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Almalegría es un particular sexteto que ahonda en la experimentación rítmica como base para componer. Uno de los miembros de esa agrupación es el reconocido pianista Carlos Aguirre, que decidió cruzar las fronteras de lo personal para expandirse hacia lo colectivo. Esta propuesta se presentará por primera vez en Buenos Aires durante el fin de semana. Con dos conciertos en Café Vinilo, el sábado 8 y domingo 9 de febrero a las 21, el conjunto desplegará diversos patrones sonoros, con la clave distendida pero atenta de un ensayo compartido. Luciana Insfrán en voces, acordeón, teclado y percusión, Fabricio Amaya en guitarra eléctrica y voces, Belén Irigoyen en voces y percusión, Jo Ghiglione en bajo fretless y voces, Gonzalo Díaz en batería, percusión, mandolina y voces y Carlos Aguirre en voces, piano, guitarra, acordeón y composición tejerán músicas conjugando cada individualidad con una impronta plural.
Antes de subir a escena, el músico entrerriano dialogó con FolkloreCLUB sobre el objetivo de hacer “consciente el desprejuicio como intención marcada que rija nuestro quehacer cotidiano”, peculiaridad que sin dudas demostrarán en los conciertos que ofrecerán en la sala ubicada en Gorriti 3780, para alegrar el alma de todos los presentes.
Con Almalegría integrás un proyecto, digamos horizontal, donde no sos líder ¿cómo nace esta necesidad, esa pulsión de ser parte de una amalgama musical colectiva?
Desde hace años venía sintiendo la necesidad de vivir la experiencia de un laboratorio donde poder probar un montón de ideas y desarrollar conceptos dándole el tiempo para que se expresen con toda su potencialidad y profundidad. Ese fue el motor que me llevó a convocar esta familia con la que nos entregamos a esa tarea.
Al comienzo la sociedad fue con Gonzalo Díaz, con quien hemos compartido diversos proyectos hace ya bastante tiempo. A partir de nuestros encuentros surgieron otros nombres con la intención de expandir las posibilidades tímbricas pero también las diferentes miradas para que esa investigación crezca en sus diferentes aristas posibles.
El nombre del grupo fusiona, siguiendo la sinalefa, a dos palabras ¿por qué eligieron unir esos vocablos, casi poéticamente? ¿qué dice ese nombre de ustedes?
La palabra "alegría" estuvo siempre presente cuando hablábamos de cómo nos íbamos sintiendo. Alegría del alma de estar compartiendo estos procesos, no sólo en lo más específicamente musical sino en lo humano.
Fuimos viviendo con mucha paciencia los tiempos de aprendizaje de cada integrante. Esto es muy hermoso ya que en cada aspecto de la música hay quien tiene más facilidades y con el tiempo hemos logrado gestar un marco muy amoroso de trabajo que brinda la contención para que cada integrante se muestre sin miedo con sus fragilidades y en ese marco todos vayamos creciendo.
Con este sexteto investigan y componen a partir de patrones rítmicos. Si consideramos que esos patrones son ancestrales, las primeras manifestaciones sonoras de la humanidad ¿dirías que buscan volver casi literalmente al origen del sonido, a una concepción lúdica de la música?
Sin ser quizás una búsqueda tan consciente, sentimos que vamos hacia ese lugar. Y de hecho abrevamos en gran medida en expresiones populares latinoamericanas que en muchos casos vienen de una ancestralidad profunda. También en la raíz afro que está tan presente en todas estas culturas de nuestro continente.
Quienes conforman esta propuesta tienen trayectorias y formaciones diversas, vínculos particulares con diferentes instrumentos ¿cómo describirías el sonido, el paisaje sonoro que se dibujará en los conciertos en Vinilo?
El grupo tiene una fuerte impronta rítmica. Investigar en torno a ese aspecto de la música y las texturas que surgen de las diferentes combinaciones de instrumentos es otra de las búsquedas que más nos identifican.
En ese contexto es muy rico lo que se produce casualmente por los recorridos bien diversos que ha hecho cada uno. Cada cual con sus vivencias y sus saberes que generosamente los comparte con el resto del colectivo.
En base a toda esa experimentación compongo las músicas que forman parte del repertorio. Tal vez el hecho de que una persona asuma específicamente ese rol le da cierta cohesión al material.
El grupo tiene dos años de vida. Has asegurado que "conforme pasan los ensayos, gestamos sonoridades buscando que sean lo más abiertas y desprejuiciadas posible" En este sentido ¿considerás que hay ciertas zonas de la música popular -desde su producción, su escucha y difusión- que necesitan una mayor apertura y menos juicios?
Es muy difícil no caer en convenciones cuando trabajás en cualquier disciplina del arte. Hay algo que te precede, estéticas y formas de abordar el hecho creativo.
En nosotros hay una fuerte intención de ir por senderos que surjan del hecho sonoro de un ensayo, claro que a veces nos sentimos más cerca o más lejos de abordajes tradicionales. El objetivo es que esto no nos condicione y que, incluso, si en una composición decidimos estar más cerca de alguna raíz en particular lo podamos hacer también. Pero teniendo muy consciente el desprejuicio como intención marcada que rija nuestro quehacer cotidiano.
Actualmente, además de Almalegría, trabajás con el compositor israelí Yotam Silberstein y con tu quinteto ¿cómo seguirá tu año con esas propuestas?
Con Yotam estamos en la última etapa de un disco que hemos grabado hace un par de años. Muy contentos de tocar juntos y con ganas de salir a mostrar ese trabajo.
Con el Quinteto de Guitarras venimos ensayando en vistas a grabar nuestro primer registro discográfico. Es grupo es un canal donde vuelco mis composiciones ligadas a nuestro folclore a través de canciones y temas instrumentales.