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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


Fotos: Georgina García/DNOE

06/02/2020

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RECORDAR


María Elena Walsh está sin duda en el ADN de la cultura nacional. En ese mapa intenso y extenso que conforma su cancionística, el folklore sobresale como una de sus regiones más profundas. Así, y en coincidencia con el 90 aniversario de su nacimiento, el 1 de febrero el CCK reabrió sus puertas y celebró a la madre de Manuelita en formato sinfónico. 

El tributo a la artífice de la “Baguala de Juan Poquito”, “La Chacarera de los gatos” y  “Las estatuas” se denominó “Cantando al sol” y se llevó a cabo,  con localidades agotadas, bajo la dirección Gustavo "Popi" Spatocco,  quien durante veintidós años fue el arreglador y director musical de los discos y conciertos de Mercedes Sosa.

Los alrededores de la sala del Auditorio Nacional, adornados con gigantografías de la cantautora -inigualables imágenes de su compañera y fotógrafa, Sara Fascio- daban la bienvenida a los asistentes que no dejaron ni una butaca vacía.

El homenaje conjugó a integrantes de la Orquesta Nacional Juan de Dios Filiberto y la Orquesta Sinfónica Nacional que acompañaron a diez de las cantantes más notables del paisaje sonoro actual.

La encargada de inaugurar el concierto fue Micaela Vita. La integrante de Duratierra brindó una versión conmovedora de la "Canción del caminante": “Siempre nos separaron los que dominan, pero sabemos que hoy eso se termina”, entonó la joven que combinó sutileza, precisión y sensibilidad sobre el escenario.

Luego, "La paciencia pobrecita" –con letra de María Elena Walsh y música de Oscar Alem-  renació en la peculiaridad vocal de Georgina Hassan, quien incorporó esta postal claramente folklórica a la celebración. En seguida, Silvina Moreno, cambió la dinámica sonora, que mudó del intimismo a la alegría de “Sábana y mantel”. Así,  mientras una madre bailaba con su pequeño bebé en brazos, las palabras que nombran a la pieza fueron coreadas por todos los presentes.

Y de nuevo, el repertorio se trasladó al territorio de la nostalgia cuando la jazzista Julia Moscardini desplegó los versos de “Barco quieto”. Minutos después, Sofía Viola describió la vida de “Los ejecutivos”, en una actuación celebrada por el público que se animó a cantar estrofas de principio a fin y reconoció a la artista con una ovación.

Minutos después, con su naturalidad intacta, Daniela Herrero entonó "Sin señal de adiós", y Juliana Gattas hizo lo propio con  “Para los demás” que fue coreada por muchos de los niños en la sala.
Por su parte, con un pañuelo verde asomando de uno de los bolsillos de su pantalón, Nadia Larcher marcó con “Réquiem de madre", el momento más alto y potente del homenaje: su voz, fue metáfora de lamento, anuncio y justicia, abrazando la lucha feminista con esa obra desgarradora de Walsh.

Más tarde, Julieta Lasso trajo el swing de la “Balada de Comodus Viscach” y le abrió paso a Lula Bertoldi, de Eruca Sativa con "Serenata para la tierra de uno": “porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy”, describían los versos que todos sabían de memoria.

Tras casi una hora de show y antes de los bises, las diez mujeres recitaron un texto que crearon juntas: "Por el país de la infancia, va tu viento en monopatín, coloreando nuestra historia, perfumando la memoria, resistiendo con sus versos, la sombra de los perversos, alumbrando como el sol la miseria y el horror, gambeteando la barata y cacheteando a los giles. Elena se eleva así, va sangrando por la prosa, las tristezas de nosotros y el amor que nunca olvida. Cada alma joven canta, al homenajear infantas, sus ironías y absurdos, que guardan hondas verdades. Como en el mar silencioso, despojada de altares", proclamaron como  introducción de "Como la cigarra", una de las dos canciones colectivas del final, antes del cierre con  "El viejo varieté", que signó el fin de la fiesta.
"Es hermoso estar aquí inaugurando esta nueva etapa en el Centro Cultural Néstor Kirchner. Como hay muchas cosas de las que sabemos que podemos estar orgullosos, sin ninguna duda una de ellas es la obra de María Elena Walsh", enfatizó, subrayó Popi Spatocco. Y añadió: "Este país no había que hacerlo de nuevo, ya estaba hecho. Hay un montón de gente súper talentosa y María Elena es una de ellas. Es hora de que sepamos que no hay que romper nada, hay que seguir construyendo y que tenemos que estar bien orgullosos de lo que somos".

Así, el merecido homenaje a esta creadora inmortal concluyó con sentidos aplausos y el folklore estuvo presente de la mano de las voces más peculiares de la música nativa de hoy.


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