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Es uno de los mejores músicos del país. Junto a Juan Falú y Rodolfo Sánchez sorprendieron alzándose con dos premios Gardel. Además, tiene un dúo, un cuarteto y es docente de reconocidas casas de estudio.
El sol se cuela entre los edificios de Congreso. Un mundo de ruidos y murmullo se amanece en la calle. Cruzar un pasillo antiguo y luminoso, algunas escaleras. Un ascensor añejo.
Quien abre la puerta es Willy González. Apenas supera las cuatro décadas, pero su música parece haber vivido al menos el doble. Los rumores de la calle se apagan. Su bajo de seis cuerdas observa la escena mientras su gato juega con una bolsa de papel.
Actualmente integra un dúo, un trío y un cuarteto ¿qué posibilidades aparecen con cada una de estas formaciones?
El cuarteto es un proyecto central. Ya tiene más de una década.
El dúo con Micaela Vita surge porque ella era alumna mía. En una clase quiero dar un ejemplo y le pido a ella que cante porque era la que estaba ahí. Cuando la escuché supe que no sólo cantaba bien sino que entendía muy bien lo que yo tocaba. Entonces la convoqué para hacer un disco en dúo, que era una vieja idea que yo tenía. Las primeras experiencias las hice con Laura Albarracín, pero quedó ahí, como una invitada. Con Micaela pude redondear el proyecto.
Con ella puedo meterme en lugares donde el cuarteto es un poco cerrado y acercarme a quienes no están acostumbrados a escuchar música instrumental, más compleja. El proyecto con Falú y con Sánchez surge también casualmente. En 2006 invito a Juan para grabar un tema en mi disco “Agua”. Nos conectamos tanto que dijimos “estaría bueno ponerle un bombo” y los dos pensamos automáticamente en Rodolfo Sánchez, es una referencia para los dos como “el señor bombo”. A parte de ser una excelente persona, nos sonó el timbre por ese lado. Teníamos que llamar a Rodolfo.
Esos dos temas que grabamos para “Agua” terminaron siendo un disco, combinamos agendas y confluimos dos días en el estudio. Primero se grabó el disco con Falú y después con el cuarteto.
¿Tiene diversas personalidades según el proyecto en el que toque?
Respondo con un comentario que hizo un alumno y amigo. Le llamaba la atención que dentro de proyectos tan diferentes siguiera siendo yo. Hay distintos trabajos, pero la esencia siempre es la misma. Hay cosas que yo no haría ni en cuarteto, dúo o trío. Eso es bien claro, como una marca registrada, mi forma de tocar, de pensar los arreglos y concebir la música.
Y pensando en una persona que nunca lo escuchó ¿Cuál es su marca registrada?
Desde lo instrumental va a escuchar una guitarra grave, con mucha variedad tímbrica, es particularidad. Y Varía según el proyecto: en el trío con Juan y Rodolfo hay mucha improvisación.
No hay mucha música así en Argentina, en el folklore. El cuarteto es instrumental. La mayoría del folklore es cantado, así que ya eso es una distinción. El dúo es un bajo y una voz, respeto las formas tradicionales, pero no la sonoridad. Todo tiene su particularidad.
Menciona la improvisación y usted viene de jazz, un género donde la improvisación es casi fundante... ¿ese rasgo suyo entonces tiene relación con su formación?
Sí y no. Hay una creencia de que la improvisación viene del jazz y eso no es así. La improvisación viene de la música popular, incluso de algunos clásicos: Mozart improvisaba, Bach improvisaba. En la música peruana es muy común improvisación. Por ese lado no tiene que ver con el jazz. Pero sí tiene que ver con que me formé en esa concepción, entonces armónicamente utilizo acordes que no son de la música tradicional. Ahí sí tiene que ver la formación jazzística, que también tiene que ver con el estudio de los compositores de fines del 1800 y principios del 1900: Ravel, Debussy, Bartók, Stravinsky, Schöenberg.
Como jazzista estuvo nominado al Grammy, tenía buena repercusión. ¿Cómo se dio el paso de un ámbito a otro?
Las dos nominaciones al Grammy Latino y norteamericano vienen cuando ya estaba tocando folklore. A partir de un disco con un músico de jazz, pero tocando música peruana. En 2004.
Justamente lo que le da la personalidad a ese disco es la sonoridad latinoamericana. Si hubiese tocado jazz no sé si hubiésemos tenido un Grammy, porque creo que eso lo hacen mejor los norteamericanos.
Usted desarrolla una tarea docente ¿ cómo lo nutre esta actividad?
Me estimula y me invita a seguir estudiando. Me impongo ser mejor que mis alumnos porque estoy en el lugar de docente. Hay pibes que estudian todo el día y hay que esforzarse para ser mejor que ellos porque son muy buenos. Los pibes me traen cosas que yo no escuché nunca. Y tienen 20 años. Estar conectado con toda esa energía joven me hace ponerme joven a mí.
¿Cómo se hace para ser académico e improvisar, porque pareciera que hay una contradicción entre la academia y la improvisación?
Es que hay una forma académica de estudiar improvisación. Lo que pasa es que no está popularizada. En eso los norteamericanos son muy avanzados, tienen una tradición, han desarrollado la escuela académica de la improvisación.
En este momento estoy haciendo el trabajo de llevar esa improvisación a la música popular argentina. Porque acá hay una división entre el que estudia académicamente en un conservatorio y el que sale a guitarrear. Puede ser tan talentoso uno como el otro. Sucede que está valorada la música escrita como la música “en serio”. Lo que no está escrito no es música en serio, es “los muchachos que vinieron hoy”.
Pero muchas veces en eso hay cosas más complejas que en lo escrito, sobre todo en lo ritmo, que es lo característico de nuestras danzas. Trato de codificar una forma para que se pueda estudiar académicamente. Muchos jóvenes músicos nunca habían hecho eso y descubren una forma más metódica de improvisar.
Su trío con Falú y Sánchez fue reconocido en la ultima edición de los Premios Gardel...
Creo que tiene que ver con el prestigio que tiene el nombre de Juan Falú, de Rodolfo Sánchez y también –por qué no decirlo- el mío.
Me llamó mucho la atención la cantidad de mail que recibí de todo el país diciendo “al fin una para el lado de la ley”.
No creo que hayan escuchado el disco y lo hayan elegido por la música. Es un disco complejo que recién va a ser saboreado dentro de diez años, en el buen sentido. No es fácil de masticar, tiene una sonoridad muy oscura. Lo que ha ganado el premio son nuestros nombres. Creo que los tres siempre tratamos de tener calidad,