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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


Fotos: Diego Nucera

29/01/2020

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RECORDAR


Pasó una de las lunas más esperadas de esta edición N° 60. Pasó una de las lunas más hermosas de este año y de varios más. Pasó, para quedarse por un rato… muy largo.

La luna paso al sol, el martes a la mañana. Mientras todos y todas quienes quieren a Mario Carabajal y a Miriam Talone (que son y somos muchos, menos mal) se encargaban de alistarse para uno de los momentos históricos de este Cosquín. Hablamos del primer casamiento folclórico, entre ambos. Entre ‘el” “Musha” y ‘la” Miriam. Entre él, que en vez de una zamba y hablar del desengaño, podría cantarle “Chacarera del cantor enamorado” a su compañera de más de 30 años.

Una ceremonia que podría ser la síntesis del “sí” que siempre se le da a Cosquín. La reafirmación de esta compañía mutua, de este amor puro, con el que ronda en sus calles de esta tierra, en sus peñas, en sus noches, en las lunas. En la música, en el entregarse a los sentimientos. El amar, tanto y tanto que se note a la vista…

 Un maremoto de amor 
El día fue siguiendo, poniéndonos en sintonía para lo que vendría. Tararear Zamba del cielo por la tarde, era esperar del mejor modo a su creador. Es que Fito Páez, nos canta allí que las cosas más hermosas suceden sin querer. Y cuando menos lo esperábamos -quienes gustamos y mucho de su música- el anuncio de su presencia en estos 60 años fue una fiesta.

Para él también, de principio a fin. Como cuando dijo que escuchaba el festival con su padre desde La Falda, cuando aseguró que era muy emocionante estar ahí o cuando entró de la mano de su querida Fabiana Cantilo, para comenzar de la mejor manera: cantando Me voy quedando, la zamba del “Cuchi” Leguizamón.

La importancia y la justificación de Fito Páez en Cosquín, no se explica solamente por la evolución y el gran corazón argentino que se ve aquí, como dijo al finalizar el show, si no por temas como DLG, una baguala con una letra imponente; o por Yo vengo a ofrecer mi corazón, un tema que sonó y mucho en esta Plaza y que fue la manera de definir la noche para Florencia, parte del público que se estrenaba en Cosquín.

El show de Páez no decayó en ningún momento, fue “un fuego un pantallazo un rayo luz conmovedor”, pese a algunos problemas en la voz. Menos la adrenalina de un público, que no paró en ningún momento con temas como El amor después del amor, donde Fito invitó a la cordobesa Flor Villagra; Al lado del camino, esa especie de manifiesto que se comparte inclusive sus referentes que menciona Litto Nebbia, Spinetta y Charly García, y que hizo lagrimear; Ciudad de pobres corazones, con toda la furia; Circo Beat con su guitarra; 11 y 6 con todo el público a coro y Brillando sobre el mic, con una postal para el recuerdo, con los celulares en alto.

Mariposa tecknicolor, fue la Próspero Molina de pie y Fito haciendo de director de orquesta, su orquesta y la nuestra. Fue la ovación interminable, fue Carlos diciendo “la mejor noche”, fue la escucha y mirada cómplice para que haya sido la mejor de las noches.

 Creadores de nuevas tradiciones 
Era difícil subir después de Fito, pero no para La Charo, que cautivó por su voz, su homenaje a la Pachamama, su vestuario a lo Frida Khalo y su repertorio con un canto “que tiene que estar más comprometido que nunca”, ya el rosarino había cantado: “No vine a divertir a tu familia, mientras el mundo se cae a pedazos”. No para alguien que transmite al “nuevo semillero del folklore argentino”, lo importante de abrevar en las tradiciones, pero también buscar el sonido que sea tradición en el mañana y que por eso le dio el lugar necesario a la danza, uniendo disciplinas y sentires, para potenciarse y ser mejores con los bailarines de Compañía de Danzas Pucará, de Alexis Mirenda y bailarines de la compañía del Teatro Colón. No para alguien que hizo hermosas versiones de Razón de Vivir y volver a los 17. Alguien que no pasa desapercibida jamás.

Franco Luciani, fue otro de los protagonistas de la noche con su armónica endiablada y el festejo de sus 10 años de haber sido consagración. Realizó La Añera de Yupanqui, con la que ganara dicho reconocimiento; lo acompañaron su banda que resalta y su actual compañera, Victoria Birchner, que tiene una voz envidiable. No así, ciertos problemas de sonido, que desde ese momento se iban a repetir en la noche. Al igual que su paso por el escenario, cuando lo invitasen Los Tipitos y Luis Salinas.

Los problemas de los que hablamos se notaron en Postales de Santiago del Estero, cuyo numero fue para celebrar los 200 años de la Declaración de la Autonomía Provincial. Fue por lejos la mejor delegación hasta ahora acompañados, además, por el Dúo Coplanacu y Orellana Lucca.

  Mente, Alma, Materia 
Ese fue el nombre de la banda que Omar Mollo tuvo en los ’70. Antes de aterrizar en el tango, el cantor anduvo por el hard rock. Pero en la cuarta luna, con su vozarrón y su estilo que cautivan Europa, esas tres palabras se volvieron ideales para definir los últimos artistas. Agradecido y conmovido, bajó del escenario para cantar con el público. El mismo que había elevado con temas como Desencuentro.

Lo mismo pasó con los ganadores del Pre-Cosquín, que pusieron el alma además de la mente, como Walter Castro, trayendo los vientos del sur y León Gamba, pampeano él, que ganó el "Tema inédito" por su Vertientes demoradas, una canción tan hermosa como necesaria. Los Tipitos regalaron temas de su último disco y se regalaron un debut que esperaron muchísimo tiempo, y con versiones muy interesantes como en el caso de Los hermanos de Yupanqui.

El final, cuando la madrugada ya promediaba, estuvo a cargo de Luis Salinas. Y este sí que hizo de la guitarra mente, alma, materia y todo lo que se les ocurra. Lo acompaña su hijo Juan y una banda virtuosa - Juancho Farías Gómez (bajo), Javier Lozano (piano) y un histórico como Alejandro Tula (percusión)-.

Fue el cierre ideal para una noche que brilló en todo momento. Como Luis, que alguien se animó a decir que le estaba haciendo el amor a la guitarra (¡lo que suena por dios!). Pero como escribió Julio Cortázar, el amor los estaba haciendo a él y a ella. Si no, no se explica.

Y tampoco se explicaría, si no lo hiciera con todo lo que pasó esta noche. El amor nos hizo en esta luna, que fue la mejor, como dijo Carlos; en la que Florencia entregó su corazón, en la que brillamos con Fito, en la que nos emocionamos, en la que agradecimos, en la de un día que no fue normal gracias a “Musha” y a Miriam; en la que se dio el apocalipsis de abajo. Un amor transparente.

El amor nos hizo en esta luna, la cuarta de los 60 años, la de la escucha y mirada cómplice. La noche que no querremos soltar…


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