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“Se equivocó la paloma”, “Milonga de dos hermanos” o “La tempranera” son solo algunas de las obras que nacieron del genio de Carlos Guastavino. Llegó al mundo un 5 de abril de 1912, en Santa Fe y se fue de él en ese mismo suelo un 29 de octubre de 2000. Compuso más de 150 canciones para voz y piano, y otras tantas obras para solo de piano y guitarra, escribió partituras corales y de música de cámara. Musicalizó a enormes poetas: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbouru, León Benarós, Hamlet Lima quintana, Francisco Quevedo, Jorge Luis Borges o su comprovinciano José Pedroni.
Aquel a quien Eduardo Falú le dedicó un disco completo en 1974 (https://www.youtube.com/watch?v=ntEjls_-cpw) , versionado por Joan Manuel Serrat , Jairo, Mercedes Sosa, entre otros dejó una herencia valiosísima dentro del mapa de la música popular, que incluye la canción “Forastero” junto a Atahualpa Yupanqui.
Guastavino creció en a una familia de músicos: Amadeo, su padre, tocaba la guitarra; Josefina, su madre, el mandolín; su tío, el clarinete, y su hermano mayor, José Amadeo, el piano. En ese contexto debutó sobre las teclas con tan solo 4 años en el Teatro Municipal.
A 110 años de su natalicio, su nombre no conoce de fronteras ni de vencimientos. Más bien goza de la actualidad propia de los grandes creadores, que trasciende el tiempo y las generaciones.
Una institución que representa el arte de nuestro país
En primer lugar, Rafael Gíntoli quien fue por más de 20 años concertino de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto, y ex alumno del santafesino explicó: “el maestro Guastavino, fuera de la Argentina, sobre todo, es una institución que representa mucho el arte de nuestro país” opinó.
El violinista de proyección internacional señaló que alumno del creador de “Bailecito” en solfeo, armonía y dictado musical: “Él era profesor del conservatorio municipal en esa época. Siempre con su traje clarito y un moño. A parte era bioquímico y se hacía sus propios perfumes. De hecho, cuando éramos jovencitos y sentíamos tu perfume, nos damos cuenta de que estaba llegando. Era una persona muy elegante, muy afable, muy dulce, pero absolutamente gran profesional. En el estudio no nos daba tregua, teníamos que profundizar en cada cosa que veíamos. Él nos hacía conocer muchísimo de armonía occidental, del 1800 y el 1700. También de los cambios armónicos en la música argentina. Era un gran conocedor de todo eso”, subrayó.
Además, Gíntoli destacó que Guastavino no hacía diferencia entre lo académico y lo folklórico “Cuando tomaba un tema o una idea, que generalmente eran de él, porque se basaba en lo que había escuchado cuando era chico. Era de Santa fe y su música gira mucho en torno de esa provincia. Escribía de esa manera e instantáneamente, en el mismo momento, estaba haciendo una pieza musical, podríamos decir de orden académico, porque se basaba en todas las reglas musicales más importantes con las cuales uno estudia. Era alguien que conocía mucho todo eso, para él pasaba todo por ahí no diferenciaba una cosa de la otra”.
Asimismo, sobre la trascendencia del autor, expuso: “En el 19 tuve la suerte de grabar el Concierto para violín y orquesta de Alicia Terzian y la orquesta Filarmónica de Kransnoyarks bajo la dirección del director ruso Vladimir Lande, mucha gente, sobre todo pianistas, me preguntaban dónde podían conseguir música de Guastavino, porque en Rusia es muy conocido es como un sello de Argentina. Ellos se dan cuenta de que es alguien que está describiendo paisajísticamente y también a las personas que habitan nuestro país. Lo toman así y creo que no están para nada errados”.
Finalmente, el discípulo de antaño reconoció “Sus enseñanzas como profesor me sirvieron mucho. Fue alguien que me marcó en lo que fue posteriormente en mi carrera musical. Cuando toco Rosita Iglesias, que es una de las piezas más características que escribió para violín y piano. tengo la sensación y la emoción de sentir como si estuviese presente, como sí él me hablase en ese mismo momento. Su forma de componer y de pensar es muy genuina, es alguien que no hubiese osado jamás decir una cosa por otra, si no escribir lo que sentía, lo que había escuchado de su pueblo, de su lugar”.
Un compositor académico imbricado en la música popular
Fernando Lerman es saxofonista y flautista. En 2020, junto a Laura Albarracín, Nacho Abad, Máximo Rodríguez y Tomás Babjaczuk, se puso al frente de “Guastavino ahora”, (https://www.youtube.com/watch?v=-E9whHJoJxI&list=OLAK5uy_mKHvXjOzEiMxs9mpFwyuSXI_p4CMeFC6I) una placa donde revisitaban a hacedor de “La rosa y el sauce”. Aquí, una pequeña conversación sobre aquel itinerario:
¿Cuál es la huella o el legado que dejó Guastavino en la música popular argentina?
Guastavino era un compositor académico pero su música está imbricada con la música popular argentina. Según mi mirada, integra ese círculo académico-popular del que es parte, por ejemplo, Piazzolla. Su obra tiene un formato escrito y formal, y pueden encontrarse algunas canciones que tienen versiones de reconocidos cantantes como Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat. Ese es su legado, un repertorio de canciones que admiten nuevos arreglos y aproximaciones.
¿Qué significó reversionarlo?
Los arreglos del disco fueron realizados respetando a rajatabla la melodía original y tomándose total libertad y atrevimiento con el resto del tratamiento instrumental. Para un compositor tan
emparentado con el mundo de la lírica, el solo hecho de ser interpretado por una cantante de folklore (Laura Albarracín) es también un gran desafío.
¿Cuál es la marca más importante de su repertorio?
Es un gran compositor que experimentó muchos formatos vocales e instrumentales. Si tuviera que elegir tres virtudes en su escritura musical destaco: las melodías de largo aliento y desarrollo que fluyen con total naturalidad, el ser el primero en llevar al papel algunos ritmos de nuestro folklore como nadie lo hizo antes (ni siquiera Ginastera y otros popes de mitad del SXX) y una especial sensibilidad para musicalizar poemas captando musicalmente el espíritu del poeta.
¿Qué recordás de tu encuentro con Ginastera?
Si, fue un momento inolvidable. De hecho, hice una monografía donde relaté con lujo de detalles esa ocasión. En ese encuentro tuve la osadía de mostrarle un par de composiciones mías y me dio consejos que guardo en el corazón. Sería lindo mostrarle, 30 años después, mi mirada sobre su música; seguramente algo pueda gustarle y otra cosa no, cuando se enojaba era terrible... En Youtube hay filmado un reportaje de esa época, que le hiciera el guitarrista Víctor Villadangos, muy interesante (https://www.youtube.com/watch?v=tQVZHIXP9ss)