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Hace apenas algunas horas, unas 35 mil personas, entre las 20 mil que adquirieron sus tickets virtuales y las 15 mil que lo siguieron por Radio Nacional, fueron testigos del primer show que Abel Pintos brindó por streaming en contexto de pandemia. Lo hizo desde el escenario de La Usina del Arte, ubicado al sur de la ciudad de Buenos Aires, con foco en las canciones y con un despliegue lumínico destacable.
LA PREVIA ANTES DEL CONCIERTO
El hacedor de “La llave” ofreció un concierto con “poca conversación”, como había adelantado, pero antes compartió una entrevista con la periodista Eleonora Pérez Caressi, con detalles del show “Vamos a trabajar con gente con la que hacía tiempo que teníamos muchas ganas de trabajar” dijo y en seguida reflexionó sobre su propuesta: “ La música hace ese trabajo en nosotros, Cada canción nos permite visitar un espacio distinto en nuestro interior , en nuestro imaginario, en nuestras emociones. Ese es el viaje que proponemos. Por supuesto, yo propongo el camino desde mi propio imaginario, mis propias emociones, mis pensamientos, pero luego cada uno va proponiendo el suyo también, de acuerdo a cómo va recibiendo las versiones, las interpretaciones. Y en los caminos, terminamos encontrándonos y conectando ahí, seguro”.
Luego, reveló sus sensaciones sobre el repertorio y aunque no adelantó demasiado, para mantener la sorpresa, explicó: “Con Piedra libre y El hechizo tengo mucha expectativa porque la primera vez que se canta una canción en vivo siempre es muy especial. Pero luego me pasa con muchas canciones que me divierte mucho cantar y que las agregué por eso”.
Abel, con la hondura que lo caracteriza, destacó: “Creo que hoy nos vamos a hacer todavía más fuertes en algo con lo que siempre hemos convivido en los conciertos, con algo metafísico de las cosas, y no tanto el físico, del aplauso literal o la espuma. Digo esto porque en los conciertos siempre hay momentos que son muy conmovedores y profundos. He tocado en lugares muy grandes y para mucha gente donde parecía que no había nadie, literalmente. Y es porque hemos logrado aprender a trasladarnos en cada canción a distintos lugares y no solamente tenemos presente el lugar que estamos habitando. Entonces habrá quien habite una cocina, un living, yo voy a habitar un escenario, pero -en definitiva- el terreno que vamos a estar habitando realmente, me parece que es otro: el de las canciones y el de lo que nos pasa cuando las compartimos”, afirmó y agregó “He dicho muchas veces que éste va a ser un concierto distinto, pero también vamos a estar conectando y encontrándonos con un montón de situaciones con las que convivimos mucho más de lo que nos imaginamos”.
Pintos, además subrayó que el evento sería “una primera fila absoluta” al tiempo que anheló “que todo el mundo lo disfrute, a su manera, que cada uno disfrute la música como lo desea, que cada uno haga su propio viaje. Y yo confío, porque siempre nos encontramos en alguna parte del trayecto”
DINÁMICA DE GRUPO Y PATERNIDAD
Ya sobre el final del diálogo con la conductora, el compositor aportó pinceladas de la labor de su banda, integrada por Ariel Pintos (guitarras y coros), Marcelo Predacino (guitarras, coros y dirección musical), Alfredo Hernández (teclados y coros), Alan Ballan (bajo y coros), Ervin Stutz (trompeta), Carlos Arin (saxo)y José Luis "Colo" Belmonte (batería): “Todo lo que estamos escuchando y tocando está ensamblado de una manera bastante específica. La intención es que el repertorio no sea un manojo de canciones. Un arreglo tampoco es un montón de instrumentos tirados arriba de una sartén y que se mezclen y vemos qué sale. Trabajamos mucho tiempo para que cada instrumento, cada audio y el carácter de cada intérprete de ese instrumento juegue un rol particular en la construcción de la canción y de la versión”.
El artista, que definió a la música como “un terreno donde uno va a ir a hacer su jugada”, opinó sobre las transmisiones virtuales “Creo que esto va a venir a ocupar una franja en la forma de compartir la música, que nos va a dar la oportunidad de vivir un concierto con la vibración y la energía de quienes lo interpretan en vivo y -al mismo tiempo- esa vibración está más inclinada a lo que provoca para un músico el trabajo en un estudio. Escomo si se pudieran transmitir en vivo las transmisiones de los DVD” .
Ya en los últimos minutos antes de subir a escena, confesó emocionado que el concierto sería para su primer hijo, que nacerá pronto: “Lógicamente le dedico este concierto a Agustín. Cuando yo venía para acá, Mora me decía que es el primer show que Agustín va a poder escuchar. Te escucha cantar a diario, pero va a ser la primera vez que te va a escuchar en un concierto. Y supo muy bien que eso significa mucho para mí, porque hoy más que nunca cuesta mucho separar lo personal de lo artístico, pero tener la sensación dentro mío de que aquello que es lo artístico, que es también el traje que visto cada tanto –y que amo vestir cada tanto- lo va a experimentar, por primera vez, aún antes de estar acá… así que se lo voy a dedicar a Agustín”, indicó para cerrar la charla en uno de los momentos más sensibles del encuentro.
