}
El domingo 19 de enero en el Colegio Julio A. Roca, se inauguró la muestra “Fotógrafos en los 60 años de Cosquín” que tuvo gran repercusión durante la semana previa al comienzo del Festival y que permanecerá allí todo el año.
Trataré, en estas líneas de explicarles quienes son algunos y algunas que formamos parte. Una especie de homenaje a quienes noche a noche son indispensables para artistas, público, para la Capital Nacional del Folklore y para quien escribe.
Uno no pensaba ser fotógrafo se dice para los adentros, mientras ve sus fotos en una muestra. Una muestra de por el cumpleaños número 60 de Cosquín, que comparte con gente que admira y respeta. Uno siempre iba a escribir, porque eso a veces es un desafío tan lindo como exigente -a veces estresante-. Uno pensaba que las palabras saturación, brillo, luz, encuadre y demás siempre iban a ser ajenas, o parte de un apunte de la Facultad, hasta que se metió por primera vez en la fosa…Entrar a la fosa de Cosquín es pasar una especie de umbral, del que no se vuelve ni se quiere volver.
Es familiarizarse con una nueva musicalidad: el ritmo que hacen los disparos de las cámaras, acompañando a los demás ritmos. Pero el nuevo se escucha solamente en ese cuadrado, desde donde se prepara el lente, se espera el momento justo, se arma lo que la gente después verá...
Entrar a la fosa es el paso a vivencias nuevas, experiencias novedosas. Es ponerse zoom a uno mismo, para estar más cerca de la alegría. Es retener las mejores imágenes, que con abrazos quedan mejor. Eso sí, sin filtros: acá no se edita nada. Las risas son risas y las lágrimas, son el lavado final.
En la fosa, en esas nueve lunas, todo lo negativo que vengas va a ser positivado…
La fosa es...
En la fosa se enfoca todo, pero sobre todo los buenos momentos. Porque a la fosa la hacen las personas que están allí. La fosa es Eduardo Fisicaro, el curador de la muestra y hasta de la vida. Un histórico de la profesión, que se gana la admiración cuando apunta con la cámara tanto como cuando la deja descansar. “Hay veces que hay que tener suerte. Si estás en el lugar indicado, vas a sacar una buena foto. Es suerte”, dice como quitándose méritos. A Eduardo lo conocí en Villa María, cuando realizó otra muestra: “Gente necesaria”. Y desde allí, automáticamente, se convirtió en uno más de esa lista. Y la seguridad de que esa vez la suerte estuvo de mi lado.
Es Ana Najar, la gran compañía santiagueña que charla de la vida mientras la va retratando. Es Ximena Álvarez Heduan, que va descalza por los caminos logrando sus mejores tomas. Es Julieta Amateis, que fue presentada por “Maru” Cornejo. Ambas con la “sonrisa como bandera” y la cámara como parte del cuerpo.
La fosa es Mauro Kunath, quien puede con su cámara hacerle preguntas al arte, cómo cuándo entrevista. Un cómplice querido y admirado, mucho más de lo que cree. Un referente, mucho más de lo que piensa. Es Andrés “Colo” Ibasca quien siempre retrata como saluda: dando ganas de quedarse un rato largo disfrutando. Es Paul Amiune, compinche en las primeras coberturas y de trayectoria envidiable. Es Daniel Jaworski, quien hace de todo, una fiesta: las fotos, los encuentros, su presencia.
La risa como compañera y carta de presentación, junto con su credencial de fotógrafo. Es Diego Nucera, quien saca fotos para FolkloreCUB, que cuando ríe se le achinan los ojos. Casi como si estuviese afinando la mirada en todo momento. Y nunca lo vimos no riéndose. Es Daniel Jatimliansky, que en su moto busca y encuentra lo mejor para compartir, al igual que cuando edita. Es Alejandro Rodríguez, creador de imágenes y melodías hermosas. Alguien que siempre lleva su cámara y abrazos a todos lados.
Las mejores apariciones
Ustedes dirán: ¿Qué tienen que ver cómo son quienes sacan las fotos con la muestra? La respuesta es todo. Porque las fotos están ahí para retratar ese momento, para rescatar memorias, cuando los sonidos se van. Pero en la foto también estamos nosotros.
La sensibilidad, la emoción, lo que pasa en esa fosa es lo que se ve. Y es la ayuda del otro. En la fosa nadie compite, todos nos mejoramos. Las buenas fotos son como quienes la sacan: buena gente. No está permitido desenfocarse, sintiéndose más que nadie. Somos otro puente entre las personas y el arte. Entre el artista y el público.
Empecé a sacar fotos para acompañar mis crónicas. Y empecé a querer contar en fotos lo que veía. Entonces fui invirtiendo roles o funciones, cuando las crónicas buscan ser una foto de una noche que cuenta y canta. Sobre todo, cuando los y las conocí. Observando, trabajando sin descanso -sin parpadear casi- para que no quede nada fuera de la imagen. Que se obsesionan, que hacen un arte con el arte, que comparten belleza, que suspiran nostalgias en rollos, que son analógicos en épocas de personas digitales.
Que sienten y sacan fotos a flor de piel, que sienten la vida de una forma que es necesario transmitirla. Que son indispensables en cada edición, pero también en cada juntada, en cada comida. Que son capaces de comer un asado en un lugar sin señal, ni selfies. Sabiendo que la mejor toma es la dan los ojos, sobre todo cuando el otro sostiene la mirada.
Son fotógrafos, fotógrafas, fotógrafes, que son el soporte cada noche y en cada recuerdo. Que son fotos andantes, porque no estaban planeados -como pasa muchas veces ante las mejores imágenes- pero desde la primera vez están y siguen ahí, como en la muestra o como en cada noche: eternizando instantes.