Gustavo Páez y Julián Humarán se lucieron al presentar el disco Tucumán adentro. Le dedicaron todo el recital al “Chivo” Valladares, extraordinario cultor de la vidala fallecido el pasado viernes. En un set íntimo, y con vino de por medio, también homenajearon a los prolíficos Hermanos Núñez.
La magia de los contrastes y la diversidad de sus paisajes: Selvas y montañas. El hombre provinciano que trabaja duramente, el que se enamora y el que carga nostalgias. La luna tucumana como fiel compañera del peregrinar de La Yunta.
Todo eso encierra la voz de este joven dúo, que el sábado por la noche en La Trastienda tomó como propia la lucha de revindicar la figura creativa de su coprovinciano Rolando Valladares, autor de centenares piezas folklóricas, como Subo y Bajo el sauce solo.
“Con Julián tuvimos el privilegio de conocerlo y de compartir el año pasado el festejo de sus ochenta y nueve años. Él decía que el hombre canta para matar la angustia de vivir. ¡Que viva el Chivo!”, gritó Páez tras recordar sabrosas anécdotas y confesar que a su compañero se le caían lagrimas cada vez que hablaba con Valladares.
Entonces fue momento de escuchar en silencio “Lejos”, la primer vidala compuesta por el "Chivo" grabada en el último trabajo Tucumán adentro. En realidad, esa era la excusa del encuentro: presentar el nuevo disco. Pero vaya a saber uno por qué, el destino quiso que esa noche se cubriera con un manto desgarrado de dolor.
Y ese no fue el único homenaje de la velada. Entre luces tenues, Gustavo y Julián se ubicaron a un costado del escenario para crear un clima íntimo. Con guitarras desenchufadas y unas copas de vino recurrieron al repertorio de los Hermanos Núñez -Gerardo y “Pepe”- al interpretar “El cumpita”, letra que perfectamente se podría asociar a la relación de compañerismo que forjaron los integrantes del dúo.
Más tarde llegaría como invitado el taficeño y talentosísimo “Topo” Encinar, para que desde el medio de la nada los acordes de su piano ericen la piel de una pareja de baile -y del público también- que no paró de dar giros sobre las tablas.
Así, los temas estrenos no se hicieron esperar. “Zamba del promesante” logró poner de pie a más de uno con una letra exquisita del poeta Néstor Soria y melodías de Humarán. Luego una seguidilla de clásicos, como “De Simoca”, “Viene Clareando”, “Al Jardín de La Republica” y “Luna Tucumana”, fue escoltada por un coro en unísono desatado por los presentes.
El recital, que empezó pasadas las 21, abrió con “Tucumán adentro”, de Yuca Córdoba, “El inspirao”, de Soria y Rubén Cruz, y “Nostalgias tucumanas”, de Yupanqui. Tampoco faltaron los temas “Después de tanto tiempo”, “Canto a los valles” y “No me olvides”.
La Yunta dice buscar transmitir la profundidad, belleza y alegría del canto tucumano a través de compositores de diferentes épocas que dejaron en música y poesía el reflejo de la historia de un pueblo rico en tradiciones. Y en esa búsqueda, que a veces parece tan lejana, hoy pareciera estar en las palmas de sus manos.