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Notas
NOTA DE INTERÉS

A los 89 años murió Juan Carlos Saravia, fundador del histórico grupo Los Chalchaleros. Elogiado por Yupanqui, creó una forma de cantar y dejó una marca indeleble.


18/01/2020

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RECORDAR


"Paisano, el tema no es que ustedes cantan con una sílaba menos. El tema es que quien la está escuchando canta la última silaba en el tono de él. La última silaba la canta el pueblo. Por eso son todos Chalchaleros". Esa frase dicha por Atahualpa Yupanqui, quien no era de elogio fácil, es capaz de resumir el significado que Los Chalchaleros, el grupo fundado por Juan Carlos Saravia, el hombre que ayer a los 89 años partió al silencio convertido en una leyenda de la música nacional.  

En un camino circular, “El Gordo” Saravia murió en la tarde del 17 de enero en Salta, la provincia en la que alumbró en 1930, y desde donde elevó el canto y la guitarra para convertirse en leyenda a mediados de los años 50.

Tanto significaban “Los Chalchas” que demoraron un año y medio en despedirse, luego de 54 años de carrera artística, un número solo superado en nuestro país por Los Hermanos Ábalos.

“Cuando empezamos a cantar no sabíamos nada. Yo aprendí a hacer tres tonos: LA mayor, RE y Dominante. Y cuando me pedían una canción en DO mayor se me empezó a complicar”, contaba risueño en una nota televisiva realizada hace uno años. “Nos enseñaron los amigos. Nunca toqué otra cosa que el acompañamiento en la guitarra, porque la respeto mucho”, decía Juan Carlos Saravia sobre los inicios y sobre su rol en el conjunto.

Saravia había nacido el 14 de mayo de 1930 en la capital salteña pero se crió en Payogasta y con 18 años recién cumplidos debutó al frente de Los Chalchaleros, agrupación insignia de la música nativa y un faro para que la producción estética salteña se incorporara al mapa sonoro argentino, con marcas indelebles. Hijo de Félix, pimentonero pionero en

ese cultivo en los Valles Calchaquíes, se crió entre puesteros que llevaban animales ariscos al pastaje. “He dormido al pie de un nevado, descongelábamos el hielo para el mate cocido y hacíamos un pozo de 20 centímetros y dormíamos calentitos con el poncho y las estrellas al alcance de la mano”, contaba.   

De un humor desbordante, Saravia era un libro de anécdotas y podía entretener a un auditorio con su manera tan descriptiva de narrar. El “prim” tan característico nació por idea de Saravia como aviso para todo el grupo. Como nunca le salía la palabra completa la dijo sin el resto de las tres letras. Y quedó para siempre.  

Fueron Los Chalchaleros quienes marcaron el folklore en los años del boom del género. “El único genio musical del grupo era Ernesto Cabeza, que conseguía silencios musicales extraordinarios”, explicaba Saravia, agradeciendo al hombre que murió en la primavera de 1980 luego de 30 años de guitarra ininterrumpida en Los Chalchaleros.

Grabaron con Joan Manuel Serrat y cerraron su camino con Mercedes Sosa en el escenario, cuando ya eran una leyenda de la música nacional, entre tantos momentos gloriosos que vivieron en festivales y salas de todo el país.  

“No recuerdo haberme enojado nunca con nadie: ni en la escuela, ni con amigos, ni con nadie del ambiente de la música. Me gusta mucho la gente”, confesaba Juan Carlos Saravia, el hombre que ayer partió para siempre al cielo de los imprescindibles.


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