}
El Dúo Coplanacu cerró el sábado en La Trastienda un ciclo de tres noches, donde trajo a Buenos Aires su mística peña. Más de mil quinientas personas agotaron las localidades y bailaron hasta pasadas las dos de la madrugada.
Ya es una marca registrada. La Peña de Los Copla, que nació a mediados de los años noventa en el marco del festival de Cosquín, tomó en 2008 una mayor presencia en las provincias. Ya levantó polvareda en Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero, y ahora nuevamente conquistó Capital Federal.
Esta andariega propuesta de Julio Paz y Roberto Cantos tiene como premisa fundamental la conexión. Agrupa a ciento de jóvenes para que, entre zambas, chacareras y gatos, se le rinda un homenaje a la danza y, de paso, funciona como una suerte de vidriera para las nuevas caras del folklore.
Y justamente eso es lo que se vivió en el porteño barrio de San Telmo. Una incondicional predisposición del público -que se evidenciaba con una agolpada pista de baile- para acompañar con giros y zapateos los diferentes ritmos nativos, sin importar si los ejecutantes eran los anfitriones de la noche o las propuestas jóvenes. Entonces todo fue folklore y fiesta.
Los encargados de abrir “la vidriera” fueron Manuel Orellana y Rodolfo Lucca, del dúo Terral. Fieles a sus tonadas santiagueñas desataron una tras otra, simple, doble o trunca, pero todas fueron chacareras. Pero sobre el final -el pasaje más prolifero de su actuación- llegaron “Zambita pa’ mi universo”, de Pica Juaréz, y “Canción del Brujito”, el tema de Peteco Carabajal que homenajea a Diego Maradona.
El segundo invitado fue el veintiañiero Franco Ramírez -también santiagueño-, a quien le resultó sencillo sostener el clima festivo gracias a la potencia de su rústica voz y a la rapidez con la que interpreta su música. Aunque no le dio descanso a la estridente guitarra eléctrica de su banda, como si ese instrumento fuera la base necesaria para que la chacarera se haga escuchar. Así Ramírez compartió canciones de su último trabajo Donde se espeja la luna, como “Lágrimas negras”, “Noche de viernes” y “Tus ojos”.
La noche pide un final y lo mejor estaba apunto de llegar. El Dúo Coplanacu encendió un delirio entre los presentes con la irrupción de la agitada “Inti sumaj”, de su anterior disco. Después de “Donde alguien me espera”, la presencia femenina de Paola Bernal resaltaría entre tantos hombres. Acompañó a Julio y a Roberto en una exquisita versión de “Zamba enamorada”.
“Esta letra paga la entrada”, decía un bailarín, mientras se escuchaba “Retiro al norte”, una de las más preciadas creaciones de Cantos. Pero todavía faltaban más chacareras por disfrutar.
“Pancho Raco”, “A don Ponciano Luna”, “Alma chayuera” y “El escondido”, antecedieron al himno de Los Copla: “Peregrinos”. Saltos, empujones y un canto en unísono escoltaron a la despedida de Julio y Roberto, que se mostraron felices de acercar a Buenos Aires música y baile popular con las mismas características y escenografía con la que hacen furor en los veranos coscoinos.