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Marcela Ceballos viene de una familia de tradición en la materia capitaneada por su tío El Chaqueño Palavecino. Desde que se escapó de los grupos que formó desde los catorce años en su Salta natal, su frescura y talento le sirvieron para embarcarse en un camino propio, menos estructurado.
Acaba de editar Sueños, su primer trabajo solista. Pero no sólo eso: ¡ya tiene video clip! que fue grabado en un caserón de Pilar, Provincia de Buenos Aires. “Fue una experiencia re linda porque es la primera vez que hago un video. El tema es Mentime nomás de Jorge Milikota, que fue elegido corte difusión porque en Salta ya era un éxito antes de que saliera el disco. Las imágenes son de mi cara cantando y haciendo gestos, pero nos divertimos mucho y hasta los dueños del lugar se prendieron porque terminaron bajando un sillón y un vestido blanco. Salió bastante espontáneo”, confiesa Marcela Ceballos, de 23 años.
Sueños, que cuenta con la producción artística del Chaqueño, dirección musical de Claudio Pacheco y la intervención del guitarrista Juanjo Domínguez, tiene catorce temas variados en ritmos y autores. “Hay canciones viejas como La nostalgiosa que cantaban Los Fronterizos, pero la hicimos en una versión más tranqui. Lo mismo pasó con Andate, un éxito de Los Visconti que todavía se escucha en distintos países de América, pero también hay temas nuevos del Yuyo Montes, una bosanova que ese llama Nadie como él. Y como creo que en un disco siempre hay que innovar, tenemos que dar a conocer autores nuevos como Fabián Herrera, un amigo al que le grabé No me duela más Corazón y Soy la trunca o a Roberto Zapiola que escribió La morenita y con quien tuve la oportunidad de juntarme, porque es importante saber lo que quiere decir el autor para poder interpretar bien”.
Pero el que más revuelo causó fue el tango "Garganta con arena", de Cacho Castaña…
-En todas las radios se sorprendieron con eso. Yo le tenía miedo, pero tuvo una buena aceptación por parte de los medios, ahora vamos a ver que dice la gente cuando empiece a sonar un poco mas el disco. A ese tango lo encontré un día cuando llegue con mi mochilita a clase de canto. Agarré la guitarra, lo saqué y se me puso la piel de gallina.
Sin embargo, al principio, tu tío no quería que lo grabes…
-No le gustaba más que nada porque pensaba que yo no tenia en claro que es lo que quería hacer, si tango o folklore. Tampoco quería por una cuestión de que sea una versión igual a las otras, pero cuando me invitó a cantar un sólo tema en el Festival de Diamante (Entre ríos) terminé haciendo tres y el último fue Garganta con arena y no podía cantar porque se me caían las lagrimas al ver la gente de pie aplaudiéndome. Me sorprendí porque no pensé que podía pegar tan rápido lo mío. Entonces cuando terminó el espectáculo me dijo: ‘sabes que tenias razón, ese tema tiene que estar en el disco’.
Después te llevó a otros festivales transmitidos por televisión y en Salta te empezaron a conocer aún más…
-Eso fue un cambio que marcó un antes y un después, porque cuando llegué a mi provincia era una revolución, por ahí con el peso de que soy la sobrina del Chaqueño pero ya me había hecho notar, y cuando caminaba por la calle decían: ‘ahí va la chica que canta el tango’.
¿Tenés una relación muy especial con Oscar (Chaqueño Palavecino), no?
-Es que cuando mueren mis abuelos mi papá se lo llevó a Tartagal (Salta) y lo terminó de criar, por eso siempre me dice que a él le corresponde darme unos chirlos por todos los que mi papá le dio. Esto de hacerme el disco es un orgullo para él y me siente como la continuación de él. Yo soy una total agradecida porque cree en mí y siempre está como tío, como amigo, brindando la palabra justa. Hay una frase de Oscar que siempre la tengo en cuenta: ‘el camino que elegiste tiene más espinas que rosas, pero cuando recibís las rosas es algo muy satisfactorio’.
Marcela Ceballos con apenas catorce años armó Sangre Gaucha, un trío de niñas vecinas del barrio, con la ilusión de cantar en las escuelas. A los dieciséis formó el grupo Herencia Chaqueña con sus primos, con el que empezó a hacerse notar en las diferentes peñas de Salta, hasta que a los dieciocho entró al grupo Imán, un cuarteto vocal femenino muy conocido en su provincia que le permitió actuar en escenarios como Cosquín, Jesús María y Serenata a Cafayate.
“Cuando rebobino todo el pasado, veo que era necesario vivir todo eso. Haber emprendido proyectos anteriores me sirvió muchísimo, me hizo dar cuenta del sacrificio que se hace con la música. Me costó empezar de nuevo como solista, ahora cantar sola es totalmente un cambio, pero me siento cómoda así, defendiendo mis propias ideas”, asegura.
¿Sentís que Sueños es la llave a una nueva etapa de tu vida?
-Después de tanto tiempo que venía cantando, desde los nueve años, tener el disco en la mano es un sueño, ya es un hecho. Creo que todavía faltan muchos sueños por cumplir, muchas metas por llegar. Me gustaría poder cantar en los escenarios más importantes, llevar mi música a cada rincón del país y continuar con el folklore porque es mi deber en la familia.