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Notas
CRÓNICA EXCLUSIVA


31/05/2019

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RECORDAR


La Trova Rosarina se presentó en Córdoba, para continuar con el festejo de más de tres décadas de su nacimiento, auge y permanencia. Este grupo liderado por Juan Carlos Baglietto y conformado originariamente por Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Fabián Gallardo, Rubén Goldín, Silvina Garré, Fito Páez y el fallecido Lalo de los Santos, volvió al ruedo para regalarnos un momento inolvidable. Como sus canciones…

  Aclarando los caminos de la música (y de la vida) 
Luego del primer tema, Juan Carlos Baglietto presentó a cada uno de los integrantes de la Trova Rosarina que subieron al escenario. Y Silvina Garré lo presentó a él.  Luego del primer tema que fue Era en Abril y antes de Oración del Remanso. Lo cantó junto a Silvina, que con la mirada cómplice lo acompaño en el comienzo de un show, que de entrada fue conmovedor, emotivo, con nostalgias festejantes del presente. Un presente que los puso nuevamente en un escenario, para cantar –como aquel disco en donde comenzó todo- en Tiempos Difíciles.

Oración del Remanso, de Jorge Fandermole, que se ubicó en una de las puntas del escenario, fue el segundo tema. Y fue un viaje y un homenaje para paisajes y trabajadores vitales, pero también para su autor. Porque si hay un referente de ese movimiento de principios de los ’80, que al igual que sus compañeros supo abrirse camino y crecer, fue “Fander”. Y ni hablar de Fito Páez, quien fue “invitado” en el repertorio y fue presentado Yo vengo a ofrecer mi corazón o, como fue presentado por Adrián Abonizio, “Yo vengo a ofrecer mi heart” para dar cuenta de esta estética que tuvo la trova, que tiene rasgos del rock, atravesada por el folklore, el tango a la que Jorge en una entrevista bautizó como “movimiento informal”. Tal vez el tema que le siguió de Goldín, trajo un poco de luz para explicar de qué va esto. Y no hablamos de la Basura en colores precisamente, sino de hacer canciones “de amor para siempre”.

  Donde dan vuelta los recuerdos 
Silvina cantando Carrousel tuvo el honor de que la acompañarán sus compañeros. El tema que le da nombre a su último disco, tuvo la misma suerte que cada tema de los demás cantautores y de Juan, que por momentos mejoraron la versión original. Pero siempre como su dueña, cuidadosa y fina en la melodía.

Fabián Gallardo y Ruben Goldín tomaron la posta con los temas más rockeros de la noche como El árbol y Sueño de Valeriana, para querer “plantar un árbol y que crezca sin temor”, o “No voy a morir, no voy a perder el tiempo”. Algo así como lo que pasó con la trova, hace casi cuarenta años.

Historia de Mate Cosido y En Blanco y Negro continuaron con este orgullo que poseen estos artistas: que sus carreras hayan podido continuar, pese a la urgencia y a la necesidad de este movimiento. Pese a ser un canto generacional, que atravesó generaciones y tiempos. Por eso sonaron dos temas sumamente reconocidos en las carreras solistas de Juan Carlos y Silvina. Como el segundo cantado a dúo, para Garré, dijera dijo que ya le hará una canción como la que habla de Buenos Aires a Córdoba, que tiene al “mejor público” y que Goldín en commplicida con ese público sostenga: “Qué lindo cantan estos guachos, ¿no?”. Sí. Te quedaste corto, Rubén.

  Cantar es mi mano alzada 
Para “reivindicar” a las brujas, Silvina acompañó al preguntador en El ogro y la bruja casi como un guiño a estos tiempos, en donde queda demostrado que lo que vencerá es el amor. O como escribió el autor: “No hay mejor brujería que el amor”.

Para revindicar la independencia, por la que pidió que la “celebremos, cuidemos y valoremos” en la semana del 25 de mayo, que se terminaba, Juan cantó Dormite Patria de Adrián, frente a esta “noche fría” que está viviendo. Y entre todos Los días por vivir, frente a la realidad difícil cuando “confundimos dolor con poesía”.

Casi por casualidad -aunque  pareciera casualidad- La vida es una moneda, continuó en el repertorio. Ese himno para recordar que “solo se trata de vivir, con la inocencia y la ternura que florece a veces.  A lo mejor resulta bien”.

El último tema de Tiempos Difíciles, fue seguido del primero. Así Mirta, de regreso, también fue la vuelta de algunas épocas llenas de nostalgia, de cuando empezó todo. De un momento diferente en cuanto a poética, el sonido y lo que generó que se generara -valga la redundancia- este movimiento de trovadores, a orillas del Paraná. Y que puede explicar en el último tema de la noche, mucho de su lógica y su accionar, no sólo de ellos sino de toda una generación que vio la luz desde que se fue la dictadura:

“Canto, canto;
tan débil soy que cantar es mi mano alzada.
Y fuerte canto, canto;
no sé más qué hacer en esta tierra incendiada
sino cantar”.

 Alimentarse con una quimera 
Luego de agradecer al locutor Mario Luna y a “Tito” Acevedo, fundamentales en sus comienzos, y a la gran banda que los acompaña hicieron El témpano y Cuando, para que estos temas sean esos barcos de luz que una vez pudieron escribir. Cuando todo parecía que se terminaba, volvieron al escenario para cantar entre todos el Himno nacional argentino, para profundizar las palabras de Fandermole: “Si alguna vez hubo una idea de Patria, que no se pierda”.

Ya fuera de programa repitieron El árbol, para que se lleves las penas y deje lo demás. O para reafirmar que fueron -como escribiera Alejandro Mareco- ese árbol “que vendría a darle a la próxima primavera argentina frutos nuevos y frescos”.

Y lo que se repitieron, también, fueron los aplausos y la ovación de pie. La sensación de  que son un “un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico” de música, si esto lo escribiera Girondo; que son los mejores creadores de canciones para  no estar solos, como reza en una de las canciones. Pero también como reafirma Victoria desde San Luis, sobre todo en domingo; que son ese cambio de perspectiva a través de las distancias, para que la tristeza sea un poco más dulce, para recordar el aire que nos dejaron respirar. Esas cosas que siempre pasan, cuando se conoce alguien de Rosario que tenga mucho de estas canciones en las venas; que desde hace casi cuarenta años, escuchar a la trova rosarina es alimentarse con una quimera.


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