, de estilo Chalchalero, le brindan homenaje) y el Dúo Coplanacu será el encargado del cierre. El comienzo es con Los del Huaicondo (Francisco y Alejandro Molina, Fernando García Llorente e Ignacio Taborda) un cuarteto de jóvenes de saco y corbata que repasan un repertorio variado que va desde Teresa Parodi (Se Puede) hasta Jorge Drexler (La del Olvido). Los chicos aprovechan la oportunidad para saludar a la parentela y a los conocidos (¡todos!) que no dejan de vivarlos y aplaudirlos.
Los próximos en aparecer son Juan, Sebastián, Gonzalo y Diego Chillado Biaus, otra familia tradicional de la sociedad rural, cuyos integrantes forman un conjunto que homenajea en cuerpo, alma, vestimenta y hasta interpretación vocal a los Chalcha. Los Chillado también tienen una peña en la zona de Palermo, donde invitan a reunirse a los chicos del interior en “un ambiente familiar donde se puede conversar, hacer amigos y traer a los padres.”
Aprovechando la ocasión, Juan Carlos Saravia, presente en la platea, es homenajeado con un repaso de la carrera de Los Chalchaleros en pantalla gigante.
El conjunto Los Cardenales formado por los Larralde y los García Balcarce, quienes a partir de esta noche y por cuestiones legales pasan a llamarse Los Nachos cantaron Puerto Tirol, Chacarera de un Triste y Cómo has Hecho, con buenas interpretaciones vocales e instrumentales.
Antes del cierre, otra familia tradicional en la que buena parte de los integrantes incursiona en la música, se hizo presente: Los Hermanos Paz, también a la usanza chalchalera pero con canciones de su autoría, hasta se animaron entre tema y tema, a hacer algunos chistes de salón sobre entretelones familiares.
El intervalo fue en la recepción del teatro, ambientada al estilo campo, con degustación de empanadas criollas y vinos finos, y de vuelta a la platea, el espectador no acostumbrado a estas tertulias folklóricas tan paquetas se preguntaba que harían los Copla en este ambiente, tan hippies ellos, tan peñeros.
Uno recordaba las palabras del creador de Pampa Nuestra, Santiago de los Heros, en las que decía que “estos espectáculos buscan ser una alternativa muy profesional donde todo está pensado y cuidado en los más mínimos detalles, lo que no es habitual en los ambientes de peña, donde las cosas son mas improvisadas.” y seguía pensado en lo que venía. No por la falta de profesionalismo del Dúo Coplanacu, sino por aquello “del ambiente de peña improvisado”, como llama De Los Heros a las peñas que desde hace unos años vienen pegando fuerte en Buenos Aires y el interior y de las que los santiagueños son referentes absolutos.
Pues bien señores, arriba del escenario, bombo, violín y guitarra, Julio Paz y Roberto Cantos, levantaron a las chicas bien peinadas de las plateas, los muchachos pelaron las alpargatas con guardas y todo se convirtió en una peña improvisada.
A fuerza de chacarera gato y escondido, los Copla fueron los de siempre. La platea se convirtió en un patio santiagueño levantando polvareda. Entrada la madrugada y en el final regado de papelitos multicolores, el violín salamanquero invitaba a más.
Para eso, y para el público de peñas desprovistas de orden, el Dúo Coplanacu se presentará en La Trastienda los días 28, 29 y 30 de abril, donde la improvisación estará a la orden del día, porque será parte del folklore que nace según lo que dicta el corazón y el alma.