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En el repertorio que ofreció el sábado hubo más canciones de folklore que de rock, aunque un público más rockero que folklórico. La celebración fue en El Teatro de Flores, un escenario ajeno a su género de cabecera que ya había incursionado en otra oportunidad.
El santiagueño Raly Barrionuevo produce mucho más que simples canciones y lo hace alimentado por su pasión. A la hora de compartir ese fruto con su gente la respuesta puede ser contundente: una sala desbordada a la que no le cabe ni un solo alfiler.
Así es la “Ralymanía”, que no se distingue en edades, extractos sociales ni mucho menos en géneros musicales. Es la devoción implacable hacia el artista con un ritual pocas veces visto en el folklore. Largas horas de espera para el inicio del espectáculo sin que resulte tedioso; pogos en una pista convulsionada, el baile del público al son de las chacareras en espacios rebuscados y una bandera del “Che” que flamea a lo alto…
Todo eso gira alrededor del santiagueño que se muestra feliz, y apartado de aquella timidez que lo caracterizaba en sus comienzos, hoy se anima a decir por micrófono lo primero que se le cruza por la cabeza. Y si se equivoca en el discurso, el público le responde con cómplices carcajadas.
Ahora hablemos del recital propiamente dicho. “Niña luna” abrió el repertorio y encendió una noche para el recuerdo. Le siguieron “Guitarra de sal”, “Cuarto menguante” y “Esta historia”, todos temas de su autoría.
La reivindicación de lo derechos sociales llegó en su mensaje y en interpretaciones como: “El activista”, “Chacarera del exilio”, “Ey paisano”, “Chacarera de la espada” y “Hasta siempre”.
Luego, recurrió a su voz montaraz para rendir homenaje a Jacinto Piedra con el tema “Un pájaro canta”, al recordar que el 25 de octubre se cumplirán diecisiete años de su muerte trágica, que engrandeció aún más a la figura de Jacinto alzándolo como un mito de la música popular argentina.
Pero Santiago del Estero no sólo estaría invocado en sus letras y esencia. El cantautor Horacio Banegas fue el único artista invitado, con el que cantó "El color de la chacarera" y “Mensaje de chacarera”. El público lo despidió con aplausos interminables.
Otro momento prolifero fue cuando anunció la canción “Herida azul”, compuesta por su tía María Elena, en la que contó la historia de la letra y tajante dijo: “Me gusta que entiendan las letras, sino volvamos a empezar todo el recital de nuevo”.
“Zamba de usted” y “Mensaje del alma”, tema que grabó en el reciente disco homenaje a León Gieco, fueron los inesperados. El infaltable “Zamba y acuarela”, el delirio de los presentes con “Oye marcos”, que se escuchó en dos versiones –rockero y acústico- en diferentes momentos del encuentro, y el cierre con “Somos nosotros”.
Con este exitoso paso por Buenos Aires, Raly Barrionuevo se trepó otra vez a la cima con la ayuda de sus tremendísimos músicos “Mono” Banegas (Bajo), Cesar Elmo (Batería) y Eduardo Ramírez (Bandoneón). Está en guardia y cada vez que su cocina creativa se pone en marcha, provoca explosiones como estas: inolvidables.