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El creador de “A Don Ata” ama a Buenos Aires y a los montes santiagueños por igual. Asegura que nació cantando y que heredó esa vocación de su madre. Además reivindica figuras de la historia latinoamericana y añora una nueva revolución. Se presentará el 15 en el Teatro Empire dispuesto a grabar un disco en vivo.
Simpre hay una especie de enemistad entre el campo y la ciudad. Usted viene a conciliar eso, no sólo con el disco sino con su postura. ¿Cómo convive con eso?, ¿se siente criticado?
-A mí ya no me interesan demasiado las críticas. Yo soy un hombre de trabajo y el trabajo que uno presenta puede gustar o no. Yo trato de ser feliz en ambos lados. Uno trasunta con la felicidad, anda con la felicidad a cuestas. Cuando sos un tipo infeliz, vas a serlo en el monte o en la ciudad. Uno muda los paisajes. Yo soy un tipo que vivo mudando los paisajes. Voy a un lugar y a otro y donde estoy, trato de ser feliz y de pasarla bien, de mirar las cosas desde un punto positivo.
Estoy viviendo en Buenos Aires, tomando un rico café, mirando la lluvia y viendo pasar a la gente. Todo esto lo podríamos haber hecho en un rancho en el monte y podríamos estar disfrutando, viendo un corral de cabras o viendo correr el agua de la asequia.
Yo amo esta ciudad. No podés estar en un lugar que no te gusta. Es como trabajar en lo que no te gusta. Uno es medianamente feliz cuando hace lo que le gusta. Me levanto todos los días con esta bendita profesión que tengo y me levanto contento porque sé que llevo la guitarra, que tengo que hacer una nota y entrevistarme con alguien.
No hemos prologado nada antes, no hemos escrito nada antes. Es todo creativo en el momento. A mí me hace mucho bien, porque es un ejercicio permanente para la mente. Uno no sabe cómo se va a desarrollar la nota. Me alegra porque me ejercita, me pone bien, me hace feliz. Puedo decir cosas inimaginables.
Eso de “Entre el monte y la ciudad” es maravilloso.
Esa dicotomía se ve en la gráfica de su último CD...
-Sí. En la tapa del disco hay una gran curiosidad. Es como si estuviera sentado sobre la Nueve de Julio, el obelisco al medio y más al fondo una montaña.
Rodrigo Vázquez, quien diagramó la tapa, me aseguró que con ella hizo un quiebre. Y fue así. Es muy loco, pero es maravilloso. Todo eso convive conmigo. Soy feliz aquí, a veces reniego por el tráfico, pero es parte de esta gran ciudad. Ya me acostumbré. Hay un viejo proverbio chino que dice “Tiene solución, no te hagas problema. No tiene solución, no te hagas problema”. Aprendí a vivir con eso, en ambos lados. Donde voy, trato de ser feliz.
Usted trabajó como lustrabotas antes de ser cantor...
-Yo vengo de muy abajo, de una pobreza maravillosa. La considero maravillosa porque de no haber sido por esa pobreza, hoy no sería el tipo que soy. Mi padre se quedó solo. Yo tenía 10 años y me primer herramienta de trabajo fue un cajón de lustrar zapatos. Nací siendo lustrabotas en la plaza de mi pueblo. A los 23 años vine para acá. Luché, peleé por lo que quiero y aprendí de todo eso. Nada me sobró, nada me sobra. Si tengo, trato de que no me sobre. Lo disfruto ahora, porque de acá no me voy a llevar nada. Trato de no acopiar, de compartir con los amigos. Sigo siendo un cantor popular, soy coherente con lo que digo y vivo como pienso y como lo que soy. Me preocupa esta realidad. Porque cuando sembrás tanto hambre, el propio hambre te va a comer. Como el hombre es el único animal que sabe que va a morir, por eso es como es. El miedo a no tener los hace ser como son. Yo no tengo temores. Vengo de muy abajo. No tengo miedo de sentarme de nuevo a lustrar zapatos. Lo haría con orgullo. Porque no es ninguna deshonra trabajar.
¿Cómo surgió el primer corte del disco, “La nueva revolución”?
-Tiene que ver con mi infancia, con la Revolución Cubana. Cuando nació ese líder maravilloso que fue Ernesto Guevara. Ojalá volviera a nacer un líder con esos ideales. Él entendía perfectamente lo que alguna vez habían planteado Simón Bolivar, Artigas, el General San Martín. Alguien como él, con esa mente tan creativa y capaz de haber dado vuelta todo esto, a las grandes empresas y a los grandes terratenientes no les convenía. Si los latinoamericanos tuviéramos la unión que deseaba él o San Martín o Artigas, seríamos un continente diferente. Las grandes potencias viven de la transpiración de latinoamérica.
Igualmente, la canción tiene un dejo de esperanza...
-Ojalá exista una revolución. Me gustaría que no sea una moda, que lo hagan razonando por lo que fue Ernesto Guevara como hombre, por lo que quiso. Entonces estaríamos empezando una nueva revolución, con ideales, no con armas. Ojalá se dé.
¿De quién heredó su amor por el canto?
-La placa ya vino impresa. Eso viene con uno. Creo que lo heredé de mi madre que cantaba vidalas en quichua con mi abuelo. Ese gen vino de ellos. Yo nací cantando. A los 6 años ya cantaba en el colegio, era la figurita puesta. Cuantos actos patrios había en la escuela, estaba presente yo.
¿Cuál fue la canción suya mejor versionada por otros músicos?
-Una que me gusta mucho vino de Venezuela. La Juventud Ballenata hizo una versión de “Vieja vitrolita”. Me pidieron autorización y le cambiaron algunas cosas del lunfardo que ellos no entienden. Me gustó mucho esa versión.
¿Qué tiene preparado para el show de mañana?
-La idea es grabar un disco y un DVD en vivo, es algo que no hicimos nunca. Eso por un lado. Además, va a participar de este encuentro un chico del Chaco, de Charaza, Germán Calve, un músico muy talentoso. También me acompañará Pablo Lozano, que tiene su disco nuevo, y el Melo Fernández que es el cantante de Los rancheros, que participó de este disco. Además participó Jorge Rojas que, por cuestiones de trabajo, no puede venir.
Va a haber bailarines y una linda puesta en escena. Vamos a recrear canciones que ya fueron grabadas, serán tocadas de otra manera, con diferentes arreglos. Naturalmente, incluiremos los temas de este disco y de otras placas mías. Es inevitable cantar “A Don Ata” o “Vieja vitrolita”. Va a durar alrededor de dos horas.
Para el disco en vivo ¿se registrará solamente esa presentación?
-Sí, únicamente esta. Por eso elegimos un teatro, para poder trabajar cómodos y tranquilos. Seguimos presentándonos en otros lugares, pero sólo registraremos la noche del jueves.
¿Genera nervios el debut de grabar “sin poder equivocarse”?
-Eso no lo sabés hasta el momento, pero uno tiene una responsabilidad. Yo siempre he sido un bicho de estudio. Aunque no me da mucho miedo. Sé que es una responsabilidad, algunos factores te juegan a favor y otros en contra. A mí me va a jugar a favor porque lo vivo de otra manera. En el estudio de grabación, como no tenés el calor de la gente, no podés transmitir lo que vos querés. En cambio, con la gente ahí, uno transmite las cosas de otra manera.