}
Los diez años del programa se celebraron el 28 de noviembre en el emblemático Estadio Luna Park de Capital Federal. La maratón musical comandada por El Chaqueño Palavecino, Peteco Carabajal y Jairo, dejó al público eufórico.
El clima destila un efervescente aroma a fiesta. No es para menos. Cumplir una década al aire en la feroz televisión argentina es toda una gloria. Por eso, Sin Estribos es contundente en su celebración: una multitudinaria comunión de artistas y público que agita, por más de seis horas, la bandera del folclore nacional.
La ceremonia empieza desde muy temprano con largas colas en los ingresos del estadio. Niños, jóvenes, padres y abuelos, todos expectantes. Los conductores Oscar Gómez Castañon y Julieta Riera salen asombrados al escenario ante las atentas miradas de quienes se reúnen en el lugar para vivir una fiesta.
Entonces, Los Novas inauguran el espectáculo con una bocanada de fusión en temas como “Solo tus ojos”, “Mi todo”, de María Carey, y el clasiquísimo “Piedra y camino”. Este nuevo grupo, oriundo de Santa Fe, recibió una buena aceptación y se despidió entre el delirio de las más jovencitas.
Salta es una mujer y Marcela Ceballos se encargó de ratificarlo. Simpática, carismática y con puntería a la hora de elevar una nota, acarició las canciones “Que más se puede pedir”, “La morenita” y el corte difusión “Mentime nomás”, de su primer disco Sueños.
El ambiente levantaba temperatura. Ya era el turno de Jairo, quien calentó su garganta con “Fuego en Animaná”. Con la prolijidad y profesionalismo que lo caracteriza, brindó un recital admirable que se prolongó por más de una hora.
A continuación la Fiesta de la Chaya se proyecta en imágenes de mil colores. Sergio Galleguillo es su embajador y en esta noche no hubo dudas de ello. Secundado por una banda bien aceitada, la algarabía llegó con “Carnaval en La Rioja” y “Solita y sola”, y para sorpresa de muchos, interpretó el tango “El bazar de los juguetes”.
Pasada la medianoche, el sueño ya estaba cumplido. Con las mismas expectativas y entusiasmo de hace diez años, Sin Estribos ya reafirmaba su compromiso de rescatar y preservar el folclore argentino, uno de los valores mas importantes de la cultura.
Pero aún faltaba mucho más por disfrutar. Las chacareras desembarcan al Luna y es Peteco Carabajal que con “Bajo la sombra de un árbol” y “Embrujo de mi tierra” hace poner en guardia a las parejas de baile. También los pañuelos se agitan al ritmo de “Perfume de carnaval”.
El estadio enloquece y el santiagueño luce una ancha sonrisa. En un descuido aprovecha para disparar las canciones de su nuevo disco Aldeas, es entonces cuando su poesía brota en “Flor de cenizas” y “Padre de mi corazón”.
El público ya se inquietaba por ver al Chaqueño, pero La Yunta lograría llamar la atención con un valioso repertorio tucumano. La coherencia de su mensaje en “De Simoca” y “Esos ojazos” hizo que a pesar de lo que estaba por venir, su recital tuviera gusto a poco.
El Chaqueño Palavecino irrumpe con “Copla mi voz” y el Luna Park estalla. Rápido y sin respiro suelta un listado de más de treinta canciones y brinda con los presentes por los diez años del programa televisivo.
A lo lejos se ve una señora con vincha, bandera y sombrero. Pide “Amor salvaje”, entonces la estrella del folclore, ni lento ni perezoso, arremete con la canción y su carisma arrasador para que el final sea definitivamente una fiesta.
Hoy, después de diez años de aquella primera aparición en pantalla y luego de haber cosechado los premios Martín Fierro y Santa Clara de Asis, entre otros, Sin Estribos es mucho más que un programa. Es, también, el único festival folclórico de Capital Federal.