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El encuentro folklórico más importante del norte del país despertó a los duendes de la Bodega Encantada con una fiesta que se prolongó hasta las ocho de la mañana. Se destacaron Los Tekis, Sergio Galleguillo, Trébol y Los Changos.
Allá, por 1974, se realizó la primer Serenata a Cafayate con la intensión de homenajear a las mujeres del pueblo. 34 años después, y en el centenario del natalicio de quien dejó grabado su nombre en el escenario: Payo Solá, La Bodega Encantada volvió a recibir a lo mejor de nuestra música. Pasadas las 22 - y con la ausencia ineludible de un cuerpo de danza en la apertura- el tradicional grito ¡Alegrate Cafayate! pronunciado por el maestro de ceremonias, Oscar Humacata, fue acompañado por los fuegos artificiales que encendieron el claro cielo calchaquí. El himno “Mal de luna” -en la voz de Gregorio Pastrana- sonó para que La Niña de la Serenata, Reina Chávez, engalane el escenario con su presencia y las vendimiadoras sirvan como ofrenda uva torrontes a los presentes. La fiesta ya había empezado. Luís Leguizamón, cargando sobre su hombro la herencia de su padre, el “Cuchi”, y la responsabilidad de inaugurar la escena musical, brindó un puñado de canciones de corte netamente tradicional. Era entonces el turno de Los Izquierdos de la Cueva, un dúo salteño conformado por Tony Izquierdo y Daniel Cuevas, exitoso en Bolivia y que acaba de regresar de una gira por Venezuela. “Ojitos Chispeantes”, “Camino al Tilían”, “Enamorado de la noche”, fueron algunos de los temas interpretados, que junto a “Recuerdo salteño” coronaron una muy buena presentación, como lo hicieron con la Delegación de Salta en Cosquín. Inmediatamente después la noche se vistió de nostalgia. Era tiempo de recuerdo y de homenaje hacia aquella persona que inmortalizó la frase “el que toca nunca baila”. Así, los hijos directos del Payo Solá coparon las tablas y brindaron un repertorio que hacia muchos años no se sentía y que sin dudas le dio jerarquía al encuentro. Salta es una mujer y Trébol lo demostró dejando sin aliento a los serenateros. Presentadas por el poeta y guionista del festival, “Puma” Vasconcellos, como “las voces que no se pueden copiar”, Victoria Cataldi, Cecilia Flandorffer y Agustina Vidal, debutaron exitosamente acariciando las estrofas de “Aroma de camino”. Su talento y esa perfección con la que dialogan sus voces le sirvieron para pararse firmes en el escenario y vaticinar un futuro alentador en su carrera. “Solo tus ojos”, el primer tema que se conoció de su disco Sueños, los extranjeros “Con el sol en la maleta” y “Porque vale la pena”, y "María, María", completaron la lista de temas pautados por el tiempo que les concedió la Organización. Pero si los aplausos se levantan de forma unánime, el público manda. Con el bis “Zamba para bailar” retomaron el escenario y se despidieron señaladas como uno de los artistas que sobresalieron en la jornada inicial del único canto. La actuación siguiente pasó desapercibida para algunas de las almas congregadas -a esa altura de la noche ya marcaban un record de asistencia para un día jueves-. Es que los problemas de sonido y de retorno no le permitió al Dúo Salteño lucir sus tonalidades y explotar lo mejor de su propuesta, más allá de las historias y paisajes que encierran en sus canciones. “El arriero”, “Viene clareando”, temas estrenos que editarán en su próximo disco, “Juan panadero” y “La viuda” fueron entonados por Patricio Giménez y “Chacho” Echenique. Pero la noche no terminaba allí y fue el momento de vivir una fiesta encendida por el color del carnaval. Los Tekis abrieron con “Las manos del alfarero”, a modo de presentación de su último disco Mamapacha. Y luego de vencer las dificultades con el sonido, siguieron con “Pensando en ti” y “Carnavaleando”. La euforia estuvo presente durante todo el tiempo y la fuerza los acompañó como en aquel día de 1991 cuando actuaron por primera vez en la Serenata. Desde ahí todo cambió en su carrera artística. Con esa sutil sabiduría de combinar los ritmos del altiplano con sonidos de otros géneros, estos jujeños siguieron desplegando alegría bajo las canciones “Jilguero Flores”, “Llorar, llorar, llorar” y, en el final anunciado, “Como has hecho”. Más adelante el ballet Herencia y Tradición le dio paso a otros consagrados. Sergio Galleguillo y Los Amigos se subieron al Payo Solá pasadas las cuatro de la madrugada. Dijeron “Que linda que es La Rioja” para que se sepa bien de donde son y no quepa dudas de que el carnaval seguía de manifiesto. A todo vapor las canciones se desprendían una tras otra en la voz sencilla de Galleguillo, hasta llegar a “Agitando pañuelos”, -en la que recordó que hace once años la cantó en Cafayate por primera vez- “La taleñita”, “Hay por qué será”, “Amor prohibido” y “Carnaval en la Rioja”, se mezclaron con otros de la nueva placa Grito Chayero. El sol ya casi se dejaba ver entre los cerros. Habían transcurrido más de ocho horas cuando Luis Paredes y Franco Barrionuevo hicieron su aparición frente a un público rezagado. Pero nada fue impedimento para que Los Changos mostraran su talento con un repertorio propio que ya se instaló en la gente. Fueron -con justa razón- los elegidos para cerrar magistralmente la primer jornada, donde se le arrebató al Chaqueño Palavecino la originalidad de sus clásicas actuaciones a la luz del día. Una luna inaugural que se hizo interminable por una cartelera de casi treinta artistas. Un número muy grande para cualquier festival. Es que a la Comisión-pese a quién le pese- le cuesta sacarse de encima los cantores impuestos a presión por compromiso. Así arrancó la mítica Serenata a Cafayate, entre homenajes y cantores, entre historias y música al amanecer. Con un importante marco de público alegre y popular, que más que escuchar prefiere venir a divertirse.