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En las primeras horas del sábado, el barrio de San Telmo se convirtió, por unas horas, en patio de tierra. Es que, pasada la una de la mañana, y dispuestos a trasnochar, con la energía propia de los adolescentes, los integrantes de la Pesada Santiagueña desembarcaron en Cusca Risun y la noche se vistió de chacarera.
El grupo comandado por Santiago Ábalos (voz, violín y percusión) y Martín Ábalos
(voz, guitarra) que se completa con Gonzalo Lares (bajo), Iván Alarcón (violín), Maxi Ledesma (violín y guitarras), Juancho Coronel (batería y percusión), desplegó toda su potencia desde el minuto cero de la juntada. El repertorio se inició con el profundo recorrido de los montes que supo trazar Don Sixto Palavecino en “Raíces guardadas”. En seguida, entre la nostalgia y el desamor, siguieron “Viejo río dulce” y la “Chacarera del tren mixto”.
El encuentro se tiñó de zamba con “Mi silencio y lo demás”, una composición original de los líderes de la Pesada, hijos del mítico Alfredo Ábalos, que algunos de los presentes se animaron a acompañar con los pañuelos en alto. Ya con espíritu de peña, muchos bailaron el “Gato de los infieles” de Pablo Mena, mientras los músicos animaban la fiesta con cada sonido.
“Nadie le puede escapar el destino”, entonan los hermanos en su chacarera “De amor y verdad”, tal vez reconociendo su designio en el arte, que comenzó allá por 1997 y que continúa hasta hoy, con tres discos en su haber: “Chacarera del nuevo siglo”, “Herencia sagrada” y “Raíces guardadas”.
El sexteto que ofreció más de una treintena de canciones dejó claro que maneja a la perfección el código de las músicas de raíz, y que, desde ese saber, fusiona la tradición con aires rockeros. “Estamos muy felices de estar aquí esta noche”, expresaron los hermanos, entre los cálidos aplausos del público.
La velada fue un desfile de clásicos de todas las épocas que se fusionaban con melodías de ahora: “Cigarrito i’chala”, de Juan Carlos Carabajal y Miguel Simón, “Changuitos de mi tierra”, de Rubén y Sixto Palavecino, “Zamba para vos”, de Marcos Barrionuevo, o “Cuando un viejo me aconseja”, de Horacio Banegas, entre otras llegaron desde la última placa del grupo, editada en 2018.
En un encuentro donde no faltaron las plamas de quienes coreaban cada estribillo desde las mesas, en un convite donde los bailarines agradecieron cada chacarera con entusiasmo, siguiendo atentos el ritmo con sus cuerpos, cualquiera podía sentir que estaba en alguna mítica peña coscoína o el algún patio de tierra de Santiago. Lo cierto es que, en pleno centro porteño, La Pesada demostró la contundencia de su propuesta, donde los violines alegraron una ceremonia inolvidable. Ellos dejaron en claro que, como dignos hijos de su padre, el destacado compositor y cantor Alfredo Abalos, y la profesora de canto y danzas Muni Santillán, llevan la música en los genes y cada escenario que pisan se trasforma en la mejor celebración de sus ancestros.