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La cantante tucumana presentó “Folkloristas” un espectáculo donde convocó a nuevos valores de nuestra música. Con la calidad de siempre, la “Negra” cantó junto a Bruno Arias, Motta Luna y el dúo Orozco-Barrientos, entre otros.
Nuestro folklore cerró el año de la mejor manera: la Madre de la música, la Voz de América presentó durante dos noches consecutivas el espectáculo “Folkloristas”. Un escenrio con los instrumentos dispuestos, el ya tradicional sillón y un semicírculo de sillas detrás. Porque ése, como casi todos en su extensa carrera, no fue un recital individual; y la noche prometía una larga lista de invitados.
Eran poco más de las 21 cuando el efusivo público de un ND Ateneo repleto comenzó a batir sus palmas reclamando su salida. Uno voz en off recitó la letra de “Para cantar he nacido”.
Ella, como toda gran artista, no se hizo esperar. Mercedes Sosa, ovasionada por sus seguidores, les dijo: “Esta es la noche más importante de mi vida” Destacó la calidad de sus invitados, más allá de la fama o no de sus nombres; y aseguró: “Estoy aquí para enseñarles a volar”.
El concierto se abrió con los primeros versos a capella de la emblemática “Zamba para no morir”.
Apoyada por Jorge Giuliano en guitarra y Rubén Lobo en percusión, esta grande de la música, convocó a los mendocinos Orozco-Barrientos para entonar "Celador de sueños".
Seguidamente violinista norteño Néstor Garnica acompañó una cálida versión de “Criollita santiagueña” que vibraba en la voz de Mercedes.
La “Negra” confirmó que esa noche la poesía y el canto se darían la mano y así fue: el Duende Garnica y Bebe Ponti salieron varias veces al escenario a recitar sus obras. Mercedes, atenta y respetuosa, escuchaba las palabras de estos grandes poetas y letristas del folklore. Uno de los momentos más emotivos del espectáculo se vivió cuando Bebe Ponti proclamó unos versos en homenaje a su hermana desaparecida y a las Madres de Plaza de Mayo.
Coqui Sosa también brilló acompañando a Mercedes en “Donde termina el asfalto”. Una de las canciones mejor versionadas de la reunión fue “Piedra y camino”, en la que el armoniquista Franco Luciani hizo gala de sus capacidades, demostrando que su instrumento no sólo se utiliza en las bandas de blues. El público parecía conmovido ante la pasión de este instrumentista sobre el escenario y lo demostró con un prolongado aplauso de aprobación.
Luego fue el turno de Motta Luna, quien interpretó “Sufrida tierra mía”, una canción que forma parte del cancionero popular más reciente y que cuenta con los sentidos versos de Bebe Ponti.
Cada invitado tenía su lugar en el semicírculo de sillas que se dispuso sobre el escenario y desde allí se levantó el joven Jesús HIdalgo, presentado con enormes halagos por la “Negra” que no exageró: el público ovacionó a este talentosísimo valor del tango que entonó los acordes de “Nada” con una potencia y una calidad que marcaron su interpretación personal, alejada de los lugares comunes de la música porteña por antonomasia.
Cualquiera de los asistentes al show podía confundirse y pensar que estaba en una peña, en un fogón con amigos. Mercedes, como una madre que cuida cariñosamente a sus hijos, presentó a cada uno destacando sus talentos. Y entre esos hijos y amigos estuvieron Alberto Rojo –quien interpretó la “Zamba del Argamonte” y Bruno Arias con la “Zamba de los mineros”. El joven jujeño, que sintió cada verso en su garganta, aclaró: "Para todos nosotros es un orgullo gigante estar en un escenario con la cantante más grande de Argentina y del mundo". Entre los iniciados también estuvieron los mendocinos Juan Sebastián Garay y María Eugenia Fernandez. La joven, de sólo 15 años, le dio voz a la “Zamba del riego”. Garay, a su vez, interpretó una chacarera de su autoría. Es destacable la voz de ambos intérpretes y la calidad con la que relatan cada canción. Mercedes no cesaba de repetir “Qué belleza, no sabén cómo cantan”.
Esa reunión cumbre de nuestra música, que se extendió casi por dos horas, concluyó con la tonada "Quien te amaba ya se va", "La canción es urgente" –de Teresa Parodi- , "Canción con todos", de Armando Tejada Gómez y Césa Isella y "Río de las penas", del multipremiado Gustavo Santaolalla.
La noche dijo adiós con un clima de fiesta que combinaba emociones, calidez, música y poesía y que dejaba ver por donde quiera un enorme halo de esperanza y renovación. Una mujer, desde el público, le comentó a “la Negra”: “Mercedes, quién dijo que todo está perdido con una juventud como ésta” y ella asintió con la certeza del deber cumplido, como una madre que lega sus tesoros a las nuevas generaciones para que vuelen solos, en un gesto de solidaridad y entrega digno de los grandes.