UN SHOW QUE MEZCLÓ LA INTIMIDAD Y LA EUFORIA
Minutos después de las 21, Abel pisó las tablas del escenario dispuesto en la Usina del arte y planteó un itinerario de más de 35 canciones, como fotografías claras de su extensa carrera.
Como expresión de deseo hecho melodía, entonó primero “Quiero cantar” y retrató la potencia de su vocación. Siguieron El adivino y Cómo te extraño, con un despliegue vocal impecable. Inmediatamente, en Pájaro cantor se entregó al disfrute y bailó acompañado por luces de rojas, blancas y azules.
Seguidamente, Sin principio ni final, con una introducción de piano, con matices sutiles, casi en forma de susurro trascurrió en una versión íntima, donde solo la voz y el piano dialogaron con precisas líneas sonoras.
A continuación, y con un fraseo mixto, hablado y cantado, Abel echó a volar su Mariposa enuna versión con un contrapunto entre la voz y la guitarra, que remitió a una probable influencia del norteamericano Lou Reed.
Sentado por primera vez desde el comienzo del show, Pintos recreó Tanto Amor con una atractiva sonoridad acústica. Rápidadamente, empuñó la guitarra para Oncemil donde transitó todo un arco vocal, desde la emisión a capella hasta fortissimo, desde una voz casi secreta , hasta la potencia total.
“Quiero mandar un abrazo muy fuerte a todos los que están mirando y escuchando este concierto a través de Radio Nacional, en todo el país y en distintos lugares del mundo. Es hermoso poder sentirlos, gracias de todo corazón “, manifestó antes de cantar La llave, como parte de un segmento romántico siguió con los aires flamencos de Cien años y El mar.
El ADN Folklórico de Abel se evidenció con una despojada y sentida versión de El Antigal (de Ariel Petrocelli , Daniel Toro y Lito Nieva) donde solo con voz actualizó el formato que lo llevó a la consagración de Cosquín, en 2008. Presintió los aplausos a pesar de la aparente soledad del grito final y se entregó a la fiesta de la chacarera con La Flor azul. La obra de Mario Arnedo Gallo reapareció con fraseos instrumentales “salpicados” o un pulso stacatto, con un fuerte apoyo de percusión nativa.
La lista de canciones continuó con los ecos latinos de Asuntos pendientes, con juego percusivo con palmas y baile. Más tarde, desde su placa “La llave” emergió la descarnada historia de Solo y después Flores en el río, donde las imágenes mostraron la complicidad con su hermano Ariel, que sumó los coros.
Un mix de súper hits y otras canciones potenció la noche con Lo que soy , Aquí te espero y Ya estuve aquí -donde el bahiense miró a cámara e invitó a sus seguidores: “van a cantar conmigo”, arengó. Otros éxitos como No me olvides o una versión funky de Tiempo, donde sobresalieron los vientos, abrió pasó a su nuevo single El hechizo. La canción, que se proyecta como un clásico del futuro fue el puntapié inicial para renovar la celebración que se expandió en clave de cumbia con temas como Y la hice llorar (de Los ángeles azules) y La incomparable, entre otros.
Posteriormente, y fiel a sus raíces, entonó Pensar en nada: “un abrazo fuerte para León, el papá de todos, te queremos León”, indicó, al tiempo que evocó a Osvaldo Pugliese, intensificando su nombre que forma parte de la letra de Crónica.
FIDELIDAD CON “LA FAMILIA”
“Los llevo en cada gira, pero sobre todo en mi corazón, muchas gracias. Vamos familia” dijo Abel antes de desgranar una serie de hits como Motivos , De solo vivir y El alcatraz. Con Revolución se animó a asegurar “nadie duerme en el país esta noche”.
“Son las 23:25. Y será que extrañamos mucho tocar, compartir música con todos los que están ahí del otro lado. Algunos en el streaming, viéndonos y escuchándonos. Otros, escuchando por radio en vaya a saber Dios qué lugares, cómo estarán, qué estarán haciendo. Son un montón de cosas que se me pasan por la cabeza en este momento en el que no hay una canción sonando. Porque en todas y cada una de las canciones que hicimos esta noche - con todo nuestro amor, con toda nuestra euforia, con nuestras ganas de tocar y cantar- nos encontramos. Y no es cursilería. Son muchos años de dar conciertos y de tener muy claro qué me pasa por el cuerpo cuando otras personas piensan en las mismas cosas que yo pienso, sienten lo mismo que yo siento y se divierten como yo me divierto con cada canción. Muchas gracias, muchas gracias de todo corazón, por habernos acompañado tanto tiempo. Ojalá hayan disfrutado este concierto y no se les haya hecho largo. A nosotros se nos pasó en tres minutos, como si hubiésemos hecho una sola canción. Los quiero mucho, y lo digo de posta. Los abrazo muy fuerte. Dios los bendiga a todos “, expresó para concluir el concierto con Piedra Libre –pensando en el hijo por venir- y A – Dio, donde reiteró casi como un mantra aquello de “Te pensaré, te sentiré. Te extrañaré cada día”.
Y así selló, una vez más, el pacto de fidelidad con sus fans, con la familia. Y dio una nueva muestra de que es un artesano incansable de la música que, día a dia se supera a sí mismo. Por eso, el país y el mundo, lo abrazan.