}
El viernes por la noche, la sexta luna del Festival se transformó en una de las más lindas y profundas. Pero esa condición se la empezó a dar la tarde, gracias al homenajea Hamlet Lima Quintana que se llevó a cabo en el Centro de Congresos y Convenciones.
“𝓗𝓪𝓶𝓵𝓮𝓽, 𝓹𝓸𝓮𝓶𝓪𝓼, 𝓬𝓾𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼 𝔂𝓬𝓪𝓷𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼 𝓹𝓪𝓻𝓪 𝓷𝓸 𝓶𝓸𝓻𝓲𝓻” fue el merecido homenaje al poeta y autor de grandes temas del cancionero popular, a poco del vigésimo aniversario de su fallecimiento y camino a los cien años de su natalicio, ese“hombre de la llanura” que se elevó tanto hasta trascender tiempo y espacio.
Hamlet Lima Quintana, el mal llamado “poeta marginal”por estar “en la boca del pueblo que canta” esta vez estuvo en las de artistas, periodistas y gestores culturales para hablar de la obra, de “su obra”: Silvia Barrios, Miguel Ángel Toledo, Paola Bernal, Mery Murúa, Patricia Gómez, Casiana Torres y Mario Díaz, Jorge “Negro” Valdivia, Maxi Ibáñez, Maby Sosa, Brenda Digiano, Pao De Senzi , Marcelo Jara, Pabla Mattalia y Claudia Guzmán.
Así mientras se iba quemando en el cielo la luz del día, Hamlet volvió repartido en el aire, como siempre: La actividad contó con la proyección de un cortometraje sobre la vida y la obra del artista realizado por sus hijos Felipe y Juan Martín Lima, y además se exhibió un videoclip realizado por otro de sus hijos, Juan Cruz. De ese modo pudo “volver… nuevo”.
La producción de todo esto estuvo a cargo de Silvia Majul, quien entendió como el poeta que negar “la muerte como algo definitivo, es tener la forma más intensa de libertad”.De ese modo lo revivió una vez más, nos hizo recorrer toda la magia, esta discípula del maestro en eso de ser de esa gente tan necesaria.
Después de eso sí, ya la noche se prestaba para ir a la Plaza, que iba a contar con referentes que no hacen “folclore de tarjeta postal” como decía Hamlet. Algunos que bien podrían haber sido parte del Movimiento del Nuevo Cancionero, con su buena poesía que se destaca.
Experiencia y aprendizaje
Así, con la vigencia de las leyendas, como la del poeta homenajeado por la tarde y por el poeta que homenajea el nombre del escenario, Los Manseros Santiagueñosabrieron la noche a pura chacarera y emoción.
La vuelta a “las grandes ligas” luego de la pausa de presentaciones por la pandemia trajo un “desahogo” en palabras de Alito Toledo no solamente para la banda si no para el público, que convirtió la Plaza en un patio santiagueño y un culto a los miembros (sobre todo a Onofre Paz) al finalizar cada tema. Justamente Onofre fue el que se llevó todos los aplausos, la ovación, algunas risas incomodas por chistes que ya dejaron de ser graciosos y el pañuelo de Claudio Juárez: “Pipulo” se lo entregó cuando se conmovió al ver la Próspero Molina de pie, demostrándole un romance que no se rompe y que mantiene viva la llama de los santiagueños.
Hay otro romance que no se puede romper porque es de viento y es el de Micaela Chauque con sus instrumentos. Llegó intérprete – una de las mejores del país- agarró un escenario eufórico por el comienzo de la noche, que le regaló el reconocimiento.
La aparición de Tres Cuartos Vocal fue una buena noticia. El trío tuvo su primera vez en “una luna oficial” para que sus voces vayan trazando el camino, haciéndose un lugar en el canto para todes, pisando fuerte tal como lo viene haciendo desde hace 25 años Fabián Serna Ganador Pre Cosquín “Solista de malambo” y Campeón Nacional en Laborde en 2020, que se emocionó hasta las lágrimas por el reconocimiento.
Poner el alma
Laura Molinas la Solista instrumental ganadora del pre, se destacó por su virtuosismo y por ponerle el alma a su flauta traversa. Y José Luis Aguirre, o “el Jose” se destacó una vez más – y cuándo no- por ponerle letra, ritmo, instrumentos y sonoridades a lo que nace desde el alma.
“Qué lindo cuando entras en mi casa con tu canción” deben haber dicho los miles que lo vieron por televisión, o escucharon por radio, quienes compartieron las sensaciones con los que estaban en Cosquín y que saben que “si ese pensamiento desnudo, tal cual es, viene lleno de esperanza en tiempos difíciles, mucho mejor”. Bueno, el Jose es la esperanza -o una de las tantas- en tiempos donde algunos ven oscuridades en la música de raíz a futuro.
