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Las chicas de Trébol atravesaron con creces el primer desafío de su carrera artística, al presentar exitosamente en Salta los temas que formarán parte de su disco debut, que editarán a fin de año.
Suben y bajan a su antojo. Sacan el máximo provecho de sólo tres voces en una zamba tradicional o chacarera, bolero o tango. Son capaces de versionar canciones como Hoy, de Gian Marco, o Algún lugar encontraré, de Andrés Calamaro, y sorprender con una personalidad musical propia, a la que ellas decidieron rotular como Folklore Latinoamericano.
Para alcanzar este resultado, los ensayos se convirtieron en moneda corriente para el trío formado en 2005 por Victoria Cataldi, Cecilia Flandorffer y Agustina Vidal. En realidad, la clave de su esqueleto sonoro reside, ni más ni menos, que en los difíciles arreglos vocales que parecen ser extraídos de otro planeta. El responsable de armonizarlas: “El Colo” Vasconcellos, integrante de Los Huayra, otro grupo salteño que ya ha conseguido logros sobresalientes.
Así fue que pasadas las 22, la proyección del video clip Solo tus ojos irrumpió en la sala para acaparar cualquier tipo de murmullo y llamar a silencio. Desde ahí, y a lo largo de más de una hora, las canciones empezaron a tomar cuerpo y volumen en sus gargantas, mientras que el público- mayormente familiar y amigo- no se resistía a acompañarlas con palmas y coros.
Desnudando de a poco su propuesta, Trébol fue evidenciando en cada tema una fluidez y solidez interpretativa. Iniciaron el canto con vZamba para bailar, de Ramón Navarro, para continuar con Aroma de camino, de La Moro y Mario Teruel, Porque vale la pena, de Donato Póveda y Fabio Salgado, y desembocar en una bella versión de Viejas promesas, del ya consagrado como autor Peteco Carabajal, y Eternidad, de Abel Pintos, quien va tras los pasos de Peteco, por la calidad de sus últimas composiciones.
Por momentos resulta demasiado extraño entender el criterio de la elección y mezcla del repertorio que a ellas las moviliza, entre argentino, chileno, cubano, brasilero y peruano, pero cuando uno termina de saborear el bocado de la melodía final se da cuenta que el hilo conductor va más allá del género o limite geográfico. Es que tal vez, lo que sobresalga en el pensamiento interior del trío sea el enriquecimiento y cultivo de la música universal.
En esa línea latina, aparecieron María María, de Fernando Drant y Milton Nacimento, Amapola, de Juan Luis Guerra, Abriendo puertas, de “Kike” Santander, La Maza, de Silvio Rodríguez, y Hoy, del ya nombrado Gian Marco.
Pero el show no terminó ahí. Sucedieron momentos particulares. En forma individual, pero acompañadas por sus músicos- Claudio Cornejo en percusión, Juan Martín Mateo en primera guitarra, Carlos Vargas en guitarra rítmica y Jorge Rodríguez en bajo-, Victoria, Cecilia y Agustina lucieron sus voces en las canciones Ahora, de Alberto Plaza, Azul, blus azul, de Alejandro Lerner, y Mama Pacha, de “Chacho” Echenique, respectivamente. Luego invitaron a su armonizador en el tango Nada, y se sumó el bajo de otro Huayra, Hernando Mónico, en el vals El beso. En el medio, un momento emocionante logrado con la métrica de la inigualable pieza de Ariel Ramírez y Felix Luna, Alfonsina y el mar.
Inevitablemente, luego de una lista de veinte canciones, esa propuesta diferente y con estilo propio llegó a su final. En el aire quedó latiendo un extraño eco, que no es otra cosa que esas armonías formidables que produce Trébol. Un triangulo de voces en cómplice diálogo.