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Una remembranza que fue en aquel tiempo un pedazo de historia argentina, pasando luego a ser escritura inmortal, y posteriormente, una originalidad de músicos que se animaron a decorar la poesía en bases de acordes y melodiosas voces. Tras haber vivido en el ayer, entrepapelado entre muchas genialidades, revivió de nuevo anoche en el Teatro Nacional Cervantes gracias a la iniciativa de la Secretaría de Cultura de la Nación.
La obra de Ariel Ramírez y Félix Luna llamada Los Caudillos: poema épico nacional en forma de cantata fue interpretada por la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, el Coro Polifónico Nacional, dirigido por el director Fabián Bertero, y la actuación como solista de Ramón Navarro.
Esta excelente obra integral, grabada en 1966 por el sello Philips y ampliada en 1998 por José Carli, es un homenaje a ocho figuras nacionales del siglo XIX que buscaron una reorganización socio-cultural y política que contuviese a los ruralistas y las masas urbanas en pos de la unidad nacional y no a la postergación y exclusión provincial.
Y de a uno, de forma ordenada y completa, fueron desfilando las caras de los pilares de caudillismo, mientras una grata música le daba el color a una sala llena, ansiosa de revivir un pedazo de la historia nacional.
El show comenzó con “Artigas, el protector”, dedicado al padre de los caudillos, José Gervasio Artigas, nacido en la Banda Oriental –tierra uruguaya-, siendo el protector de La Liga de los Pueblos Libres y Jefe de los Orientales, luchó por la libertad, la religión de los pueblos y las tierras de su provincia.
A continuación los presentes apreciaron “Güemes, el guerrillero del norte”, referido al salteño Miguel Martín de Guemes, partidario de la lucha y la defensa de la frontera junto a sus gauchos, venciendo en poderosos enfrentamientos como a las tropas del mariscal José de la Serna, Gral. Pedro de Olañeta y Juan Ramírez Orozco, evitando así la usurpación en el ex Virreinato del Río de la Plata.
“Los sauzales de Entre Ríos están llorando porqué murió defendiendo aquel amor rezagado”, cuenta la poesía de Félix luna en “Ramírez, el caudillo enamorado”, obra relacionada directamente con el entrerriano “El Supremo” Francisco Pancho Ramírez, quién cayó en manos del enemigo en Río Seco –luego de escapar tras la derrota- por intentar reencontrarse con su prometida, “La Delfina”, y fue asesinado.
La primera ovación fue con “Quiroga, el Tigre de los Llanos” en que Navarro con sus gestos y su perfecta transmisión de la poesía cantada sobre el caudillo riojano, asesinado por Santos Pérez en Barrancas Yaco, cautivó al público que felicitaron de pie su figura escénica.
Siguieron “Rosas, el Restaurador” y “Dicen que al Chacho lo han muerto…” en honor al Restaurador de las leyes, Juan Manuel de Rosas y al eterno riojano Ángel Vicente Peñaloza, respectivamente.
Fueron momentos emotivos en que los músicos se destacaron en su experiencia escénica, primeramente el coro gritando: “Y enseñé…una testarudez llamada Patria, Patria..” en palabras del caudillo Rosas y la incomparable representación de Navarro que con puño cerrado enfatizó: “Me matan y no saben que a mi nadie me mata”, en homenaje al Chacho.
El final se acercaba y los protagonistas interpretaron “Cuando viene Varela”, en un resumen de la lucha del catamarqueño Felipe Varela, líder de la última montonera federal, y derrotado en la batalla Pozo de Vargas frente a las fuerzas del santiagueño Manuel Taboada.
Para el cierre, la batuta de Bertero guió: “Alem, el caudillo cívico”, y los espectadores respondieron en un aplauso eterno la puesta de escena de Navarro y todo el elenco que concluyó con el epílogo y el mensaje al aire que resume toda la obra: “Así fueron sus luchas y así se cierran, que nunca los olviden los de esta tierra”.