}
El escritor riojano revisa la historia de las divinidades diaguitas y en su libro intenta difundir los sentidos de sus antepasados. Dice que no será un best- seller, pero que ha hecho un gran aporte a la cultura de su provincia.
Sitúa a los personajes de su libro en la región de sus antepasados.
-He situado en La Estancia del Huaco, que primero perteneció a los diaguitas y después a una comunidad jesuítica. Ahí he situado a los personajes que parten desde allí con su nieto por las diferentes regiones de la provincia.
Así transcurre este libro, en el que el abuelo le cuenta –en su flora y en su fauna; y con sus amigos- de sus divinidades. Ellos son descendientes de diaguitas. Le dice a su nieto “si no aprendes a contar el pasado, jamás tus hijos podrán hablar de lo que no vieron”. Esa es una frase que el abuelo la remarcó, para que lo siga contando.
¿Por qué esa importancia de la oralidad?
-Porque es la originalidad, lo primigenio, el origen nuestro de modos de vivir, de hablar, de comer, de vestirse, de cantar. Creo que es un rasgo definitorio de nuestra identidad y que no tendría que perderse. Tenemos que tratar, los que estamos en esto de la palabra y del arte, que esto no llegue a perderse nunca, porque eso es un rasgo definitorio de nuestra identidad.
La lengua cacana se ha perdido, ¿puede recuperarse a través de investigaciones, por ejemplo?
-No, es imposible. No hay nada escrito sobre esa lengua; y con la conquista española se ha perdido ya que no existían libros escritos de gramática cacana, que se basaba en la expresión espontánea, en lo oral nada más. Al llegar la conquista de los incas y después la española, eso se perdió. Porque los incas imponían a los pueblos su lengua, los trasladaban de un lugar a otro para que cambien sus costumbres, para que adquieran las costumbres de ellos. En eso iba incluida la lengua, la expresión propia del lugar.
Como escritor, ¿no encuentra una contradicción al contar la historia de las divinidades diaguitas en una lengua que no es la originaria?
-No, para nada. Es mi lengua, no puedo sacarme de encima el mestizaje, acepto que vengo de una mezcla de sangres. Yo no soy diaguita, tengo que escribir en español. Mi lengua es el español, no puedo escribir en francés. Es mi forma de expresión. Si hubiera existido la lengua cacana y la estudiáramos, hubiera sido lo ideal. Pero no existe. En nuestra música tenemos un 20% de originalidad y un 80% de español. Por lo tanto, no lo considero una contradicción. Es mi lengua y no puedo expresarme de otra manera.
¿Cuáles son sus expectativas respecto de este libro que es, además, la continuación de un libro anterior?
-Sí, está más trabajado, con otro léxico, es más para adultos. Las expectativas son que la gente reciba el mensaje que ya quedó impreso y al quedar impreso queda para siempre. No va a ser un best- seller, porque yo no lo soy. No soy ni Vargas Llosa ni Juan Rulfo ni Alejo Carpentier. Simplemente estoy contribuyendo a la conservación de una parte importante de una región de mi país.
¿La conservación el leiv motiv de su obra?
-Mis obras tienen que ver con mi identidad, con el paisaje. No puedo hablar de lo que no conozco. Creo que lo que más conozco es mi región. Podría hacer una novela sobre Bariloche, pero no sé lo que saldría. Yo no soy de Bariloche, soy de La Rioja.
Hizo un aporte sobre algo que no se conocía mucho.
-Es un aporte para que las nuevas generaciones conozcan qué sentido tenían las divinidades diaguitas, por qué existieron allí.
¿Qué encontrará aquel que lea su libro?
-Los cimientos de algo de lo que, a lo mejor, escuchó hablar, pero a lo mejor no ha leído. El libro de don Zacarías Agüero Vera sobre las divinidades diaguitas está agotado. Es un libro que en general la masa no conoce y si lo quiere sacar de la masa tampoco se conoce. El objetivo es justamente ése: que se conozca. Creo estar haciendo un aporte muy importante para mi provincia.
¿Usted recopiló fábulas?
-Son las creencias que tenían nuestros primitivos habitantes, no son fábulas, son las creencias que ellos tenían. A nosotros pueden resultarnos fábulas porque ya estamos contaminados de otra religión, pero en mi provincia realmente hay gente que cree en el duende de la siesta, lo siente así. Cree en el significado de los vientos, en la diosa del agua, porque ellos viven ahí, un lugar que aún estando contaminado siempre está menos contaminado que las grandes ciudades.