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Raly Barrionuevo y Lisandro Aristimuño terminaron el pasado sábado su gira Hermano Hormiga. Trataremos de contar a continuación, algo de lo que se vivió en varios escenarios del país de un recorrido que empezó en Unquillo, culminó en el Gran Rex y tuvo varios puntos altos como en el Teatro San Martín de Córdoba. Que decir que fue hermoso, es poco, (muy) poco…
El Teatro Gran Rex se mostró colmado y conmovido, el pasado sábado por la noche. Como cada uno de los lugares donde este show se presentó, cuidadoso, respetuoso e inolvidable. Como en el San Martín, en Córdoba, que se reabrió para el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española. El mismo que fue testigo de ponencias históricas y pedidos de una actualidad que tiene una nueva forma de decir las cosas. Justamente esto, el decir, fue lo que fuimos a ver y a escuchar quienes seguimos esta gira, que empezó allá por junio.
“En la lengua se libran batallas, se disputan sentidos, se consolida lo ganado y los nuevos modos de nombrar -estos que aparecen con tanta virulencia- vuelven visibles los patrones de comportamiento social", dijo en su discurso final María Teresa Andruetto, en el Congreso mencionado en La Docta, y puede ser aplicado a este Hermano Hormiga, que libró varias batallas en pos de la belleza. Una de ellas la autogestión. Otra puede ser el escuchar en tiempos de sordera obligada.
La necedad de vivir sin tener precio
Las luces se apagaron para que el espectáculo comenzara. Las únicas que quedaron prendidas, pero apenas, eran las que los alumbraban a ellos. Como si fuera un fogón en el patio de la casa de Raly, donde comenzó todo este proyecto. Como si nos hubiesen invitado a la cocina del banquete que nos estaban dando.
La primera parte del recital fue tocar el disco, respetando el orden de las canciones. Entonces Subo, subo, fue para festejar que se apune el dolor. Ese canto sentido y entregado que fue un presagio de lo que vendría. Para entender que los dolores cuando son cantados, se pueden ir por un rato. El Necio fue un manifiesto, una declaración de principios que no sólo queda bien en el cubano, si no en este dúo que lo sabe cantar, contar y experimentar de la mejor manera. Porque pareciera que cada estrofa es para Raly y para Lisandro. Porque todos sabemos que Barrionuevo y Aristimuño, en su historia musical han sido lo que son, caminando…
Mariana no ha sido sólo su compañera en un momento de su vida, si no el tema que continúa la lista de este discazo, que con Chabuca Granda forma El surco, con ese lucero de claridad y libertad, donde se dieron cita “los” Manuel Castilla, Valladares, Silvio Rodríguez, Chango Rodríguez, Jorge Marziali, Raúl Carnota, Juan Luis Guerra y ellos dos. Porque están a la altura de aquellos.
¿El silencio habla?
Sí. A veces sirve para permitirse disfrutar mucho más un show, escuchar temas que siempre cantamos, pero que dependiendo de las formas pueden volver a llegarnos a lo más hondo. Sirve para decirles gracias. Tanto como eso. Por eso ellos, que se mostraron en una sintonía finísima con el otro y con el percusionista César Elmo (que viene a ser una especie de primo hormiga) le agradecieron este estado al público.
Por eso ellos se ríen y se hacen chistes, pero a la vez se muestran un respeto tan grande cuando empiezan a tocar las guitarras, el cuatro venezolano o se quedan mirando
como el hermano canta sus temas o comparten de la mejor manera una canción. El plástico de tu perfume y Mi memoria de Lisandro y Duerme de Raly continúan la lista de temas, pero además la idea de que uno y el otro eligieron muy bien los temas para el disco. Para festejar las canciones, este dúo que se armó y como las voces de ambos logran los momentos justos.
La sixto violín, fue el “extrañar mucho” a sus autores y un homenaje a la altura; Ojalá que llueva café, el no privarse de nada en estilos y cantores; Coplita de amor, trajo al Chango y reavivó la relación que Raly tiene con Córdoba, pero también la muestra de que los dos querían este tipo de autorías.
Sin murallas a la vista que contengan la esperanza
Los dos últimos temas del disco fueron los que hicieron ambos autores para el mismo. Aristimuño creó Vida, mientras que Barrionuevo hizo Amanda. Ambos podrían haber hecho dos temas más, de relleno. Pero no les sale eso. Van más allá del aplauso vacío y buscan el puño con contenido. Por eso Amanda, no sólo es el tema a un gran amor que tuvo, ni siquiera el gustazo que se dio de hacerlo en “el piano del San Martín”, o en el Gran Rex, a metros donde se la encontró una vez y fue el motivo para que este tema esté en el disco, como le contara al periodista Sergio Sánchez. Fue una muestra de la lucha hecha arte. Con ese respeto, con esa alegría de tocar en el teatro que siempre vio desde afuera, marchando entre la gente, nos trajo a Amanda, su amor revolucionario y su feminismo. Entonces Raly llevó la lucha hacia adentro, del modo más poético. Mientras seguíamos coreando a Lisandro, y el “no hay tiempo que perder”.
La segunda parte del show continuó con un listado de temas (léase hits) de ellos dos. Tu nombre y el mío, Niña luna, De mi madre, Como danza la esperanza, alternándose en los coros, en los instrumentos, en los ritmos. Para transmitirnos que danza la esperanza, escuchándolos a ellos.
Una locura
La última prosa, Azúcar del Estero, Cuarto Menguante, Chacarera del exilio y Canción de amor, fueron anticipando un final que regaló los temas que el público festejó que sus palabras saben a lucha por eso no conocen el olvido. Con temas que desembocaron al hit de verano, haciéndole frente al crudo invierno.
Por eso volvieron, cada uno por su lado. Raly luego de Aristimuño, para hacer Ey Paisano, recordándonos que la historia no es muy fácil. Y Lisandro, antes del santiagueño, para hacer Me hice cargo de tu luz. Cuando lo hizo en Córdoba, a Aristimuño alguien desde la platea le gritó una consulta: el por qué cantaba sólo. Al responder que su compañero estaba en el baño, el plateísta le dijo - a modo de chiste-: “Hoy a vas a cobrar más vos”. “No todo es plata hermano”, contestó el rionegrino.
Tal vez en ese momento se resumió este proyecto. Esta ambición cultural y musical que empezó en 2016, que no fue una imposición discográfica sino una elección artística y que por lo lindo que sonaba, animaron a presentarlo en plazas, para luego terminar en el teatro de la gran ciudad Buenos Aires. El último tema fue Cantando al Amanecer, inclusive sin instrumentos, para que semejante lugar tuviese la intimidad de donde empezaron este viaje.
Al finalizar el show la sensación con la que nos quedamos todos fue de un disfrute tremendo. “Una locura”, dijo Martín Mamonde, cantante de La Cruza, cuando los vio en Córdoba. “Es como si juntaras dos Messi de la música, para que salga esto”. El “esto” significaba Hermano Hormiga. Cantar hasta el amanecer a capella, con la mentira ausente. El poder generar un nuevo sonido, de a dos. Una locura que de ellos dos, salga algo nuevo. Una hermandad que será recordada siempre, como un dúo del nuevo
cancionero. Con las giras que empezaron en las plazas, para que la música sea lo más genuina posible. Sin tanto brillo, pero brillante. Con lo complejo de lo simple. Con la locura de seguir soñando travesuras musicales, festejando las canciones, el qué decir y cómo. Cosas que en estos tiempos parecen una locura pasada de moda. Que ellos dos se encargan de mantenerla vigente.