Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA

Entre espectáculos únicos y virtuosismo


27/01/2008

Vistas : 3140

RECORDAR


Luis Salinas inauguró la noche con su magia hecha guitarra. Luna Monti y Juan Quinteros brillaron bajo la lluvia. Mercedes Sosa compartió el escenario con amigos y cantó, por primera vez, junto a Soledad Pastorutti. Postales de una fiesta inolvidable. Tres días de garúa persistente. Pequeñas gotas de lluvia como caricias sobre cientos de rostros. Como caricias porque nada nubla –paradójicamente- la alegría de quienes se acercan noche a noche a la Plaza “Próspero Molina” para escuchar lo mejor de nuestras raíces. Será que, con el folklore, sale el sol. Y así, con el sol en el alma, se inició la octava luna coscoína, que brilló más allá de las nubes y el agua. El tradicional puntapié en clave de danza, la preapertura a cargo del ballet “Pago de los arroyos”, de Santa Fe. Luego, los ballet Camín y De la Costa, y el inmenso placer de la música, motor fundamental del festival y de la vida. Marcelo Simón, con una emoción palpable y recordando Héctor Crigna y Germán Cazenave, decía: “Ahora que la octava luna es una guitarra, vuelvan que está bueno el Festival. Huele a sandía recién partida, a Madreselva de baldío y a jazmín tucumano porque esta noche está Mercedes y porque ahora mismo empieza a sonar una guitarra notable”. Y subió al escenario “un hombre guitarra”, porque así definió Miguel Ángel Gutiérrez a Luis Salinas. El guitarrista oriundo de Monte Grande y elogiado -entre otros- por Paco de Lucía “embrujó” a los presentes con su ya conocido dominio de las seis cuerdas. Así, “A Montero”, “Zamba de mi esperanza”, “La pesada” o “La resentida” tomaron nueva forma entre los dedos de Salinas que, en cada presentación, renueva las canciones entre improvisaciones y fraseos. Gutiérrez anunció: “Que esa luna tucumana que depara Yupanqui llegue un poco a calentar el espíritu de cada uno de nosotros. Quizás llegue en estas voces que se llaman "Las voces del encuentro” destaparon con su canto al satélite cubierto de nubes entre los versos de “Luna tucumana” y agradecieron el público por cantar “a este prócer de la música folklórica”. Cosquín, capital también de grandes decidores, abrió un espacio para Pancho Cabral, quien -junto al grupo Algarrobal- conmovió a la Plaza con sus “Coplas atadas con chala” y sus “Coplas al chayero mayor” -en las que se oían las estrofas de “Verde romero” superpuestas con aires de vidala- . El riojano, junto al virtuoso Franco Luciani, homenajeó a Suma Paz y a Mercedes Sosa con un inolvidable “Azul provinciano”. “Suma acaricia la guitarra como si estuviera acunándola. Gracias Suma por tanto Yupanqui”, así presentó Gutiérrez a una consagrada y humilde Suma Paz. “Algunos cantores llevan como objetivo y como norte la tierra y lo que tienen adentro del corazón. Tienen tracción a sangre porque aunque viajan en colectivo, lo que los lleva a su destino es el corazón. A esos cantores, como era usted Don Atahualpa, como era usted cuando tenía veintipico de años y andaba peonando para poder subsistir y tocando la guitarra cuando podía. A esos cantores de tracción a sangre va esta canción”, aseguró la cantora y con su voz límpida y de años inmortalizó al Maestro de Maestros con “Soy gaucho peregrino”, “Huella huellita”, “La flecha” y “Yo quiero un caballo negro”. La lluvia, que se hacía más fuerte, no empañó a esta grande. El maestro de ceremonias la protegió con un paraguas que vino en un gesto cariñoso de uno de los espectadores de la noche. Y Suma se despidió, dejando una clara muestra de la vigencia del legado yupanquiano. Era el turno entonces de Luna Monti y Juan Quinteros, con su propuesta vocal que, desde hace tiempo, le ha dado nuevos aires al Festival y a la música de raíz popular. El dúo se destacó con “La que se queda”, “Verde Romero”, “Peón viñador” y “Chaleco/traidora”. La cantante destacó que era “un honor” volver a Cosquín y actuar junto a sus Maestros, como Mercedes Sosa o Jorge Fandermole. La voz de América en la piel Así, la puerta quedó abierta para el recital de la tucumana, Madre del canto, Madre de América. Como una madre que extiende sus brazos a los amigos y a las generaciones nuevas, Mercedes compartió el escenario con numerosos artistas. El show comenzó con una sentida versión de la “Zamba de los mineros” y siguió “Viejas promesas” junto a Pancho Cabral. El público no dejaba de elogiarla desde las plateas y la “Negra” contestaba de la mejor manera: con música. La voz de Coqui Sosa estremeció a la Plaza con los versos de “Donde termina el asfalto”. Era una noche de duplas con amigos y “la Negra”, como toda persona que se hace querer, tiene muchos. “Ustedes no tienen idea de lo que van a escuchar esta noche”, dijo. Y estaba en lo cierto: Mota Luna la acompañó en “Sufrida tierra mía” y Adrián Sosa en una cálida versión de la “Zamba de los humildes”. Esta fiesta musical incluyó también a grandes autores, como Paz Martínez y Víctor Jara. La provincia de Mendoza piso fuerte en esta noche mágica. Desde la tierra del vino, la joven María Eugenia Fernández estremeció a la Plaza con una impecable y emotiva “Zamba del riego”. Su coetáneo y comprovinciano Juan Sebastián Garay se destacó a dúo con la Negra, cantando “Regreso a la tonada”. Ella, conmovida, no dejaba de elogiar a estos nuevos valores. Y Cosquín entero se estremecía cuando, con simpleza y cariño, Mercedes tomaba las manos de estos “hijos” suyos, en un gesto de apoyo y tibieza digno de las grandes figuras. Pero la música no se detuvo y cruzó los límites de nuestra patria para acercarse a Méjico. Así Carlos Porcel de Peralta, entonó junto a ella “Pájaro de Rodillas”, con versos del ilustrísimo Alfredo Zitarroza. Junto a Pocho Sosa –y junto a una multitud que cantaba cada estrofa- la “Tonada de un viejo amor” se hizo arrullo en Cosquín. Como cierre de una noche memorable, la “Negra” invitó a la Sole para compartir la “Zamba para olvidarte”. “El ángel de la bicicleta” de León Gieco puso punto final a una velada que quedará en la historia del festival. El público ovacionó a Mercedes, luego de un concierto con más de una quincena de canciones de una calidad indiscutida. Será que ella, como dice –jugando con la canción- “para cantar ha nacido”. Y de eso, no han quedado dudas. El país al escenario La tierra de Güemes estuvo representada en el festival más federal de nuestra música. “Los Huayras”, “Trébol” y “Canto 4&rdqu


Comentarios

Registrarse



Ingreso de usuarios