Vitillo Ábalos y el legado indeleble en los jóvenes músicos

Para saber cuán grande era Víctor Manuel “Vitillo” Ábalos no había que mirar los 97 años con los que vivió a pleno hasta que el sábado su corazón dejó repiquetear. Para entender la dimensión del último eslabón de los Hermanos Ábalos hay que escuchar a las nuevas generaciones hablar de este santiagueño que dejó un vacío con su partida, pero también un legado que se hizo carne en los jóvenes a quienes se acercó y les dejó una marca indeleble, sangre nueva de folklore, pero también de otros géneros musicales con los que conectó sin prejuicios y desde una curiosidad inmensa que lo convirtió “en un viejo joven” como él mismo se denominaba.

  Juan Gigena Ábalos. Patio de tierra y Pink Floyd 
“Yo quise estar cerca de él luego de que nos distanciáramos un tiempo por la muerte de los Ábalos y dejáramos de vernos en las fiestas familiares. Lo primero que hicimos fue grabar en un estudio. Llamamos a Juanjo Domínguez y fue un encuentro monstruoso. Ahí surgen las ideas de conectarlo con músicos de otros géneros”, le dice a FolkloreCLUB Juan Gigena Ábalos, nieto de “Machingo” -el mayor de los hermanos Ábalos- y compañero musical de Vitillo.

“Nuestra idea fue transmitirlo a nuevas generaciones y a nuevos géneros”, dice Juan, productor de “El disco de Oro. Folklore de 1940”, un disco doble que Vitillo presentó a los 94 años y que resume en 20 canciones el sentir de un músico total, capaz de trascender el género sin dejar de ser lo que era.

De Raly Barrionuevo a Roger Waters, de Andrés Ciro Martínez a Jaime Torres, de Kapanga a Juanjo Domínguez, de No te va Gustar a Facundo Saravia, de Leopoldo Federico a Omar Mollo, el trabajo certifica la amplitud de Vitillo. “Empezamos el proyecto a sus 88 años y parecía de 30.

Eran más joven que nosotros. Lleno de vida, lleno de alegría, lleno de proyectos y es raro a esa edad encontrarse con un músico así que ha tocado toda la vida de una forma y es difícil que se abran. Vitillo fue todo lo contrario: fue abierto, generoso, sin prejuicios, sin egos, sin exigencias. Lo llevaba al estudio y le decía dejate llevar y él no me preguntaba nada”, le cuenta Juan Gigena Ábalos a FolkloreCLUB.

“Recuerdo que en el estudio, cuando grabó con Axel Krieger y Manu Schaller -que tocó en su teremin un instrumento electrónico, un gato de Los Hermanos Ábalos- y Vitillo estaba prendido fuego, encantado con ese sonido”, narra Gigena, histórico guitarrista de Ciro y Los Persas.

“Le llamaba mucho la atención la sonoridad diferente que podía encontrar en una guitarra o en teremin, por ejemplo. Con Jimmy Rip, guitarrista de Mick Jagger, hicimos una improvisación con una copla anónima llamada “Vidala del Universo” y es emocionante, una especie de Pink Floyd mezclado con Santiago del Estero y entre ellos pegaron una onda tremenda, lo mismo que con Ciro (Andrés Ciro Martínez, ex vocalista de Los Piojos). Tocó con todo el mundo”, resume.

De su forma de golpear el parche legüero, dice Juna Gigena Ábalos. “Tenía un forma de tocar el bombo sutil y precisa con la que no ahogaba el parche. Era una forma perdida de tocar porque ahora todos lo matan. Tenía una resonancia única su bombo”, describe Juan, quien junto con Josefina Zavalía Ábalos, le dio vida al documental “Ábalos”, donde cuenta vida y obra del mítico grupo, con el protagonismo de Vitillo.

 Franco Luciani. “Don Vitillo era una persona admirable” 
“Tuve el gusto de compartir muchos encuentros con el gran Vitillo Ábalos. Recuerdo uno maravilloso del 8 de diciembre pasado en la Usina del Arte. En un mundo que ha cambiado, Vitillo ejercía una defensa extraordinaria de la cultura y es difícil encontrar alguien como él”, dice el armonicista rosarino Franco Luciani, que compartió encuentros y escenarios con el bombisto y bailarín santiagueño.

