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El Chaqueño Palavecino abrió el jueves, a sala llena, el telón de una serie de cinco actuaciones en el Teatro Gran Rex, donde presentó su nuevo disco “Chaco escondido…Yo soy de allá”. En un show diferente, trajo consigo a Buenos Aires a los dos poetas salteños que se encargaron de escribir todas las canciones de este reciente trabajo discográfico.
Piso de tierra, paredes de adobe y techo de lata. Un rancho que se disputa con los árboles el plano principal de la foto, mientras que sentado un hombre espera con dignidad que alguien se acuerde de las necesidades impostergables de su pueblo.
Esa postal no es otra que la del Chaco Salteño, lugar donde nació Oscar Esperanza “El Chaqueño” Palavecino y que revindica con orgullo en la tapa de su disco y, ahora, esa misma imagen en gigante forma parte esencial de la escenografía del teatro.
En ese contexto, el recital empezó con la proyección del video clip “Yo soy de allá”- primer corte de la placa-, donde terminó de delinear la propuesta general del encuentro: Viajar en canciones a ese allá al que hace referencia, caminar entre los hermanos aborígenes, cosechar de un pozo el agua -como lo siguen haciendo en su pago-, levantar polvareda al bailar entre los violines y sentir la corriente fresca del Río Pilcomayo.
Con esas características fueron apareciendo las canciones, intercalando composiciones de los poetas Yuyo Montes, como “Envuelto en llamas”, “Un trago de amor” y “El barrilete”, y otras de Roberto Ternán, como “Semilla de pueblo”, “Chaco escondido” y “Del dicho al hecho”.
Promediando el espectáculo, El Chaqueño aclaró entre bromas que tuvo que ubicar en lugares diferentes a Montes y Ternán para evitar un encuentro problemático. El primero a ser invitado al escenario fue el Yuyo, autor de temas como En suspenso y Las moras, quién interpretó a dueto con el anfitrión “La serenateña”.
Inmediatamente después, con un previo encuentro inevitable en los pasillos con su colega, fue el turno de Roberto, también creador de grandes éxitos como Candombe para José y Amor salvaje. Con él compartió la chacarera “Déjame que me vaya” y anécdotas sabrosas que hicieron reír al público.
En este repertorio recargado de interpretaciones creadas por sólo dos personas, también tuvieron un espacio los clásicos “A Don Amancio”, “La ley y la trampa” y “Juan de la calle”, entre otros, a los que se le sumaron algunos temas de Horacio Guarany, a quien tiene pensado homenajear en un futuro trabajo grabando un disco compuesto únicamente con sus letras. Otro gran gusto que se quiere dar Oscar.
Sobre el final, una sorpresa inesperada que llenó de emoción al marcado clima festivo de la noche. Llamó a su hermano, quien estuvo internado cuatro meses luchando contra una dura enfermedad, para que lo acompañe a cantar. Ojos humedecidos entre un profundo abrazo de hermandad anunciaron la despedida de la primera actuación de la calle Corrientes.
Cada uno de los encuentros -como este- que el Chaqueño propone por todo el país tiene mucho de su propia personalidad cotidiana. Tiene argentinidad en sus canciones a través de los paisajes que hace referencia, tiene historias de hombres y vivencias locales. Tiene, allá, clavado en su interior ese Chaco Escondido del que hoy nos quiere contar y cantar.