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Luis Landriscina es sin dudas uno de los contadores de historias más emblemáticos en el mapa de la “argentinidad”. Nació el 19 de diciembre de 1935, en Colonia Baranda, provincia de Chaco. Y mañana cumple 85 años.
Cuando aún no contaba con tres décadas, obtuvo la Revelación en Cosquín, en 1964 donde se lo destacó como cuentista y recitador. Y ese fue apena el comienzo. Su carrera incluye múltiples grabaciones, premios, películas y personajes inolvidables. Con un puñado de historias y a lo largo de su vida, el chaqueño ha visitado Uruguay, Chile, Paraguay, Puerto Rico, Israel, Estados Unidos, Canadá y Australia.
En 2005, a los 70 años se despidió de los escenarios, desde Villa Ángela, el mismo lugar donde nació su sueño de trascender y a partir del cual cimentó una trayectoria de cuatro décadas, no solo en los festivales , sino –y sobre todo- en el corazón de la gente.
Para celebrar su vida, FolkloreCLUB dialogó con don Luis, que en su balance, recordó a sus colegas con cariño y mostró agradecimiento para con el público que a 15 años de su retiro, todavía lo reconoce por la calle.
Mañana cumple 85 años ¿qué cosas conserva de aquel que, desde joven, se enamoró del arte de contar los usos y costumbres de nuestro país, de aquel que luego obtuvo la revelación en Cosquín en 1964?
Yo me encontré con un don que me dio Dios en la primaria, que era, ser muy ocurrente y atreverme a enfrentar al peor público que tendrías en tu vida, tus compañeros de grado y luego el resto de la escuela…
Como las maestras se pasaban el dato de mis habilidades, se me empezó a reconocer como el gracioso de la escuela, mas adelante el del barrio y luego -cuando ingresé al “Cuadro Artístico Parroquial”-, ya me distinguieron como el cómico del Pueblo…
Por ese tiempo, yo ya estaba enamorado del folklore y formamos un conjunto llamado “Los Cardenales” con los hermanos Gamarra, Bocha Sbritz y yo, y entre los temas cantados yo intercalaba algunos cuento. Y eso me llevó a poner atención en las maneras de hablar de los vecinos provinciales. Y luego, como era amante de la historia, entré a profundizar en sus usos y costumbres, para no cometer errores que pudieran ofender el natural orgullo que tiene todo provinciano…
Así regí mi conducta hasta hoy, y salvo la pila de años que provocaron mis arrugas, sigo siendo el mismo que salió del Chaco con la Delegación que la representó en 1964, con la misma ilusión que la de todos mis compañeros cuando fuimos a Cosquín…
Su nombre se ha ligado ineludiblemente a nuestro folklore. Ha compartido películas con Yupanqui, Los Chalchaleros o Ariel Ramírez ¿cómo ha repercutido nuestra música en su forma de contar? Y dentro de nuestro cancionero, ¿cuáles son las obras que más disfruta?
Como todo provinciano, la emoción que me sacudía el alma, era darle la mano alguno de los tantos ídolos inalcanzables de mi adolescencia, que luego fueron amigos y compañeros de trabajo y todavía les guardo respeto a pesar que me decían: “Tuteame…”
El Maestro Falú era uno de ellos, a quien recuerdo con cariño, pero todos los grandes me brindaron su amistad y ese es un capital que no tiene precio.
Desde su extensa experiencia en los escenarios ¿qué consejos le daría a quienes quieren seguir sus pasos en la actualidad?
El que quiera intentar algo desde un escenario, lo primero que tiene que saber es que lo que quiera expresar. Debe tener un mensaje estético, y luego estar convencido, en caso de que lo suyo sea cantar, qué es lo que íntimamente desea, ser Cantor o Famoso. Porque son dos cosas muy distintas, si solo quiere ser cantor, con seguir su sueño alcanza…
Además de ser un gran contador de historias, con personajes como don Verídico, también ha recitado y publicado poemas ¿qué libros o autores han influido en su vida?
Aunque les parezca mentira, traté de evitar leer cosas del género por temor a influenciarme en giros idiomáticos o metáforas singulares para no perder mi personalidad de autodidacta con falencias, pero mías…
¿Qué ve hoy cuando se mira al espejo, cuando mira hacia atrás, qué enseñanzas le agradece a la vida?
Cuando me miro al espejo, comúnmente me asusto, porque los años no pasan, se quedan en tu cuero, pero mirando para atrás todo es gratitud: a Dios, a mi familia, a la cantidad de amigos que me dejó mi oficio, y a toda la gente con edades que asombran, -algunas por su juventud y otros por su memoria- , que me detienen en la calle ,en un supermercado o en cualquier ocasión, para pedirme poder sacarse una foto con un celular o grabarme un saludito para una abuela, una mamá. Después de 15 años de retirarme de los escenarios, creo que no le puedo pedir más a la vida…