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Grupo invitado: Arbolito
¿Será que cuando el Chango Farías Gómez toca, los sonidos de la música forman un universo único en el que todo puede suceder?
No es una simple chacarera ni una zamba más. Todo suena distinto.
Si hasta cuando se anima con el tango Vieja Viola de Homero Manzi da una clase magistral de buen gusto.
O será simplemente que las creaciones del Chango se te prenden en el alma para quedarse ahí, mientras tu cabeza absorbe la magia que sólo un artista como él puede lograr.
Ese “menjunge” musical, un universo creado a partir de experimentos rítmicos, con invitados de lujo, algunos obligados (la familia a pleno) y otros por el sólo hecho de prestigiar la velada, hacen que un concierto se convierta en obra de arte.
De los artistas que lo acompañaron el sábado 13 en el ND Ateneo nombramos a Laura Ros, Marian Farías Gómez y Verónica Condomí. De las canciones, Bajo el Sauce Solo, Oh Negritud, Alabanza, Nostalgias Tucumanas, Zamba del Grillo, entre las cuales metió hasta ritmos africanos, con la excusa de que al bombo, noble instrumento y símbolo de Santiago del Estero, lo importaron al país los negros africanos.
Un párrafo aparte merece la banda Arbolito (Andrés Fariña, Ezequiel Jusid, Agustín Ronconi, Sebastián Demenstri): folklore en los charangos, los violines, y la banda de sikus representada por el grupo Poder Sikuri; rock en las guitarras y los bajos eléctricos. Versiones duras de carnavalitos y chacareras y canciones de sus discos como Huayno del Desocupado, La Novia del Barrio y Arbolito, introducida con un texto de “Rebeldía y Esperanza” de Osvaldo Bayer, fueron parte de la presentación.
En el final, todos se unieron para cerrar las dos horas de concierto, que podrían haber sido tres, cuatro, ya que nadie se movería del lugar donde estaba, esperando un nuevo acorde, un nuevo arreglo, otra cátedra de música del Chango.