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La talentosa artista entrerriana presentará mañana, en el Teatro Coliseo, su reciente trabajo. Grabado íntegramente en el estudio de Fito Páez, fue acompañada por figuras de la talla de Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Lisandro Aristimuño, y Mariano Otero, entre otras.
Liliana Herrero es compleja, certera, precisa, minuciosa, contundente. Su carácter es fuerte y su temperamento impredecible. En su gestualidad y discurso, la sensibilidad se le revela interminable, y la intelectualidad se asoma transparente por las hendijas de cada oración.
En una entrevista con FolkloreCLUB descubrimos a una cantora exigente y exquisita, a una artista (de las pocas) que no se conforma con las luces, el escenario y los aplausos. Que es implacable en su crítica a los medios de comunicación y la producción en serie de la cultura de masas. Tanto su obra como sus palabras se condicen con la concepción de arte que su pensamiento profesa: “un trato con el abismo”, cuya particularidad excede las categorías de una profesión o una carrera, en este caso para la música, entendidas por Herrero como ridículas imposiciones de los medios.
La voz de un artista “es un territorio intelectual y hasta político. Que opera como una suerte de hilo conductor, por encima de esta racionalidad en la que yo estoy aquí, hablando con vos. En otra racionalidad que no sé que es”, dice Herrero.
Su vocación filosófica y su formación académica (profesora en el conservatorio Manuel de Falla), impregnan su discurso de una complejidad y altura que tranquilamente permiten imaginarla sentada en una mesa de la vieja Europa, invitada a tomar un café con pensadores como Walter Benjamín, para discutir si la fotografía puede ser arte, cuando la produce una máquina y ésta no logra captar, como pintor, “el aura”, el espíritu de un paisaje o rostro.
O sentada con l’ ami Pierre Bourdeau, ofuscados por el estado catastrófico de la cultura, como lo entiende Herrero, donde todos bregan por la producción en serie, por los estereotipos que condicionan la creación. Y vaya uno a saber si no se encontraría a la salida de un café de la Viena del 1900 con don Karl Kraus, quien seguramente la invitaría a conocer su periódico “La Antorcha”, desde dónde él mismo escribía por las noches sobre cómo, los medios de comunicación de la época, llevaban a los pueblos, “cantando a la guerra”.
Ni qué hablar de un encuentro casual con Adorno, ese pensador que le contaría la pasividad de los espectadores sentados frente al televisor, mientras consumen una montaña de información casi sin darse cuenta.
Lo cierto es que vive en Buenos Aires, es entrerriana y charla seguido con Juan Falú, Mercedes Sosa, Mariano Cantero, Gustavo Guastavino, Ana Prada, Néstor Soria, Ernesto Snajer, los hermanos Arriazu, Lilian Saba, Coqui Ortiz y tantos otros contemporáneos. Y dialoga, bastante seguido también, con las obras de don Rolando Valladares, de Castilla, del Cuchi Leguizamón o de los Núñez.
Si algo tiene en común toda esta gente, es que se trata de “espíritus libres”. De creadores sin condiciones, estructuras o normativas. Y que fueron unidos por ese hilo conductor del que nos habló al principio Liliana Herrero que se convirtió en su nuevo disco: Igual a mi corazón.
El mismo, que será presentado el próximo viernes 11 de julio en el porteño Teatro Coliseo, fue grabado íntegramente en el estudio Circo Beat de Fito Páez. Y según sus palabras, el trabajo sintetiza una suerte de gran carcajada cultural, divertida e irónica a la vez, sobre el estado actual de la cultura en todas sus dimensiones.