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La tercera luna de Cosquín fue una fiesta a puro sentimiento, como lo dijeron muchos de los artistas y lo transmitieron. Con una Plaza que se fue ocupando hasta más de la mitad, a medida que pasó a velada, quienes estuvieron desde bien temprano disfrutaron de una noche llena de tradición y federal desde el primer minuto.
“Con el corazón a flor de labios” Claudio Juárez dio la bienvenida y el paso a la apertura que el Ballet Camin se encargó -como en cada luna- de hermosearla. Los “decires con tonada provinciana” que sintetizaban lo que vendría se transformaron en una Cantata y un homenaje a Juan Bautista Bustos, primer Gobernador Constitucional de Córdoba, soldado de la Independencia, ejemplo de aspectos progresistas, culturales… Un ejemplo. Vestidos para la ocasión subieron Los 4 de Córdoba (Víctor Hugo Godoy, Américo Albornoz, Héctor “Choya” Pacheco y Lionel Pacheco). El “5° cordobés” fue el historiador Esteban ‘Tito’ Dómina que con relatos sobre el prócer ayudó a tener una mejor imagen de él, mientras que el ensamble de cuerdas de la Orquesta Sinfónica del Teatro Libertador San Martín y el Ballet Ayre de Charata (Chaco)fueron los elementos ideales para que fuese una presentación acorde al homenajeado. Porque “Bustos es Córdoba” – en palabras de Dómina- y muchas veces Córdoba es Cosquín, era ideal un homenaje en el Festival.
Hubo otro homenaje, espontáneo y demostrándose inquebrantable que fue el cariño de la gente cuando para con Por siempre Tucu. Ellos se entregaron a una Plaza que los ovacionó y los abrazó como la primera vez. “Yo estaba acá la noche que nombraron este escenario ´Atahualpa Yupanqui´… Algunos años tenemos” dijo Roberto Pérez a “Coco” Martos, en medio de un show que se disfrutó y mucho, cinco décadas después del debut de Roberto en la Próspero Molina. También ese disfrute se explica por la sorpresiva invitación a Germán “Cóndor” Sbarbati, cantante de la Bersuit, en lo que fue “un abrazo generacional” más de edad que de estilos “porque la música es una” como dijera Pérez en conferencia. Sbarbati autodefinido como “folklorista que ha hecho rock” se mostró feliz ante la posibilidad de cantar con quienes escuchaba de chico y por la respuesta y el aplauso de la Plaza cuando terminaron de cantar Luna tucumana.
Tierra que anda y que canta
Marité Berbel y El Dúo Berbel, se encargaron de homenajear a Atahualpa Yupanqui quien se sentía heredero del cacique Choquehuanca, quien había dicho “el hombre es tierra que anda”… Y Marité además es tierra que canta. Con Neuquén presente en todo momento del repertorio, el paisaje se volvió canción, las canciones se volvieron su tierra (perdón, nuestra tierra) y el merecido homenaje a su trayectoria con el Premio Camin.
La emoción de cantarle a la tierra de uno y a todo lo que nos hace continuó con Adrián Maggi. El consagrado en 2020 volvió a la Plaza para confirmar que tiene un magnetismo especial y que la gente lo sigue consagrando con el aplauso y el silencio para escucharlo. Con canciones sobre el ARA San Juan, recitados por la amistad y el homenaje a los ex Combatientes de Malvinas, con el hermano del locutor Claudio Juárez sentado a su lado. A 40 años de la gesta de Malvinas, Mario Juárez, fue el reconocido y con él a todos los héroes. Uno de los momentos más emocionantes y respetados de la noche.
La noche siguió con la fiesta cuando Los Nombradores del Alba salieron con toda la fuerza para que “salga como un grito por la garganta el corazón y la voz”. Entre algunas canciones y la sintonía en el escenario de un grupo cuya suma “da más que dos”, desataron la parranda después de que Daniel Campos se mostrara conmovido y agradecido a quienes le salvaron la vida, por una complicada operación que tuvo recientemente. El abrazo de Facundo Toro y Nacho Prado fue más que un abrazo. El show de los Nombradores en Cosquín fue mucho que más que un show.
Historia viva
Las postales salteñas con “Salta hecha mujer” y la presentación de varias cantoras de la provincia fue la primera dosis de aquellos lados (y esperemos que sea el puntapié a que se cumpla con el cupo femenino en este y todos los Festivales). Al final de la noche el “Chaqueño” Palavecino se mostró contento por tener “las llaves para cerrar la plaza”, aunque pareciera que la haya abierto para un público fiel que al confirmar que no iba a llover se dispuso a disfrutarlo y a viajar con él a orillas del Pilcomayo.
Un show a pura energía, que terminó a guitarreada después de las 4:30, fue la presentación efectiva de alguien que siempre volverá a Cosquín porque siempre lo van a estar esperando.
Como también se espera a Los Carabajal y al fin de la pandemia, para que haya más de “estas manifestaciones que hacen bien al alma”, como dijo “Musha” Carabajal. A esa altura no sabíamos si hablaba del Cosquín o del grupo que ya cuenta con cincuenta y cinco años de trayectoria. Por eso recibieron el Premio Camin, aunque en el caso de “Los Cara” fue más que nada un reconocimiento a ser historia viva y andante.
“Canciones sobre identidad santiagueña”, homenaje a Jacinto Piedra y clasicazos como Soy Santiagueño, soy chacarera y Puente carretero fueron debidamente reconocidas por el público, que se quedó con ganas de más. Pero no de aplaudir, porque se gastaron las palmas cuando fueron reconocidos y sorprendidos con la estatuilla.
“Va a ser una noche de Encuentros, y con muchas emociones” aseguraban en la previa Los Carabajal, desde sus redes. El abrazo con Miriam, compañera de Mario, los sentimientos a flor de piel, la necesidad de volver a verse, de volver a cantarse, de estar ahí en esos momentos únicos, de los encuentros y de las emociones tradicionales de las lunas en Cosquín, como en la tercera, les dieron la razón.