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El autor de “Zamba y acuarela” mostró las nuevas canciones de “Noticias de mi alma”. Lo hizo en un espacio donde habitualmente cantan figuras del rock. Interpretó desde “Piedra y camino” a guitarra pelada, hasta un tema que homenajea al “Che” en una versión eléctrica.
A Raly Barrionuevo no le gusta la formalidad de un teatro con butacas. Mucho menos cuando tiene que actuar en Buenos Aires. Sabe bien este santiagueño, nacido en Frías, que una porción importante del público que lo va a ir a escuchar no es estrictamente del palo del folklore, sino más bien del rock u otros géneros.
Tal vez por eso eligió -para presentar su nuevo disco - un lugar tan particular como curioso: The Roxy. Un espacio con capacidad para 1.600 personas que promueve una comunión de tendencias culturales, pasando por disco, dance, reggae, rock and roll y, ahora, el Folk-rock de este santiagueño referente entre los nuevos músicos populares del país.
Así fue que esa informalidad le permitió el sábado a Raly invitar al público a un viaje por su “intimidad del patio y niñez”. Tal como lo propuso en el primer tramo del espectáculo, donde apareció solo con su guitarra para abrir el telón de la noche y cantar “Herida azul”, un tema incluido en el nuevo trabajo que lo escribió su tía María Elena.
Simples como hondas, las melodías lentas postergaban el sonido estridente de la guitarra eléctrica, que más adelante haría saltar y cantar a los presentes. Como “Coplas del valle”, de Ramón Navarro, en una exquisita interpretación de la zamba, con la que cautivó gracias a esa voz pura que recurre cada vez que acaricia obras del folklore en su estado más natural y sin sobresaltos.
El lugar ya casi estaba colmado cuando sus compañeros de ruta se sumaron al escenario. Justo en el estribillo del tema que le da título a la placa en cuestión. Ernesto Guevara (guitarra y voz), “Mono” Banegas (Bajo), Cesar Elmo (batería) y Eduardo Ramírez (bandoneón) -desde hace unos meses volvió a formar parte de la banda-, también tuvieron su momento de gloria tocando cada uno una canción. Gracias al regreso del fueye, el santiagueño pudo desempolvar piezas de sus primeros discos.
Ahí aparecieron “La virgen milagrosa”, “De ahicito” y “La niña bendita”. Ya el clima para ese entonces acariciaba lo festivo. Al palo las chacareras, “Circo criollo” y “Chacarera del exilio” acompañaron a las distintas parejas que bailaban entre los pasillos y lucían remeras con el rostro del “Che”.
Más adelante, llegó el momento de la explosión. “Chacarera de la espada”, a dúo con el joven Franco Ramírez, tal cual como se registró en Noticias de mi alma, “Hasta siempre” y “Oye Marcos”, encendieron un pogo que hizo vibrar a un The Roxy desbordado. Pero todavía faltaba más folklore por disfrutar.
En un bloque acústico -otra vez solo con su guitarra- interpretó, para sorpresa de muchos, “Piedra y camino”, de Atahualpa Yupanqui, “El huajchito” y el infaltable “Somos nosotros”, ya con la banda y coreado por todo el público.
Los aplausos se hacían interminables y el final de este memorable show -que costó seguir porque el amontonamiento y la gente de pié (no había sillas ni butacas) no permitían disfrutar con comodidad- era inminente. “Si acaso vuelves” dio como terminada la presentación del sexto disco en su carrera como solista -a los que se le suma uno con La Juntada-.
Algunos dirán que prefieren a este Raly Barrionuevo, al más rockero de todos los folkloristas. Otros afirmarán lo contrario. Lo cierto es que en The Roxy y, de la mano de este campesino de la música, la argentinidad estuvo al palo.