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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

CAFAYATE AMANECIÓ OTRA VEZ CON LA SERENATA


03/03/2008

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Es una de las expresiones culturales más representativas y de mayor convocatoria. Así lo confirmaron Los Guaraníes y el cierre de Los Huayra, que cautivó a una Bodega Encantada iluminada por el sol.

Eran las 6:20 de la mañana del sábado y el público seguía intacto. Un sin fin de artistas ya habían desandado sus propuestas, cuando Los Huayra desembarcaron en el Payo Solá para desatar un delirio entre los amanecidos. Subieron, sabiendo, que esta presentación significaba en su carrera mucho más que cantar en uno de los festivales más importante del país. Claro, debían demostrar-después de un año- que aquella noche de ensueño que vivieron en la edición anterior no había sido casualidad. Y, desde Salta, ser vistos como un grupo preparado para consagrarse en todo el territorio nacional. (Leer nota relacionada: Los Huayra explotaron en La Serenata 2007) No se equivocaron en afrontar este desafío. El público les respondió con creces coreando sus canciones, nuevas y viejas, soportando largas horas de espera y hasta la amenaza de lluvia, que no dio tregua en ninguna jornada. Así su música llegó para quedarse por un buen rato. Rompieron la noche con “A destiempo” y una zamba con olor a tierra, “La Solís Pizarro”. En “Por tener tu amor”, la voz imponente del robusto Juan Fuentes hizo llenar de admiración hasta entre sus colegas. Luego, llegaría el momento para que el “Colo” Vasconcellos se luzca con la zurda de su guitarra en la composición de la música de “Cuando te vi”. Y al finalizar la lograda versión de “Cuando llegue el alba”, el mensaje medular de estos salteños se hizo oír hasta en los lejanos cerros del paisaje con las estrofas de “La voz del viento”. Sí, para que quede claro, Vasconsellos, Fuentes, Sebastián Giménez y Luís Benavidez, regresaron a Cafayate como el sol, tal cual está plasmado en esa canción. Y se detuvo el tiempo en sus voces por más de veinticinco temas, donde los serenateros no pararon de bailar y divertirse con ellos. Pero la segunda luna había empezado a las 22 con una ceremonia similar a la del día anterior. La apertura del maestro de ceremonias, Oscar Humacata, y las niñas vendimiadoras poblando el escenario junto al fruto de la vid. Luego, fue el turno de los talentosos Vale 4, que una vez más justificaron su presencia regalando piezas de su reciente trabajo “Yo soy así", tema escrito por su joven integrante, Carlos Caseres. Junto a él, “Chaya” Barrionuevo, Miguel Ángel Villalba y Mario Mercado, abrieron el espectáculo con “Cafayate”, “La compañera”, “Mujer niña y amiga” y se despidieron con un bloque de sus éxitos, como “La palanca” y “La repiqueteada”. Salta es tierra de gauchos y Paola Arias lo hizo notar. Superando problemas de sonido, “La gauchita” -como la llaman- aprovechó la ocasión para homenajear a los desaparecidos físicamente, al cantor “El Chango” Nieto, Los entrañables Tucu Tucu y al poeta Abel Mónico Saravia. A las cuatro de la madrugada ya era tiempo de echar a correr serenatas por el valle. Los Guaraníes inauguraron su repertorio con “La zamba del negro alegre”, para continuar con un tramo bien romántico formado por las canciones “Hasta el cansancio” y “Nuestro juramento”. Inmediatamente la nostalgia y la emoción se cruzaron en un mismo instante. “Porque fue mi mejor amigo y porque mamá está en la primer fila, quiero brindarle un homenaje a mi padre: Tutú Campos”, expresó Daniel, uno de los integrantes de Los Guaraníes, a modo de preámbulo para despuntar “Tutú, el último cantor”. A ellos le siguieron Los Sauzales, quienes volvieron a conquistar a la Bodega Encantada y sobresalieron entre una larga lista de artistas que se presentaron esa misma jornada. Con “Pasacalles del amor” se metieron el público en el bolsillo, como lo vienen repitiendo desde hace más de una década en este escenario. A “Me gusta Jujuy cuando llueve”, “Guitarra de medianoche” y “Luna de Tartagal” los intercalaron con temas nuevos que editarán en un disco que se encuentra en pleno proceso de grabación. En esta segunda noche, el entusiasmo por el inicio de una nueva edición de Serenata a Cafayate ya se había consumido. Sin embargo, la mística que rodea al encuentro seguía dando vueltas por el aire. Mañana sería el turno del Chaqueño Palavecino, figura indiscutible cada vez que el cancionero popular convoca, en el mes de febrero, a lo mejor de la sangre argentina para vestir de canto a las estrellas del Valle Calchaquí.


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