Jose, desde hace tiempo es uno de los que más homenajea -sin quererlo- al poeta que nombra al Escenario Mayor. Jose, salvando las distancias, en su obra tiene cosas de Atahualpa Yupanqui. Poesía de raíz, del suelo que pisa y anda, decirse cosas la guitarra y él y poder levantar a la muchedumbre él solo.
Ya había conquistado una vez más al público del Festval, cuando invitó a Raly Barrionuevo para cantar “Monte es libertad” y, después, cumplir un sueño que tuvo “desde chico” sumando a Peteco Carabajal con su violín para que juntos hicieran “Chacerara de la Tía Rosa”. En ese momento todas las personas sintieron que iban “Pisando nubes”: una forma de decir que fue de lo más hermoso de esta edición, tal vez su punto más alto.
Y desde lo alto bajó Mariana Carrizo, quien también es pura poesía, para ir sacando coplas desde su caja en su ansiada vuelta a la Fiesta del Folklore. Vidala para mi sombra para quienes “se fueron en este tiempo de oscuridad” fue el comienzo de una presentación que fue como “amor del bueno: poco pero profundo” y donde se pidió por la libertad e igualdad de las mujeres para que se siga “acomodando la balanza”.
Rienda suelta a la canción
Peteco Carabajal continuó la seguidilla de buenos momentos y “se puso la 10”, manejando los hilos del equipo y asistiendo para que se sigan destacando Homero Carabajal y Martina Ulrich en Riendas Sueltas.
Un set donde primaron las canciones de la banda, para que solamente al final llegasen algunos infaltables para que Peteco agarrase su violín y se entregara al público, casi al borde del escenario, como Entre a mi pago sin golpear y Puente carretero.
Hubo un momento muy lindo en el homenaje que le hicieron a Diego Armando Maradona, quien acompañó todo el show al lado del bombo estampado en una remera. La misma que se puso Martina, cuando cantaron Magia maternal, para que “el Diego” se encuentre más fácil con “Doña Tota” allá arriba y para que lo extrañemos cada vez más.
Con el corazón en un mano y la guitarra en la otra
La noche más linda del Festival debía tener un cierre acorde. Por eso Raly Barrionuevo, fue más Raly que nunca. Por su amabilidad, su repertorio, su entrega… Por eso lo que sonó y se compartió fue más especial que siempre. Por eso el “Festival del encuentro” se compartió con Emmanuel y Florencia que viajaron solamente para festejar aniversario de amistad, en un lugar tan mágico como esa palabra.
“Queremos trasladar al escenario el espíritu de la guitarreada que tuvimos atrás” dijo el santiagueño antes de presentar a los invitados y después de comenzar con un listado de canciones que llegan a lo más hondo y que siempre se van resignificando como “Ey paisano” con unpedido de justicia por la tragedia de Circunvalación en Córdoba donde Sol Viñolo y Agustín Burgos perdieron la vida en manos del conductor alcoholizado y todavía no tiene justicia; La Niña de los andamios en el aniversario del fallecimiento de su madre fue muy especial, tema dedicado también a Lisandro Aristimuño, su “hermano hormiga”.
Hasta Cuarto menguante tuvo su particularidad. “Siempre la quise cantar acá” dijo, porque aún le quedan cosas por hacer en Cosquín a Raly, aunque pareciera lo contrario.
Seremos agua en homenaje a quienes la defienden y Mariana Carrizo y Micaela Chauque en homenaje al encuentro y al espíritu del Festival, cuando entre risas y abrazos sonó Doña Ubenza.
Decíamos que Raly fue más Raly que nunca, porque así “como lo hiciera Cafrune con Mercedes Sosa”, él compartió minutos de su show con Daniela Calderón y hasta la dejó que cantando sola, y bien que hizo porque la dulzura de ella al presentar La flor de la montaña, del mendocino Nahuel Jofré, se adueñó de la Plaza.
Devolvió gentilezas a José Luis Aguirre cuando lo invitó para hacer Calle Angosta, mientras bailaba el “Negro” Valdivia y también disfrutó con Peteco cuando hicieron Si yo fuera río y La de los angelitos.
Su reciente disco 1972 tuvo su lugar, junto a su hermano Daniel en el bombo y Marina Ábalos, para continuar lo que comenzaron los Hermanos Ábalos y que Raly se encarga de respetar, sin dejar de renovarse y de mantener viva la memoria.
Las chacareras del final mezcladas con zambas como las de Acuarela y las de Usted, esas de las que se tienen que compartir, agarrados fuertes de la mano de quien acompaña cuando no se sabe bailar con pañuelos, fueron generando el ambiente ideal.
Cuando presentaron a Barrionuevo lo hicieron por su último trabajo y “esas canciones que siempre queremos volver a escuchar”. Pero deberían haber dicho que era porque es uno de los que mejor homenajea a Atahualpa Yupanqui, ese “que viene de lejos a decir algo”, como quien sigue yendo “descalzo por los caminos”. Ese a quien de acá a 50 años al que van a versionar, porque Raly es canciones que siempre queremos volver a escuchar.