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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


Fotos: Diego Nucera

26/01/2020

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RECORDAR


Comenzó la edición 60 del Festival más importante de nuestro país. Empezó nuevamente Cosquín. Perdón la demora en la crónica. Pero es que comenzó un nuevo Cosquín. Comenzamos a sonreír sinceramente junto al duende de estas partes. Y lleva su tiempo buscar las palabras. Sabrán entender.


 Bienvenidos todos a la Capital Nacional del Folklore 
A las 21:30, la Avenida San Martín, era la calle más lenta del mundo. Hay veces que el tiempo hace estas cosas, de detenerse cuando menos debe hacerlo; y que cuando le pedimos que pare un poco, se acelere. Es lo que pasa cuando vamos al encuentro de algo muy importante. Tanto que Rubén, pregunta si ya estamos en la Próspero Molina. Rubén bailó en el escenario mayor, ha mamado las peñas y las noches como pocos. Rubén merece estar acá, entre estas butacas que emocionan. Rubén es mi padre y el responsable que esté conmovido, como tantísima gente, cuando Cosquín comienza a cantar…


 A las 22:00 las luces se apagaron. Y la luna empezó a encenderse… 
Y lo que debía iluminar era la memoria. Por eso el primero que se escuchó fue
Juan Carlos Saravia. El chalchalero, fallecido recientemente, había estado en la primera edición. Y debía estar nuevamente para la gente, la misma que siempre lo reconoció.


El “Aquí Cosquín” de Claudio “Pipulo” Juárez fue poesía pura, para contar que este “grito triunfal del encuentro fue el primigenio destello que reunió a un pueblo, buscando el secreto perdido del canto que quería ser descubierto”.


Conmovedor fue escuchar al Cura Héctor María Monguillot, uno de los responsables de que el Festival exista y que la gente haya cambiado el parecer de esta ciudad, para reunirse como lo bailó y representó el Ballet Camin. Para dejar de temer a la tuberculosis y empezar a mejorar la salud, pero en cada enero y en cada Festival, y en cada danza desde aquel 1961.


  La fiesta y el reconocimiento 
Los primeros invitados a la fiesta fueron
Los Manseros Santiagueños. Ellos se encargaron de levantar por primera vez a la Próspero Molina. Ellos que son “vigencia y tradición” para retumbar en los corazones como un legüero. Ellos con Onofre Paz a la cabeza, que resiste al paso del tiempo. Tal vez en “Añoranzas” debería preguntarse qué tienen los Manseros en vez de la chacarera. Porque ya son el sinónimo de ella.


Quien siguió fue el consagrado “El Indio” Lucio Rojas, quien dio un show acorde a su momento explosivo. Presentó “De corazón a corazón” su nuevo video clip – y algo así como la explicación de la relación con el público que lo quiere y mucho- ; se encargó de hacer bailar a la Plaza; arengó por la diversidad cultural, siempre con “un código de barro que levanta su estandarte a los cuatro vientos y grita soy del Monte” como lo presentaron, e invitó a Dalmiro Cuellar del chaco salteño boliviano. Colorido, sin dar respiro, y con la sonrisa bien grande tanto arriba como abajo del escenario.


Emiliano Zerbini fue el encargado de homenajear a la danza en estos 60 años de Cosquín, comenzando con una jota y siguiendo por varios ritmos. Vestido para la ocasión, y con una puesta digna de ser reconocida, la última postal de todos los bailarines y bailarinas, con los pañuelos en alto fue para aplaudir de pie. Referentes cordobeses, como el “Negro Valdivia” y su madre Silvia Zerbiniencabezaron esta parte de la noche, que tuvo a la gente subiendo al escenario mayor para bailar. No todos pudieron porque el personal de seguridad no lo dejó. Una lástima, que igual no manchó este número.


 Honor a la trayectoria 
Otro consagrado que tuvo una actuación destacada fue Mario Álvarez Quiroga, luego de que Tucumán viniera en postales de provincia y que Silvina Galli haya demostrado porqué ganó el Pre Cosquín en el rubro solista vocal femenina y que el aplauso la volviera a reconocer.