“Vitillo y los hermanos Ábalos fueron los primeros embajadores de la música argentina en el mundo y lo fueron más allá de la música, con las danzas, con las costumbres de las culturas de tierra adentro”, reconoce Luciani.

“Vitillo era una persona admirable. Tenía una entrega increíble en el escenario y uno se sentía mayor que él. Nos superaba a todos en juventud. Y su forma de tocar el bombo era única: una manera muy juguetona de golpear el parche”, lo describe. “Se cierra una etapa histórica con su muerte. Siempre se rodeó de todas las generaciones, de pibes que aprendimos muchísimo de Don Vitillo. Sabíamos que él era el último estandarte de esta legión de grandes folkloristas. Hay que festejar que personas como Vitillo hayan pasado por este mundo”, dice Franco.

 Franco Ramírez. “Vitillo era esencial” 
“Vitillo ha sido esencial. Me unen con él familiares que han compartido con Vitillo, como los Ramírez de Los Cantores de Salavina, que eran hijos musicales de Los Hermanos Ábalos. Ellos nos dejan un legado musical inmenso. He conversado con Vitillo y he compartido y nos deja una semilla plantada que florece en chacareras en distintos lugares donde antes no había chacareras. Nos deja una hermosa magia”, le dice el santiagueño Franco Ramírez a FolkloreClub.

 Gustavo Córdoba. “Es un referente de todos los tiempos” 
“Vitillo, pionero de nuestra música folklórica, referente de todos los tiempos, no solo nos regaló su talento en tiempo de chacarera sino que también nos regaló su vida dedicada a defender y difundir lo muy nuestro. Hasta el último suspiro mantuvo el compás con su gran compañero, el bombo. Santiagueño, maestro querido, nunca vamos a olvidar su obra que vivirá en el corazón de los que amamos la música argentina. Lo vamos a extrañar”, sintetizó el salteño Gustavo Córdoba, voz de Lapachos, sobre el legado de Vitillo en los músicos de su tiempo.

 Lucía Ceresani. “Vitillo era único” 
La artista surera Lucía Ceresani hizo un emocionado recuerdo de Vitillo en una charla con FolkloreCLUB. “Abrazó a todos los géneros musicales. Fue generoso conmigo y lo fue con muchos artistas. Cuando empecé mi camino, en 1999, se acercó a saludarme en una presentación y mi papá le alcanzó un cassette. Al otro día me llamó para decirme que había escuchado mi música y que le había encantado. Su prédica no trataba solo de la música de Santiago, Vitillo era nacional. Y era único. Por eso deja un gran vacío para quienes lo queremos y hemos podido tener encuentros, en mi casa, con su bombo o invitándonos a sus programas de radio. Siempre nos invitaba y nos daba un espacio para nuestra música”, agradece Lucía.

A Lucía le aconsejó, le habló de los caminos por el mundo, le contó anécdotas y le dejó frases grabadas. “Él siempre decía que no se puede amar lo que no se conoce. Y esa frase suya la tengo como un gran legado que creo que hay que seguir transmitiendo a las generaciones que vienen detrás nuestro. Esa es la única manera de sostener nuestra tradición”.

“Tengo mil cosas para contar de Vitillo”, dice Ceresani. Y recuerda entre lágrimas la serenata que músicos jóvenes le dieron a Vitillo en su casa, el día de su cumpleaños 97, y que estuvo organizada por Silvia Majul, que acompañó a la familia en las últimas horas del músico, y por el periodista y difusor César Tapia. “No he conocido a nadie que se compare con su grandeza”, resume Lucía.

 Sur Adentro: “Era una leyenda viviente con espíritu joven” 
Para María Valeria Palermo y Pablo Roselló, de Sur Adentro, un grupo que lleva 16 años trajinando escenarios del todo el país, “Vitillo era una leyenda viviente con un espíritu joven por todo lo que contagiaba y porque formó un grupo pilares de nuestra música. Nos dejó una enseñanza muy grande y siempre tenía una sonrisa y mucha humildad: lo encontrábamos en un gran escenario o en uno pequeño, en un medio grande o en un radio chiquita. Vitillo nos reafirmaba el camino en la música nuestra”.

“Hace unos años repopularizó una frase: ´No se puede amar lo que no se conoce´. Nosotros sentimos que es una frase muy inspiradora para nosotros y para todos los que amamos nuestra música y tenemos la misión de que todos los argentinos se puedan acercar a ella”.