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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

Diálogo de titanes


27/01/2008

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Sin duda, el arte tiende puentes. Tres músicos se reunen para brindar un espectáculo excepcional, digno del escenario “Atahualpa Yupanqui”.

Aseguran que su juntada nació de la mutua admiración, esa admiración que se retroalimenta también con la del público, que sigue las carreras de cada uno y, tal vez, de los tres.
La Plaza está colmada, ni un alma se ha movido de su asciento, a pesar de la lluvia que, por momentos, se hace intensa.

Víctor Heredia sube al escenario y cautiva al auditorio con “Bailando con tu sombra”. Entre los aplausos, dice: “Hoy va a ser una noche muy especial porque invité a dos amigos, a dos músicos notabilísimos. Quiero que cosideren esto como un ensayo de entre casa”.

El comentario de Heredia fue claramente un chiste. Tras del show hubo muchos ensayos. Ya desde la prueba de sonido eso se hizo evidente y demostró la alta calidad de estos amigos, que tienen en cuenta todos los detalles, en un gesto que implica un gran respeto hacia su público.

Y la dupla que completaba el tríptico pisó “las tablas”: Pedro Aznar y Jorge Fandermole. Ovacionados por los presentes, los músicos comenzaban a cantar de a tres. Una sútil y alegre versión de “Sueñero” marcaba el inicio de un gran concierto.

“Ustedes saben que en esta semana se está conmemorando la memoria de la obra de uno de los autores y compositores más grandes que ha tenido, en la música popular, este país. Vamos a hacerle un pequeño homenaje y a cantar una canción que tiene letra de Don Atahualpa Yupanqui.

Es un poema inédito al que le puse música” y entonaron juntos “El adiós”. Luego -también con letra de Yupanqui, pero esta vez con música de Aznar- sonó la mágica “Romance de la luna tucumana”.

En seguida se armaron los dúos: Heredia y Fandermole le dieron vida a “Cuando”, en seguida fue el turno de Pedro y Víctor, quienes deslumbraron con “El gaucho”, una obra que conjuga la música de Aznar con los versos de Jorge Luis Borges.

Tríos, dúos y también versiones solistas. Un piano soltaba, lentamente, notas por el aire y Aznar cautivaba al público con la hondura de su voz y su emotiva expresividad. Sobre versos de Don Ata, entonaba la baguala “Soledad, Jujuy, 1941”, con una intensidad conmovedora.

Víctor no se quedó atrás y contagió de esperanza al público con “Razón de vivir”. Lo mismo hizo Fandermole con su interpretación de “Carcará”.

Seguía la rutina de solistas. De nuevo Aznar y una exqusita versión de “Muñequitos de papel” donde el músico utiliza un destornillador para tocar el bajo y generar un sonido perticular, que confunde la percusión con la melodía.

Heredia eligió “Marcas” y volvió a tener el visto bueno de la Plaza, que aplaudía energícamente al ritmo de la canción.
Fandermole acarició el cielo coscoíno con la sutileza de “Canto versos”, que llegó como un arrullo para coronar la serie de “solistas” de la noche.

“Mara” comenzó a sonar en las gargantas de Pedro y Víctor; y los coros del público no se hicieron esperar.

En los cuatro escalones finales, estos tres grandes de la música, volvieron a darse la mano. El público, de pié y entre aplausos, se sumó a “Ojos de cielo”, “Los hermanos”, “Sobreviviendo” y “Todavía cantamos”. Estas obras, signo inconfundible de la producción de Heredia, tomaron -de a tres- nuevos rumbos. Un evento sin prescendentes que sólo Cosquín podía albergar, un diálogo de titanes, que se admiran entre sí y que son admirados por la gente. Y esta noche, demostraron, otra vez, por qué.


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