Pero hablábamos de Mario, cuya voz “es identidad santiagueña hecha canto”. Hablábamos de él y de uno de los mejores homenajes a Atahualpa de los últimos tiempos. No sólo por cantar “A Don Ata”, sino por la convicción con que lo hizo y por la obra de arte que hicieron de Yupanqui Lisandro Urteaga, José Conrado, Sergio "Puma" Herrera y la hija del músico, Lucia Álvarez Quiroga. La plaza respetuosa, supo admirar esa obra de arte, que por el homenajeado es mucho más arte.


Y hablando de trayectoria el que se encardó de estar a la altura de la noche -y de lo que quiere ver su público- fue el Chaqueño Palavecino. Eran casi las cuatro de la mañana cuando terminó su show, sin antes presentar a toda su banda -entre los de siempre, los nuevos y quienes se fueron-; luego de un show con clásicos; luego de darle lugar a sus sobrinos que presentaron Alma Chaqueña. Luego de regalar flores mientras cantaba Amor Salvaje. Ese, que es el que tiene con su gente y sigue firma a pesar de los años.  


 No me puede el olvido vencer… 
… Hoy como ayer, siempre llegar en el hijo se puede volver, nuevo. Así reza la Zamba para no morir. Y nuevo, pero continuando el legado es que Jorge Cafrune anduvo por Cosquín, gracias a Yamila.


Su hija dio lo que fue acaso lo mejor de esta luna primera. Primero con Homenaje a los cantores, la zamba de Alfredo Ábalos, con los pañuelos celeste y blancos. Para continuar con una chamarra de AnibalSampayo -pionero de este escenario- de la mano de Facundo Torresan, y junto a Mariano Saravia “La Patria no se hizo sola”.


Los aplausos y la ovacion de un público que adhirió a lo que dijo el periodista cordobés, sobre en el homenaje a Manuel Belgrano, con una “canción que habla de la Patria, en este Cosquín que tiene que ser identidad nacional”, en palabras de Cafrune. Y para que Mariano le hablara al país: “Porque la patria la soñaron hombres y mujeres también, la montonera, el criollaje, las hicieron las mayorías populares y la siguen haciendo… Qué mejor homenaje a Belgrano que hablar de las banderas de Belgrano, mercado interno, igualdad de género, educación igualitaria, respeto por naturaleza, producción nacional. Cuando entendemos por lo que luchaban nuestros viejos, sabemos para que estamos acá en este escenario. Porque la patria se hace con todos y todas”.


En conferencia Yamila comentó que no quería ser una más arriba del escenario. Por eso la pasión, por eso el amor, por eso el convencimiento en esa media hora que estuvo. Por eso las preguntas repetitivas de si se iba a hacer folklore. Por eso, el abrazo con Roberto “Kolla” Chavero fue un gesto enorme. Hija e hijo de padres de nuestra música, en un momento único. Siendo el legado vivo de ellos dos. Siendo este eslabón en una continuidad, para que sigan habiendo canciones de calidad. Para que Yamila siga cantando lo que siente y no lo que le conviene. Porque su sur – no siempre tiene que ser el norte hacia donde nos dirigimos-, es reestructurarse dentro de lo suyo, de lo nuestro. Reivindicar el sentido de pertenencia, el canto de la patria. Trabajar desde la cultura para enriquecerla, por eso los invitados que tuvo, al igual que Daniel Barrionuevo quien habló del valor de la canción, “que nos acompaña, alimenta y nos pone en otra dimensión”. Esa dimensión la alimentaron en estos homenajes de hijos para que sea de todos. Porque todos y todas somos hijos musicales de Jorge y de Atahualpa, o de Manuel Belgrano.


Porque la “gente se tiene que dar cuenta cual es el sur de Yamila Cafrune”. Quien logra que el olvido no venza a su padre. Al igual que Roberto con Atahualpa. Porque hay que respetar a quienes estuvieron antes, pensando en quienes vienen después, para que el corazón siempre vuelva a latir con gran fuerza en cada enero. Tal vez una bandera que dejaba leer “Cafrune por siempre” sea el mejor resumen, de lo que se vivió en ese instante.


Tal vez ese es el sur hay que ir caminando. El sur al que debe ir Cosquín.


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