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El santiagueño Peteco Carabajal está presentando, todos los miércoles de junio, las dieciséis canciones que formarán parte de su próximo trabajo “Aldeas”. Invitó al escenario a Laura Ros y a su hermana Graciela y festejó con sus seguidores la llegada de sus hijos mellizos.
No fue simplemente otra fecha más de su ciclo de actuaciones. Peteco Carabajal atraviesa un momento intenso de emociones, porque al mismo tiempo que da a luz las nuevas canciones de su próximo disco, también comparte con su público la “alegría inmensa” de ser padre a los 52 años.
Es que el día anterior a este recital nacieron Benicio, en honor a uno de los hermanos Díaz, y María, por la abuela que tan recordada es en el mes de agosto por toda la familia Carabajal. Pero estos pequeños ya tienen dos hermanos: Juan (23), para quién escribió La estrella azul, y Homero (16), que a pesar de su corta edad ya demuestra en los escenarios que lleva consigo el gen de su padre.
El álbum en cuestión tendrá como título “Aldeas”. Por ello, hizo el miércoles de La Trastienda una pequeña estación de ese concepto, con la intención de cantarle, a través de sus letras o de otros autores reconocidos, a las aldeas de distintos lugares del mundo.
Entonces, cerca de las 21, empezó a pintar historias y paisajes. La primera parada -como no podía ser de otra manera- fue Santiago del Estero con el tema que le da nombre al futuro trabajo. La chacarera, que le sirvió como disparador para esta nueva producción, es una reflexión actual sobre la violencia cotidiana, la inseguridad y la droga, problemáticas que van creciendo en su provincia.
Luego siguió “Perdón”, una extraordinaria composición de Teresa Parodi musicalizada por Peteco, que da cuenta de la formidable explosión que provocan estos artistas cuando sus talentos se juntan para un fin tan noble como es la creación de la música.
“No se si sabían, pero hace muchos años Santiago del Estero era un mar. Es fácil allá encontrar huesos de ballena en el patio de una casa”, explica el reciente padre, después de saludar eufórico a los presentes. Así, “Mediterráneo”, de Joan Manuel Serrat, se escuchó en una versión “achacarerada”.
En “Vida”, de Marcelo Mitre y Demi Carabajal, dieron ganas de bailar, mientras que “Milonga de peón de campo”, de Yupanqui, acaparó la atención en una interpretación simple como profunda, al igual que su letra. También aparecieron las poesías de Silvio Rodríguez en “Oh melancolía” y Rubén Blades en “Sebastián”.
“Es la primera vez que hacemos un espectáculo sin haber grabado antes el disco. No lo tomen como una falta de respeto, pero todos estos temas son nuevos y necesito leer la letra del tema que sigue”, confesó Peteco antes de cantar, paradójicamente, “Libros de la buena memoria”, de Luis Alberto Spinetta.
Además pintó “Añatuya”, de Homero Manzi, “Flor de ceniza”, de Raúl Trullenque y Cuti Carabajal, y finalizó con su fresco repertorio presentando “Entidad musical”, escrito para “los maestros que se van como Adolfo Ábalos, El Chango Nieto, Carlos Carabajal y los dos Tucu Tucu “, que murieron en un accidente automovilístico.
“Hasta aquí fue lo que queríamos mostrar. Ahora voy a invitar a dos artistas que nos representan muy bien”, así llamó al escenario, en primer lugar, a Laura Ros (Buri) y luego a su hermana Graciela.
Con Ros hicieron a dueto “Huellas” y “Del aire”, ambas incluidas en el único disco de la joven intérprete y autora. Ella se llevaría una de las mayores ovaciones de la noche al entregar “Baguala para las dos”, de su hermana Irupé. En tanto que con Graciela cantó “Donde a quedado el cielo” y “Vasija de barro”.
Para el final estaba previsto lo mejor, con mucho ritmo y baile. Tanto, que resultaba imposible dejar quietos los pies. Entonces fue todo fiesta, con Koki y Pajarín Saavedra mezclados entre el público haciendo honor a la danza en una seguidilla de chacareras potentes como: “Digo la telesita”, “El color de la chacarera”, “Vuelo enamorado”, “Cielo o infierno” y “Corazón verdugo”, que terminaron de coronar, sin dudas, una noche memorable.